Nuevas preguntas
Vistas las consecuencias de la sentencia Bosman, que data del 15 de diciembre de 1995, muchos altos dirigentes pol¨ªticos de diversos pa¨ªses de la Uni¨®n Europea han dado la voz de alarma ante lo que consideraban los riesgos del exceso de comercializaci¨®n del f¨²tbol y el peligro que se cierne sobre las selecciones nacionales. Hay un acuerdo de ¨²ltima hora en reconocer que el deporte facilita la identidad nacional y es un bien cultural que no debe estar en manos exclusivas de quienes busquen el beneficio. Sin embargo, los prop¨®sitos de algunos ministros van por un lado, la legislaci¨®n comunitaria sigue su curso y los agentes financieros han puesto sus manos sobre el deporte profesional.La sensaci¨®n reinante es la de que la sentencia Bosman no admite una marcha atr¨¢s por mucho que algunos ministros postulen una limitaci¨®n en el n¨²mero de extranjeros de los clubes de f¨²tbol. Si al pelot¨®n de comunitarios se les unen los rusos, rumanos, h¨²ngaros y toda suerte de jugadores del Este europeo, est¨¢ clara la imposibilidad de detener el mecanismo que se puso en marcha hace algo m¨¢s de tres a?os.
El deporte profesional camina hacia una apertura total de fronteras. Lo ha hecho ya la federaci¨®n de baloncesto y es posible que no tarde mucho en hacerlo la propia UEFA. Entre otras cosas porque visto el panorama no se puede discriminar a unos pa¨ªses de Europa con otros.
Sin embargo, la sentencia Bosman admite nuevas preguntas. Por ejemplo, un jugador italiano afincado en Espa?a durante varios a?os que pueda llegar a tener derecho a voto en las elecciones municipales de Barcelona, ?tendr¨ªa derecho a jugar en la selecci¨®n espa?ola?, ?tendr¨ªa derecho a jugar en la selecci¨®n catalana? Las secuelas del caso Bosman no han terminado.
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