Paciente

Como paciente del centro hospitalario Severo Ochoa de Legan¨¦s, quiero hacerles part¨ªcipe del abuso del que somos objeto los usuarios de los servicios de este centro. Los hechos concretos son: el d¨ªa 4 de diciembre de 1998 se me comunica que el d¨ªa 20 de mayo de 1999, a las 9.30 horas, es la fecha que me corresponde para hacerme una tomograf¨ªa computadorizada. Hay, en consecuencia, una lista de espera de cinco meses para poder atender, no ya una operaci¨®n quir¨²rgica determinada, sino tan s¨®lo una exploraci¨®n radiol¨®gica del o¨ªdo, lo que parece a todas luces carente de sentido. Y as¨ª debieron apreciarlo los propios responsables del hospital cuando 20 d¨ªas despu¨¦s, el 23 de diciembre, recibo un aviso para que el d¨ªa de Nochevieja, a las ocho de la ma?ana, me persone en la puerta del hospital Severo Ochoa con el fin de desplazarme en autob¨²s a Alcal¨¢ de Henares, a m¨¢s de 50 kil¨®metros de mi lugar de residencia. Se supone que para hacerme la exploraci¨®n radiol¨®gica. El remedio, sin duda, una vez m¨¢s, se convert¨ªa en algo peor que la enfermedad. Ni la manera de informarme, ni las fechas en que se me remite el recado, ni, lo que es m¨¢s importante, el lugar elegido para hacer la exploraci¨®n, son un ejemplo de lo que se puede calificar de buena atenci¨®n. Hay que reducir las listas de espera en los hospitales, es evidente. Y m¨¢s, si cabe, cuando estamos hablando de actuaciones preventivas. Lo que resulta intolerable es que para que tambi¨¦n la salud, medida en t¨¦rminos estad¨ªsticos, forme parte del eslogan publicitario de "Espa?a va bien", tengamos que ser los ciudadanos de a pie los que corramos con todos los inconvenientes.-