Terapeutas por instinto
Espa?a empieza a reconocer la ayuda que prestan los animales en el tratamiento m¨¦dico de los ni?os con problemas, presos conflictivos o ancianos aquejados de depresi¨®n
Alicia va enfundada en un trajecito negro de neopreno, mantiene el gesto crispado y se niega a abrir los pu?os. Es su manera de protegerse de ese mundo extra?o donde los adultos pronuncian palabras que ella no sabe reproducir y los ni?os son capaces de correr solos. Luis, el monitor de delfines, la ayuda a deslizarse bajo el agua salada y enseguida aparecen Cande, Yaiza, Amy y Squeak, cuatro de las hembras del delfinario del Aguapark de Tenerife. Cada una mide cerca de metro y medio y ronda los 200 kilos. Alicia no las teme. Sabe que s¨®lo quieren jugar.Squeak le quita una de las sandalias y se aleja nadando hacia el borde de la piscina. La peque?a r¨ªe y pretende ir tras el delf¨ªn, hasta que ¨¦sta le devuelve lo robado. La ni?a estira todos los m¨²sculos de su cuerpo, acaricia a sus compa?eras de juego, les ordena con gestos que silben, que bailen, nada sobre sus lomos. Palmea; se nota que disfruta. Cuando sale a rega?adientes de la piscina vomita el desayuno porque ha tragado agua, pero no le importa. Sigue ri¨¦ndose. Ya vestida, se ata los cordones de las zapatillas y llama al monitor: Uis, Uis. Antonio, el padre, un comerciante de Fuengirola, la contempla con una sonrisa de oreja a oreja: es la primera vez que ve a su hija atarse los zapatos. Es la primera vez tambi¨¦n que pronuncia una consonante desde que la adoptaron cuando era un beb¨¦ con problemas psicomotrices, hace ya seis a?os.
A distancia, Jos¨¦ Luis Barbero, el director t¨¦cnico del delfinario, no pierde detalle de la sesi¨®n. Este salmantino de 42 a?os, que cuenta en su curr¨ªculo con el t¨ªtulo de mejor entrenador del mundo concedido en Chicago en 1990 por la Asociaci¨®n Internacional de Entrenadores de Mam¨ªferos Marinos (IMATA), se propuso hace nueve a?os demostrar que la inteligencia y la capacidad telep¨¢tica de estos animales va mucho m¨¢s all¨¢ de las piruetas circenses que se exhiben en los delfinarios de todo el mundo. Barbero conoc¨ªa los resultados positivos del experimento del neuropsic¨®logo David Nathanson, en Grassy Key (Florida), entre delfines y ni?os discapacitados. Y se propuso crear un centro similar en Espa?a. Primero en Alicante; despu¨¦s en Tenerife. Durante sus cinco a?os de trabajo en delfinoterapia, Barbero ha atendido a 1.019 ni?os aquejados de autismo, par¨¢lisis cerebral, s¨ªndrome de Down y trastornos psicomotrices. Los resultados son globalmente positivos, pero este profesional recela ante las expectativas equivocadas que puedan generar muchas familias con menores diferentes, como ya ha ocurrido en ocasiones anteriores. "No existen los milagros. Llos delfines no curan a nadie. Es una combinaci¨®n donde intervienen muchos especialistas y muchos factores", asegura. Jos¨¦ Luis Barbero conoce bien la desilusi¨®n de muchos padres que han sido embaucados por falsos delfinoterapeutas que se han limitado a ba?ar a los ni?os con los delfines, ajenos a un tratamiento cient¨ªfico; o cuando han conocido las tarifas de los centros de Florida -11.000 d¨®lares (cerca de un mill¨®n y medio de pesetas)- y han hecho lo imposible por llevar a all¨ª a sus hijos.
