Una potencia que pide paso
Alemania asume la presidencia de la Uni¨®n Europea justo en los momentos en que lucha por recuperar en la escena mundial su protagonismo de anta?o, tanto en el terreno pol¨ªtico como en el econ¨®mico
Alemania asume la presidencia de la Uni¨®n Europea con aires renovados y din¨¢micos. Su mandato coincide con el nacimiento del euro, creado a imagen y semejanza del marco; la m¨¢xima autoridad monetaria de los Once, el Banco Central Europeo, es una fiel copia del Bundesbank, el banco federal alem¨¢n, e incluso su sede est¨¢ en Francfort. Los renovados intentos del Gobierno de Bonn para formar parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas vienen a coincidir tambi¨¦n con la inminente recuperaci¨®n de Berl¨ªn como capital federal. Todo un s¨ªmbolo. Pero quiz¨¢s sea en el terreno econ¨®mico donde mejor pueda medirse el papel que la nueva Alemania comienza a desempe?ar en el concierto de las naciones. Con un potencial econ¨®mico equivalente a algo m¨¢s de la mitad que Jap¨®n y algo menos de tres veces el de Estados Unidos, Alemania se eleva, sin embargo, muy por encima de sus vecinos comunitarios. El producto interior bruto (PIB) germano se acercar¨¢ en 1998 a los 2,4 billones de d¨®lares, frente a los 1,5 billones de Francia, a los 1,2 de Italia o a los 1,1 billones del Reino Unido. La econom¨ªa alemana es capaz de crear cuatro veces m¨¢s riqueza al a?o que la espa?ola.
Este dinamismo alem¨¢n se refleja, l¨®gicamente, en el campo empresarial. Las compa?¨ªas germanas, que han aprovechado la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn para achatarrar a sus competidores m¨¢s modestos de la antigua Rep¨²blica Democr¨¢tica, dedican todos los a?os m¨¢s de 800.000 millones de pesetas (equivalente al 2,4% del PIB alem¨¢n) a investigaci¨®n y desarrollo, la tasa m¨¢s alta del Viejo Continente. Eso les ha permitido, junto a unas finanzas saneadas, emprender la conquista de cada vez m¨¢s amplias ¨¢reas en sus respectivos sectores a nivel internacional.
Dinamismo empresarial
El primer objetivo de esta ofensiva ha sido su tradicional Lebensraum (su patio trasero) del Este, especialmente Polonia, Rep¨²blica Checa, Hungr¨ªa, Eslovenia y Estonia, en los que el pa¨ªs germano ha realizado ingentes inversiones desde la ca¨ªda del comunismo, gracias a lo cual controla buena parte de sus econom¨ªas. Como ejemplo, de los 4,3 billones de pesetas de inversiones directas realizadas por Alemania en el exterior en 1997, 1,9 billones estuvieron dirigidos a estos pa¨ªses ex comunistas, precisamente los primeros candidatos a integrarse en la Uni¨®n Europea a partir del a?o 2006. Empresas emblem¨¢ticas del Este como la checa Skoda han pasado a ser propiedad alemana.
As¨ª que no es casual que, a lo largo de 1998, las empresas germanas hayan realizado otras importantes operaciones sobre otras sociedades occidentales de primera fila. El mayor banco privado alem¨¢n, el Deutsche Bank, compr¨®, el pasado 30 de noviembre, el norteamericano Bankers Trust por 1,35 billones de pesetas, convirti¨¦ndose en la primera entidad bancaria mundial, con un balance de 125 billones de pesetas. Ese mismo d¨ªa, la qu¨ªmica Hoechst anunci¨® la fusi¨®n de su rama farmac¨¦utica con la de la francesa Rh?ne Poulenc, creando una sociedad que comparte con Glaxo Wellcome el primer lugar del r¨¢nking mundial de farmacia, con un negocio de 2,9 billones de pesetas anuales. Tres d¨ªas antes, la compa?¨ªa germana Viag AG absorb¨ªa a la suiza Algroup (antigua Alusuisse Lonza), dando origen al sexto grupo metal¨²rgico alem¨¢n, con una cifra de negocios de 3,45 billones de pesetas.
El grupo Bertelsmann, que encabeza el r¨¢nking del mundo editorial, adquiri¨® hace unos meses el 50% del negocio de venta de libros por Internet de la cadena estadounidense Barnes & Noble, por la que pag¨® 29.000 millones de pesetas.
Tampoco hay que olvidar otros sectores punteros como es el aeron¨¢utico. Dasa, que participa en el consocio Airbus, est¨¢ librando una dura batalla para compartir con la francesa A¨¦rospatiale el montaje de estos aviones, que ahora s¨®lo se realiza en Toulouse. Adem¨¢s, la participaci¨®n de la empresa alemana en el proyecto del caza europeo, el Eurofighter, est¨¢ impulsando sus intentos de fusi¨®n con British Aerospace, lo que supondr¨ªa el aislamiento del sector de defensa a¨¦reo franc¨¦s. Hace a?os, cuando Dasa lleg¨® a un acuerdo tecnol¨®gico con la japonesa Mitsubishi, la prensa gala no dej¨® de recordar que era "sintom¨¢tica" la aproximaci¨®n de los antiguos constructores de los Messerschmitt y los Zero, los dos cazas de combate m¨¢s populares del Eje en la Segunda Guerra Mundial. El ramo del autom¨®vil, sin embargo, es el que ha contabilizado un mayor nivel de actividad de las compa?¨ªas alemanas. La marca de lujo BMW hab¨ªa adquirido la brit¨¢nica Rover en 1994 por unos 70.000 millones de pesetas, pero en 1998 fue Volkswagen la que se qued¨® con Rolls Royce, el emblem¨¢tico coche ingl¨¦s, por unos 100.000 millones de pesetas, en una curiosa operaci¨®n por la que ceder¨¢ el uso de esta marca a BMW dentro de tres a?os. Y ah¨ª no termina la historia. Estos d¨ªas VW opta a quedarse con la divisi¨®n de autom¨®viles de la sueca Volvo, que hace a?os rompi¨® sus relaciones con Renault.
Con un pie en Detroit
Pero ha sido la compra de una de las tres grandes compa?¨ªas de Detroit (EE UU) lo que ha definido el signo de la pujanza de las empresas alemanas. Daimler Benz (Mercedes) pag¨® 40.000 millones de d¨®lares (unos 5,8 billones de pesetas) por Chrysler, creando el tercer grupo mundial del sector -y la quinta empresa a nivel mundial, con una cifra de negocios de 132.700 millones de d¨®lares, unos 19,24 billones de pesetas anuales- a trav¨¦s de la novena mayor fusi¨®n de la historia. Los economistas neoliberales norteamericanos ven¨ªan prediciendo hace a?os el colapso de las empresas europeas -y especialmente de las alemanas- a causa de lo que consideraban un excesivo intervencionismo del Estado, del encorsetamiento del mercado laboral y de los altos costes del Estado del bienestar, que se traduc¨ªan, seg¨²n ellos, en una insoportable carga impositiva. La realidad, sin embargo, es que ahora los consorcios alemanes est¨¢n compitiendo con los estadounidenses en su propio territorio. Iron¨ªas de un destino que empieza a tener tambi¨¦n apellido alem¨¢n.
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