Di¨¢logos sobre Catalu?a
Acaba de publicarse un libro en cuya redacci¨®n hemos participado periodistas, catedr¨¢ticos de varias disciplinas, pol¨ªticos y profesionales catalanes y no catalanes. Lo han titulado Espa?a-Catalunya. Un di¨¢logo con futuro. No me gusta el t¨ªtulo Espa?a-Catalunya; parece enfrentar t¨¦rminos que para m¨ª no pueden, no deben estar separados ni enfrentados. Catalu?a, desde el siglo XV es una parte de la patria, o de la naci¨®n, que llamamos Espa?a. Una parte diferenciada por su fort¨ªsima identidad cultural, cultura hecha a trav¨¦s de una poderosa lengua propia, y econ¨®mica que, en el resto de Espa?a, como puso de manifiesto Ignacio Wert, encuestas y n¨²meros por delante, suscita sentimientos de admiraci¨®n y rechazo; rechazo no exento de envidia, y bastante desconocimiento de lo que es Catalu?a. El libro naci¨® despu¨¦s de sendas reuniones en El Paular y en Aigua Blava patrocinadas, generosamente, por el Institut d"Estudis Humanistics Miquel Coll i Alentorn. Fueron reuniones en las que hablamos mucho, cada uno desde sus propias ideas y convicciones, a veces antag¨®nicas, incluso tormentosas, casi siempre diferentes, pero siempre, y eso es lo positivo, sinceras. Patriarcal, serena la presidencia de Joan Rigol. Inteligente, r¨¢pido, agudo, fuerte, en sus intervenciones en Aigua Blava, Dur¨¢n i Lleida. Me alegr¨¦ de poder hablar con ¨¦l. Es uno de los pol¨ªticos m¨¢s seguros y capaces de la escena pol¨ªtica espa?ola, y catalana, por supuesto.
Es dif¨ªcil hacer una s¨ªntesis de lo hablado en sesiones de trabajo, desayunos, paseos, comidas y cenas. Toda s¨ªntesis pierde, quiz¨¢s, lo m¨¢s importante, lo que el libro tampoco recoge, los matices, las impresiones que unos y otros nos hemos causado, lo que queda dentro positivo o negativo. Pero, a efectos de este art¨ªculo, lo que voy a decir creo que vale.
Qu¨¦ piden los catalanes con los que estuvimos. Piden que su identidad cultural y econ¨®mica se refuerce con una verdadera "sobirania" (soberan¨ªa) fiscal y pol¨ªtica. No se conforman ya con su actual autonom¨ªa, igual, seg¨²n ellos, a las de las dem¨¢s autonom¨ªas espa?olas; quieren un trato diferencial, asim¨¦trico; para ello piden una lectura generosa de la actual Constituci¨®n o, si fuera necesario, su reforma. En cualquier caso, consideran que en el actual marco estatutario Catalu?a no puede desarrollarse plenamente como la naci¨®n, nacionalidad, que es.
Nosotros, o casi todos nosotros, opin¨¢bamos, que contra todo pron¨®stico en 1977, 1978, Espa?a consigui¨® la libertad y la democracia de las que hoy gozamos; con el consenso alcanzado en libertad y democracia se pudo redactar y aprobar la Constituci¨®n por la nos gobernamos; la Constituci¨®n que garantiza los estatutos de autonom¨ªa, y gracias al suyo "se ha iniciado un periodo que ha comportado para Catalu?a progresos que no se hab¨ªan dado en siglos, de todo orden, en el ¨¢mbito econ¨®mico, sin duda, en el reconocimiento internacional de nuestro pa¨ªs, tambi¨¦n en el ¨¢mbito del progreso de nuestra realidad nacional, en el incremento del autogobierno, en el de la recuperaci¨®n de nuestra lengua, en el de la extensi¨®n de la conciencia nacional..." (traduzco literalmente a Dur¨¢n i Lleida, discurso en el Consell Nacional de Uni¨® en mayo de 1997). Tambi¨¦n sostuvimos que se pod¨ªa seguir avanzando en la extensi¨®n, cantidad y calidad de las facultades estatutarias desde la actual Constituci¨®n, incluido el autogobierno; que no se podr¨ªa, a la hora de buscar soluciones asim¨¦tricas, ni olvidar los preceptos constitucionales ni dejar de lado el hecho de que en las dem¨¢s autonom¨ªas la conciencia de su identidad era cada vez m¨¢s fuerte, y no soportar¨ªan de buen grado que hubiera un trato diferente para alguna de ellas; que consider¨¢bamos (Rubio Llorente y yo) a Espa?a patria com¨²n de todos los espa?oles, cualquiera que fuese su nacionalidad o regi¨®n, y que desde estas premisas cre¨ªamos que era mucho lo que se pod¨ªa conseguir sin plantear una dif¨ªcil y arriesgada crisis constitucional. Para m¨¢s detalles, ah¨ª est¨¢ el libro.
Despu¨¦s han venido las declaraciones de Barcelona, Estella y Santiago de Compostela, y en la actualidad espa?ola ha quedado planteado por los l¨ªderes de los partidos nacionalistas, con distinta intensidad en cada ciudad y caso, un problema pol¨ªtico de primera magnitud, quiz¨¢s el m¨¢s importante de los que hoy tiene planteada la democracia constitucional espa?ola.
No s¨¦ qu¨¦ soluci¨®n tiene, ni la intensidad que puede alcanzar el conflicto entre los partidos nacionalistas que lo plantean y el resto de los partidos y fuerzas democr¨¢ticas espa?olas. Creo que no se puede intentar imponer una soluci¨®n por una o algunas de las partes de la patria constitucional, que es Espa?a, como acertadamente se?al¨® Rubio Llorente (art¨ªculo 2 de la Constituci¨®n) contra todas las dem¨¢s, porque, adem¨¢s, la soberan¨ªa no radica en ninguna de esas partes, sino en el pueblo espa?ol (art¨ªculo 1,2 de la Constituci¨®n). Tampoco se resolver¨¢ el conflicto ignor¨¢ndolo. Creo que si ha de tener soluci¨®n, ser¨¢ con tiempo y mucho di¨¢logo; sin ser excluyentes, simplificadores ni menos violentos. Y tambi¨¦n creo que para alcanzar alguna forma de consenso es preciso conocerse mejor, mucho mejor, de lo que ahora nos conocemos; conocerse e intentar comprenderse unos a otros, nacionalistas y no nacionalistas, y, me atrevo a decir que cada uno conozca a¨²n mejor su propia realidad, la que subyace bajo los mitos, los prejuicios, el deseo de que las cosas sean lo que no son. Conseguirlo no es f¨¢cil, pero la libertad, la democracia y la Constituci¨®n, lealmente respetadas, son la gu¨ªa y la garant¨ªa del camino a seguir.
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