Edita Cabrera, la eficaz presidenta de la asociaci¨®n de padres de disminuidos f¨ªsicos, ps¨ªquicos y sensoriales Orobal, advierte sin eufemismos: "Por favor, que los padres no tiren el dinero. Lo que conseguimos aqu¨ª lo pueden obtener en sus provincias con cualquier animal". Barbero est¨¢ de acuerdo. A Tenerife acuden ni?os de todo el mundo, en parte porque es el ¨²nico centro de este tipo que existe en Europa -el clima y la preparaci¨®n de Luis, Marcos, Cristina y Sergio, el equipo del director t¨¦cnico del delfinario, lo hacen posi-ble- , y tambi¨¦n porque es gratuito. El alto coste del mantenimiento de las instalaciones en condiciones saludables para los animales se sufraga con las dos exhibiciones diarias con las que los delfines encandilan a los turistas.
La lista de admisiones para terapia est¨¢ completa hasta el 1 de enero del 2001. Y son rigurosos: s¨®lo cuelan a quienes denominan Ni?os del ¨²ltimo deseo, peque?os enfermos terminales a los que los padres no desean privar de una experiencia tan placentera. Jos¨¦ Luis Barbero est¨¢ ultimando, junto con padres, m¨¦dicos y educadores, un informe sobre los casos atendidos en Aguapark con los resultados reales de su evoluci¨®n, al tiempo que recuerda las posibilidades de ayuda de otras mascotas.
"Todos los animales estimulan el lenguaje, ya se trate de ni?os autistas o ancianos con la enfermedad de Alzheimer", resumen Katcher y Wilkins, dos autoridades en terapia asistida por animales. En Espa?a se experimenta con ¨¦xito con caballos y menores con deficiencias locomotoras, aunque cualquier animal dom¨¦stico resulta ¨²ltil.
Una paloma result¨® decisiva para que Betsab¨¦, una ni?a francesa con profundos problemas de comunicaci¨®n, abandonara en 1983 su aislamiento recalcitrante y alcanzara, tras el tratamiento adecuado, una escolaridad normal. Y un canario rescat¨® a Rosa de su profunda tristeza en la residencia de ancianos Parc Serentill, en Badalona, dependiente de la Generalitat y gestionada por una fundaci¨®n privada. Rosa lleg¨® al asilo indiferente hacia todo. Del mundo de soledad y pobreza que hab¨ªa dejado atr¨¢s s¨®lo echaba de menos a sus p¨¢jaros. Como se negaba a hablar, las cuidadoras tardaron en descubrirlo. Cuando finalmente la sentaron delante de la jaula del canario Petit¨®, Rosa empez¨® a comer bien. Ahora, cada ma?ana se levanta animosa para pasar el d¨ªa entero contemplando al p¨¢jaro.
Esta residencia es una de las pioneras en Espa?a en el uso terap¨¦utico de animales. La directora, Laura Anzizu, una mujer llena de vitalidad que mantiene el edicifio repleto de plantas, descubri¨® c¨®mo la llegada casual de un gato mejoraba el ¨¢nimo de sus ancianos, aquejados por enfermedades graves y depresiones. Esperanzada con la reacci¨®n, Anzizu contact¨® con la Fundaci¨®n Purina, una entidad que facilita gratuitamente animales de compa?¨ªa, casetas, comida y cuidados veterinarios a las instituciones o personas que lo requieren. La Fundaci¨®n le proporcion¨® a Ona y a Simba, una pareja de perros golden retriever que han vuelto la residencia del rev¨¦s. El anuncio de su llegada fue un acontecimiento: se convocaron asambleas para decidir el nombre de los cachorros, c¨®mo se organizar¨ªan los turnos de paseo, incluso en qu¨¦ camas dormir¨ªan y cu¨¢ndo. Ancianos que no se relacionaban se implicaron en interminables conversaciones; incluso quienes se opon¨ªan no perd¨ªan detalle de los preparativos. La vida entr¨® de nuevo en Parc Serentill.
