Tres siglos de desnudos en salas reservadas
Javier Port¨²s estudia desde el camerino de Felipe II a los espacios del Museo del Prado
A trav¨¦s del ojo de la cerradura se ve un detalle de El juicio de Paris, de Rubens. El resto del libro La sala reservada del Museo del Prado y el coleccionismo de pintura de desnudo en la corte espa?ola, 1554-1838 (Museo del Prado) es una investigaci¨®n del historiador Javier Port¨²s, de 37 a?os, sobre el destino de cuadros de Tiziano, Rubens, Durero, Correggio, Vel¨¢zquez y Goya durante tres siglos. Port¨²s descubre el lugar del Alc¨¢zar "donde su magestad se retira despu¨¦s de comer", la orden de Carlos III de quemar las pinturas y anula la leyenda de un Carlos IV pir¨®mano.
Javier Port¨²s forma parte de la ¨²ltima generaci¨®n de conservadores del Museo del Prado. Con una tesis sobre la teor¨ªa del arte en Lope de Vega, sus estudios se centran en el Siglo de Oro, los h¨¢bitos visuales de la poblaci¨®n ante la pintura y la teor¨ªa del arte. En los ¨²ltimos a?os se ha dedicado a rastrear las salas donde los reyes y los nobles guardaban los cuadros de desnudo, desde el camerino de Felipe II, con obras de Tiziano, a los espacios en el Museo del Prado y la Academia de San Fernando. Como anticipo de su trabajo, intervino en el ciclo de conferencias sobre El desnudo en el Museo del Prado (Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores), que acaba de aparecer en libro. Hasta ahora se conoc¨ªan episodios aislados, como la intenci¨®n de Carlos III de destruir una selecci¨®n de cuadros "que mostraban demasiada desnudez para mandarlos quemar", o el gabinete reservado de Manuel Godoy, que conten¨ªa La Venus del espejo, de Vel¨¢zquez, y las majas de Goya. Port¨²s ha situado la historia de las salas reservadas en el coleccionismo, el poder y el desnudo como g¨¦nero pict¨®rico, tras la reuni¨®n inicial de cuadros mitol¨®gicos o de historia sagrada. En su libro dedica los cap¨ªtulos de la pintura del desnudo en la Espa?a del Siglo de Oro, las salas de desnudos en los palacios de los Austrias. mitolog¨ªa y erotismo en el coleccionismo privado, pinturas reclusas y reyes carceleros, erotismo y censura en el Siglo de las Luces y las salas reservadas de la Academia de San Fernando y del Prado hasta 1838.
"El n¨²cleo central de la colecci¨®n est¨¢ dominado por obras de car¨¢cter sensual pero Felipe IV encierra la parte m¨¢s privada de su colecci¨®n", declara Javier Port¨²s. "De esta forma, las salas reservadas no s¨®lo responden a un ambiente hostil e inquisitorial sino que contienen un gusto est¨¦tico muy personal, con piezas emotivas y m¨¢s sensuales, de las escuelas veneciana y flamenca".
Con Felipe II y su camerino comienza la historia de las salas privadas. La serie de Poes¨ªas de Tiziano estaba destinada a formar parte de un espacio privado y cerrado, con una serie de juegos en las composiciones de los cuadros. Port¨²s advierte que no hay pruebas documentales sobre este camerino, que se supone en el Alc¨¢zar de Madrid. Tambi¨¦n se?ala que no hay contradicciones entre el comportamiento privado de Felipe II y la moral p¨²blica. Lo que se define en el coleccionismo real es un inter¨¦s por la sensualidad, en obras de desnudo y mitol¨®gicas, que representan por el color y las emociones los valores m¨¢s altos del arte. Felipe III mand¨® retirar los cuadros "para no ofender a su modestia y gran virtud".
Felipe IV es el gran impulsor de la colecci¨®n real. Se realizan obras de reformas en el Alc¨¢zar y en 1626 aparece en la parte norte una zona con retratos familiares y cuadros de desnudo, que se tapaban para no ofender a la reina. "Se identifica la parte privada del Alc¨¢zar, por su decoraci¨®n, con los desnudos de Tiziano y otras obras que aparecen en el inventario de 1636. Es tambi¨¦n el coraz¨®n pict¨®rico de los gustos de Felipe IV, donde se unen una vez m¨¢s la sensualidad con una historia personal".
En las llamadas b¨®vedas Tiziano se unen los encargos de Rubens, como Las tres gracias, y las compras de Vel¨¢zquez en su segundo viaje a Italia. Con Carlos II y Felipe V apenas se modifica la situaci¨®n, salvo algunos regalos de obras que salieron de Espa?a.
El episodio m¨¢s conocido es el de Carlos III y su intenci¨®n de quemar una selecci¨®n de una docena (Tiziano, Durero, Rubens), que se salvaron por la intervenci¨®n del pintor Mengs a trav¨¦s de Floridablanca. La soluci¨®n estaba de acuerdo con la ideolog¨ªa ilustrada, al dedicarse los cuadros a la ense?anza de artistas en la Academia. En su libro, Javier Port¨²s neutraliza la leyenda de que Carlos IV tambi¨¦n quiso quemar cuadros, "en un momento de arrebato". La realidad es que la Academia solicit¨®, a trav¨¦s del marqu¨¦s de Santa Cruz, unos 25 cuadros de pintores venecianos y flamencos para la clase de colorido. Carlos IV entreg¨® "los menos indecentes" y se depositaron en la Academia con acceso limitado, pasando despu¨¦s al Prado.
Una gran parte del estudio de Port¨²s est¨¢ dedicado a la sala reservada del Prado, con 74 obras seg¨²n el inventario de la testamentar¨ªa de Fernando VII, en 1834. La sala estaba en la planta baja, cerca de la puerta de Murillo, donde hasta hace poco se montaron las pinturas negras de Goya.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.