Blatter decide mover ficha
Buena parte de las reacciones por el anuncio de una Copa del Mundo bienal se han dirigido aceleradamente hacia el manido asunto del calendario, bajo el supuesto de que, en la lucha por el bot¨ªn del mercado futbol¨ªstico-medi¨¢tico, el objetivo de todo organismo que se precie es organizar una competici¨®n m¨¢s para vender un producto m¨¢s sin atender a la salud del futbolista. Sin embargo, no parece que la inteligencia de dirigentes como Blatter sea tan estrecha como para no reconocer que la productividad de los futbolistas tiene un l¨ªmite. La cuesti¨®n capital no est¨¢ en estirar al m¨¢ximo el esfuerzo de los futbolistas para sacar provecho de ello. La cuesti¨®n capital es reequilibrar el mercado del f¨²tbol. La lectura es bien simple: ?de qui¨¦n es propiedad el f¨²tbol profesional?, ?de los clubes o de las federaciones?, ?de los equipos profesionales o de las selecciones nacionales?.
Blatter parece haber entendido que la UEFA ha perdido la batalla con los grandes clubes europeos, representados en el conocido G-14, que se aprestan a reorganizar para un futuro el f¨²tbol de alto nivel de acuerdo a sus intereses comerciales. Blatter, como cualquier dirigente, es consciente de que una Superliga europea independiente terminar¨¢ concentrando en 14 o 20 equipos a los mejores jugadores del mundo sin discusi¨®n. Y, a partir de ah¨ª, esos clubes estar¨ªan en disposici¨®n de dirigir el f¨²tbol. Por tanto, a la vista de esa derrota, Blatter ha terminado por poner una piedra en el camino: un Mundial cada dos a?os.
Un Mundial cada dos a?os significa colocar en el mercado audiovisual un nuevo producto, no necesariamente ampliar el n¨²mero de partidos que ha de disputar un jugador de ¨¦lite. Teniendo en cuenta que el dinero de los grandes grupos medi¨¢ticos tiene un l¨ªmite, ?cu¨¢nto vale la Liga de Campeones si cada dos a?os se disputa un Mundial? Su valor en el mercado bajar¨ªa dada la evidente competencia de una Copa del Mundo unida a la fase de clasificaci¨®n correspondiente.
La batalla por el reparto del pastel se celebra en terreno europeo y entre dirigentes (y pol¨ªticos) europeos. Los Gobiernos de la Uni¨®n Europea quieren ahora defender la identidad de las selecciones, pero no saben c¨®mo hacerlo. Les queda el veh¨ªculo de las federaciones, pero son conscientes de que la UEFA no controla la situaci¨®n. Y la FIFA se ha puesto de su parte para intentar sacar provecho. Por tanto, no ha sido extra?o comprobar c¨®mo ayer mismo la UEFA se opon¨ªa al proyecto de Blatter, pero no algunas de las federaciones europeas de m¨¢s peso. Blatter quiere ahora echarle un pulso a los grandes clubes y quiere aliados de peso, entre otros, algunos Gobiernos. ?se es su objetivo.
Al margen quedan otras cuestiones. El calendario es una, compartir el salario de los grandes jugadores es otra. Pero no es lo mismo negociar calendarios en posici¨®n de debilidad que hacerlo con fuerzas equilibradas. Los clubes iniciaron la partida aprovechando la oferta de Media Partners. Blatter acaba de mover ficha.
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