Pap¨¢ Noel, que est¨¢s en los grandes almacenes

Este a?o no te pido un coche nuevo, ni ropa de marca, ni si quiera el ¨²ltimo ¨¦xito editorial de ventas. S¨®lo te pido que ampares a un hombre al que ni siquiera conozco. Bueno, de vista s¨ª, le veo todos los d¨ªas desde el autob¨²s, en el cruce del paseo de La Habana con los Sagrados Corazones, pidiendo a los coches. Al final del verano p asado, sustituy¨® en el sitio, a un muchacho sin brazos que ped¨ªa con una cajita colgada del cuello.Al de ahora, un joven de treinta y pocos, le he visto deteriorarse d¨ªa a d¨ªa. Una falta absoluta de higiene le oscurece el rostro y las manos, como un minero, como un pordiosero de pel¨ªcula cutre de la Edad Media, como los leprosos que protegi¨® Dami¨¢n, el patrono de la cercana iglesia. Su andar encorvado y balbuceante nos muestra cada d¨ªa su decrepitud.

No conozco la naturaleza de su mal, pero es tal su grado de desamparo que, contra reloj, se deber¨ªa hacer algo por ¨¦l. Es como una avecilla que no se sabe si aguantar¨¢ la pr¨®xima helada. Te lo repito, hay que ayudarle, incluso contra su voluntad. ?Qu¨¦ familias formamos, ciudadanos somos y dirigentes tenemos que dejamos morir a nuestros hijos mirando hacia otro lado?, ?hay algo m¨¢s importante que una persona? ?Que se atrevan a decirlo!

Pap¨¢ Noel, deseo que la basura que transportas durante estas fiestas a gente que s¨®lo lo necesita en su mente te deje un momento libre para evitar la llama del coraz¨®n de quien corresponda y se compadezca de este ser. Y si no somos capaces, que se nos amarguen siempre los dulces en la boca.-