Bajo el ¨¢rbol

EN LA TOMA de posesi¨®n del nuevo lehendakari, en Gernika, so el ¨¢rbol, se dieron cita ayer a la vez la esperanza y la inquietud. Esperanza por ser la primera ocasi¨®n en que el escenario no est¨¢ dominado por la presencia inmediata de la guerra, como en octubre de 1936, o la preocupaci¨®n por una violencia terrorista que parec¨ªa no tener fin. Inquietud, porque la ausencia de los representantes de Euskal Herritarrok (EH) muestra la inestabilidad de un Gobierno que depende de los votos de una formaci¨®n no democr¨¢tica: que no acepta sino excepcional y caprichosamente las instituciones en que se reconoce la mayor¨ªa.Pronto har¨¢ un siglo, el 5 de enero de 1901, el fundador del nacionalismo vasco, Sabino Arana, confiaba a un amigo su temor de que "esto se va antes de que termine el siglo que acaba de empezar". Se refer¨ªa a los elementos definitorios de la singularidad vasca: la lengua y las instituciones de gobierno. Ese augurio no se ha verificado. Al rev¨¦s: nunca estuvo tan garantizada la continuidad de la nacionalidad vasca y de sus se?as de identidad. Pero ha sido la autonom¨ªa, como reflejo del pluralismo de la sociedad vasca, y no los planteamientos etnicistas y excluyentes de Arana, lo que ha garantizado esa continuidad. La violencia de ETA, que ya fue el pretexto para el golpe del 23-F, ha sido durante los ¨²ltimos 20 a?os la principal amenaza para la pervivencia del autogobierno. Tambi¨¦n ha sido motivo fundamental del creciente distanciamiento de los navarros de cualquier hip¨®tesis de integraci¨®n, en los t¨¦rminos previstos por la Constituci¨®n y los estatutos.

Por eso resultan tan insustanciales los argumentos aducidos por los portavoces de EH para justificar su ausencia de Gernika: que Ibarretxe no es el lehendakari de todos los vascos, de "sus seis herrialdes" (territorios). Para el etnicismo abertzale, Navarra forma parte de Euskadi, y tambi¨¦n el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s, por razones que supeditan la ciudadan¨ªa a la naci¨®n. Lo que presentan como un derecho es como mucho un programa, el suyo. Antes pretendieron imponerlo a tiros, y ahora, seg¨²n el ¨²ltimo comunicado de ETA, condicionan la continuidad de la tregua a su acatamiento por el Gobierno en una negociaci¨®n bilateral. Hay en esto un evidente retroceso respecto a las anteriores comunicaciones de la banda, que parec¨ªa delegar en el conjunto de partidos nacionalistas la defensa de los objetivos comunes.

No faltan, pues, motivos de preocupaci¨®n, pero es evidente que la situaci¨®n es mejor que antes de la tregua. La ausencia de atentados y la existencia de un Gobierno nacionalista puede favorecer una maduraci¨®n del mundo radical a medida que asume responsabilidades, aunque sean indirectas, en la gesti¨®n de los asuntos p¨²blicos. Ibarretxe ha elegido un Gobierno de perfil moderado, de gesti¨®n: m¨¢s coherente con lo que dijo en campa?a que con el argumento -garantizar el proceso de paz- en nombre del cual se desech¨® en la pr¨¢ctica un tripartito con los socialistas.

El Pa¨ªs Vasco inaugura Gobierno con el a?o: ojal¨¢ que el que ahora se inicia sirva para despedir a la vez el siglo y la violencia.