La marabunta va de compras
Miles de madrile?os convierten los grandes almacenes en un inmenso fest¨ªn del consumo durante el primer d¨ªa de rebajas
Ayer tocaba ser respetuoso con los rituales. El 19 de marzo, D¨ªa del Padre; el 12 de octubre, el Pilar; el 25 de diciembre, Navidad; el 7 de enero, las rebajas. Sucede as¨ª desde que el mundo es mundo, o, como m¨ªnimo, desde que la sociedad de consumo es sociedad de consumo. Decenas de miles de madrile?os acudieron ayer en tropel al reclamo de las grandes superficies comerciales para cumplir con este hito pagano y fundamental del calendario, para enfrentarse cara a cara con el no va m¨¢s del precio irresistible, la oferta portentosa, el descuento voraz. Porque las rebajas de enero se prolongan, en rigor, durante casi dos meses (este a?o, en la mayor parte de los casos, hasta el pr¨®ximo 28 de febrero), pero no nos enga?emos: nada en el esforzado deporte de la caza de la ganga es equiparable a ese primer d¨ªa en el que la autoridad, por fin, levanta la veda. Ahora somos m¨¢s europeos, le hemos pedido una potente eurocalculadora a los Reyes Magos, nos comunicamos con la t¨ªa de Alcal¨¢ por correo electr¨®nico y ya no vemos la segunda cadena o UHF, sino el Discovery Channel digitalizado y v¨ªa sat¨¦lite. Pero hay cosas que no cambiar¨¢n nunca. Por ejemplo, la lucha despiadada, a pie de expositor, por ese art¨ªculo rebajado al que se le cuelga el inquietante cartel de "existencias limitadas". Vale que cada vez hay menos se?oras (y se?ores) dispuestas (y dispuestos) a hacer guardia en la puerta del templo comercial a la espera de que lleguen las diez de la ma?ana y el guarda de turno libere las puertas. Pero a eso del mediod¨ªa, deambulando ayer por las siete plantas de un conocido coloso del comercio en la calle de la Princesa, quedaba muy claro que a la marabunta le encanta ir de compras.
Nunca se ha podido determinar con exactitud si el gent¨ªo que se sumerge todos los 7 de enero en los grandes almacenes lo hace para celebrar el final del periodo navide?o o para combatir la depresi¨®n de esta misma circunstancia. En cualquiera de los dos casos, el fen¨®meno se repiti¨® ayer en toda su extensi¨®n. Una vendedora de La Farola contemplaba el ajetreo de entradas, salidas y empujones en la puerta del mencionado local con un gesto de abierto escepticismo. "El dinero lo dejan dentro. El peri¨®dico se vend¨ªa un poco mejor en Navidad. Ahora, ya no tanto", relataba la mujer.
Ah¨ª dentro, en efecto, el ajetreo era feroz. Una legi¨®n de mujeres examinaba con denuedo un caj¨®n entero de bolsos de piel a 9.995 pesetas. Pero la busca y captura del chollo sin paliativos dej¨® hace tiempo de ser un asunto eminentemente femenino. Ahora tambi¨¦n hay mucho estudiante, parado, jubilado, oficinista encorbatado que se fuga a la hora del caf¨¦ y joven en proceso de emancipaci¨®n por la v¨ªa lenta. Y todos ellos se suman a la fiesta de las rebajas con parecido entusiasmo al de quienes ya se dicen veteranos en eso de inspeccionar y rebuscar en cajones, mostradores y anaqueles.
Dos de los integrantes de esa nueva generaci¨®n de compradores, Dani y V¨ªctor, compa?eros de clase de 17 a?os, se fogueaban en el arte del busque y compare frente al expositor de una conocida marca de calzado juvenil. "A m¨ª ya me trajeron unas botas los Reyes, aunque imagino que a mis viejos les cost¨® bastante m¨¢s que eso", comentaba el segundo, apuntando al reluciente cartel de 9.495 pesetas. "A m¨ª me hacen falta unas", respond¨ªa el amigo, con gesto reflexivo: "Ahora, con las zapatillas, el tema est¨¢ cada vez m¨¢s jodido". Pero ?qu¨¦ tema? "Lo de entrar en los garitos, hombre", aclara al periodista como quien hablara con un marciano. E ilustra: "Si se te olvida el DNI, a m¨ª me terminan dejando pasar con el carn¨¦ de socorrista. Pero con zapatillas, hay sitios en los que ni hablar del peluqu¨ªn".
Bullicio universal
Pasa la ma?ana y el ambiente contin¨²a siendo de pleno bullicio en todo ese universo de carteles coloristas y "ofertas m¨¢gicas" por obra y gracia del mism¨ªsimo David Copperfield. S¨®lo en alg¨²n rinc¨®n m¨¢s o menos selecto, como el de la secci¨®n de alta peleter¨ªa, puede respirarse un cierto sosiego: y eso que el flamante vis¨®n de lomo escandinavo que costaba 975.000 pesetas se oferta desde ayer con un 15% de descuento. En la planta de deportes, las etiquetas de un ch¨¢ndal de marca marcan 9.995 donde dos d¨ªas antes se le¨ªa 16.995. Tentador, sin duda; pero la chiquiller¨ªa parece m¨¢s seducida por la camiseta conmemorativa de la s¨¦ptima Copa de Europa, mil pesetas m¨¢s barata que cuando Sus Majestades de Oriente andaban en pleno traj¨ªn.
Tanta clientela se agolpa en el local que hasta parece inevitable recurrir al juego de codos y al vertiginoso movimiento de cintura para hacerse un hueco junto a los cajetines con los libros de oferta. Por 595 pesetas, el ¨¢vido lector puede llevarse a casa Reinventando la excelencia, un libro gord¨ªsimo de Tom Peters en el que se relatan las ventajas de trabajar desde casa. Veinte duros a¨²n m¨¢s barato espera alguna mano amiga un ensayo sobre los colaboradores del presidente, Detr¨¢s de Aznar. El volumen sobre los socialistas ut¨®picos queda para el mont¨®n de a 295.
A la salida, una mujer desenfunda el m¨®vil para facilitar informaci¨®n de primera mano. "Los pijamas, en la segunda planta, los tienen a 4.495, de tacto muy cari?oso". Y aclara: "Mi nuera. Ella vendr¨¢ esta tarde".
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