Ahora las cuidadoras se han acostumbrado ya a los interrogatorios de los ancianos: que si los perros tendr¨¢n fr¨ªo, que si tendr¨¢n calor, que si ya les han cambiado el agua, que si han paseado lo suficiente, que alguien les ha o¨ªdo toser... Simba y Ona pasean tranquilamente por el comedor. Ya saben, como lo saben todos los animales, qu¨¦ ancianos se saltar¨¢n las normas y llenar¨¢n disimuladamente sus bolsillos para compartir la comida. Mar¨ªa, una veterana que se maquilla y adorna con perlas para bajar a cenar, ha desarrollado una notable actividad como retratista de sus adorados animales.
Las visitas de los familiares incluyen ahora a los m¨¢s peque?os porque pueden jugar con los perros. Los chicos del vecino instituto de formaci¨®n profesional acuden muchas tardes a practicar con los ancianos y sus compa?eros caninos. Las acuarelas y dibujos al carb¨®n de los estudiantes de tercer y cuarto curso de Bellas Artes adornan las paredes del asilo. Lo mejor, los resultados cl¨ªnicos: "Duermen m¨¢s tranquilos; llaman mucho menos al m¨¦dico y a las enfermeras, suelen estar de buen humor y han disminuido las depresiones", comenta la pedagoga Laura Anzizu.
Los expertos creen que jubilados y ancianos son quienes m¨¢s se benefician de la compa?¨ªa animal. Son catalizadores sociales muy efectivos en momentos de la vida en que muchas personas cuestionan su autoestima. El geriatra Robert Andrysco subi¨® y baj¨® solo en un ascensor de un asilo de Ohio (EE UU) durante diez semanas. A partir de la und¨¦cima se hizo acompa?ar de su perro. Nueve semanas despu¨¦s obtuvo conclusiones: "Nadie me habl¨® durante la primera parte del experimento. En la segunda, los ancianos me comentaron algo relacionado con el perro, y despu¨¦s sobre otros temas".
La Fundaci¨®n Purina ha calculado la actividad f¨ªsica que requiere una mascota: la vida media de un gato precisa 5.500 cambios de arena, que se le proporcionen 16.500 comidas y que le presten atenci¨®n unas 55.000 veces. Un perro exige 3.700 cepillados y 7.500 paseos. Todos estos cuidados se los proporcionan a Lluna los 30 reclusos de la Unidad Psiqui¨¢trica de Can Brians (Barcelona). Cuando llega la hora de estar con esta cachorro de boxer resulta imposible distinguir en el grupo de presos seleccionados para la experiencia qui¨¦nes son los parricidas, qui¨¦nes los asesinos o los atracadores m¨²ltiples, tal es la ternura con que la acarician, la besan, juegan con ella sobre el c¨¦sped, la piropean. Uno comenta: "Es lo mejor que tenemos".
La directora de la Fundaci¨®n Purina, Mar¨ªa Dolors Torner, recuerda que en Cuatre Camins, el otro penal catal¨¢n donde se aplica la terapia asistida con animales, varios presos le comentaron que la mascota era el ¨²nico ser en el mundo que les aceptaba como eran, sin condenarles ni delatarles. Tal vez por eso muchos cuentan al animal secretos terribles que se llevar¨¢n a la tumba. En Estados Unidos filmaron las confidencias entre un preso y su perro y escucharon por primera vez el relato de sus cr¨ªmenes. Los hab¨ªa negado antes y continu¨® neg¨¢ndolos despu¨¦s. En Espa?a nadie ha llegado tan lejos. Los directores de las cuatro c¨¢rceles que aplican esta terapia, en Barcelona y Murcia, la consideran muy positiva. Un directivo de Can Brians confirm¨® que las autolesiones y las agresiones a otros reclusos han disminuido m¨¢s del 90% desde la llegada de Lluna y destac¨® que durante un trimestre la ausencia de conflictividad fue del 100%.
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