Acusaciones de corrupci¨®n enrarecen la inminente censura a la Comisi¨®n
La Comisi¨®n Europea no dimitir¨¢ si el voto de censura presentado por el Parlamento Europeo no tiene el apoyo que exige el Tratado de Maastricht. Es decir, al menos dos tercios de los votantes y que ¨¦stos supongan la mitad m¨¢s uno del total de diputados miembros del Parlamento. El presidente de la Comisi¨®n, Jacques Santer, y el comisario Erkki Liikanen rechazaron ayer firmemente las acusaciones de corrupci¨®n presentadas por un grupo de periodistas contra sus esposas.
El ambiente se enrarece en Bruselas a medida que se acerca el debate (el pr¨®ximo lunes) y votaci¨®n de censura (el d¨ªa 15) planteados por los socialistas europeos contra la Comisi¨®n en el Parlamento. Una censura que busca, a priori, apoyar al equipo Santer ya que el Tratado de Maastricht no prev¨¦ que la Comisi¨®n pueda plantear una moci¨®n de confianza.Santer afront¨® ayer una dur¨ªsima conferencia de prensa en la que los medios que en los ¨²ltimos meses han criticado de manera m¨¢s acusada los casos de corrupci¨®n dieron la impresi¨®n de actuar de forma concertada. O al menos pareci¨® que todos conoc¨ªan de antemano las denuncias que iban a plantearse en vivo.
Dos acusaciones muy concretas. La primera involucra a la esposa de Jacques Santer en negocios inmobiliarios con la Comisi¨®n. El presidente pareci¨® sorprendido, dio cuenta de todas sus propiedades inmobiliarias y neg¨® que su c¨®nyuge hubiera realizado cualquier operaci¨®n inmobiliaria con el ejecutivo europeo.
La segunda iba dirigida contra la esposa del comisario responsable de presupuestos, el finland¨¦s Erkki Liikanen, acusada de firmar un contrato con la Comisi¨®n. El comisario acudi¨® raudo a la sala de prensa para defenderse. Reconoci¨® la firma de un contrato, pero aclar¨® que su mujer lo hab¨ªa hecho en nombre del Gobierno del Finlandia y no en provecho propio. "Me temo que venimos de culturas distintas, porque en mi pa¨ªs se reconoce el mismo derecho a tener una vida profesional propia al hombre y a la mujer", afirm¨® desafiante. Y explic¨® que su mujer era funcionaria desde 1972 y que ¨¦l no tiene ning¨²n derecho a inmiscuirse en su vida profesional.
Al margen de la convicci¨®n o no de las palabras de Santer y Liikanen, crece la sensaci¨®n de que esta Comisi¨®n se encuentra irremediablemente paralizada por la actual crisis. Las apelaciones de Santer a la gesti¨®n realizada en los ¨²ltimos a?os, desde el euro al Tratado de Amsterdam, topan con el muro terrible de las peque?as corruptelas. Y crece tambi¨¦n la sensaci¨®n de que quienes se vieron beneficiados por ¨¦stas en el pasado y aparecen ahora se?alados por el dedo tienen no s¨®lo mucha informaci¨®n, sino un gran dominio de los tempos informativos. Un caso sucede a otro. Primero, las contrataciones irregulares en la oficina humanitaria Echo, en la ¨¦poca en que depend¨ªa del comisario Manuel Mar¨ªn. Luego, las discutibles asesor¨ªas contratadas en su entorno amistoso por la comisaria Edith Cresson. Despu¨¦s, la suspensi¨®n de un funcionario por enviar al Parlamento Europeo un informe sobre denuncias de corrupci¨®n. Ahora, acusaciones contra Santer y Liikanen.
Una suma continua de peque?os casos que no permiten descartar una victoria de la censura, aunque s¨®lo los socialistas alemanes, los liberales y la extrema derecha la defienden. Los populares espa?oles se declararon ayer a favor de la abstenci¨®n o el voto en contra de la censura porque, seg¨²n su l¨ªder, Gerardo Galeote "ser¨ªa un acto de irresponsabilidad" provocar la ca¨ªda de la Comisi¨®n. Galeote se opuso tambi¨¦n a exigir la dimisi¨®n de los comisarios m¨¢s afectados por las acusaciones, Mar¨ªn y Cresson. Aunque matiz¨® que "en el caso de Cresson s¨ª parece probado que ha habido nepotismo, pero en el de Mar¨ªn las irregularidades corresponden a sus servicios".
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