Socializaci¨®n
IMANOL ZUBERO Si es cierta la informaci¨®n hecha p¨²blica por la agencia Europa Press, el sindicato LAB maneja un documento seg¨²n el cual propondr¨¢ al Foro de Lizarra una estrategia de socializaci¨®n del Acuerdo suscrito el pasado 13 de septiembre. Seg¨²n el citado documento, el objetivo ser¨ªa "entrar en todas las casas y llegar a todos los niveles sociales", creando para ello "una bruma informativa para mojar toda la sociedad". Me parece importante que empiece a manejarse expl¨ªcitamente el concepto de socializaci¨®n en la pol¨ªtica vasca, y especialmente entre quienes mantienen posiciones m¨¢s radicales. Me parece importante porque pensar la acci¨®n pol¨ªtica en t¨¦rminos de socializaci¨®n supone asumir con todas sus consecuencias la construcci¨®n de realidades pol¨ªticas como un proceso social complejo. La socializaci¨®n es el proceso mediante el cual los individuos no s¨®lo aprenden los significados socialmente objetivados, sino que adem¨¢s se identifican con ellos y son modelados por ellos. Los hacen suyos, los convierten en sus significados. Se convierten no s¨®lo en alguien que posee esos significados, sino en quienes los representan y los expresan. Pero nadie puede hacer suyo lo que no siente como propio; nadie puede representar aquello que siente como una imposici¨®n; nadie puede expresar aquello que no cree. Por eso, resulta sorprendente que el referido sindicato considere que bastan con unos escasos tres meses (en el documento se considera finalizada la fase de socializaci¨®n para el mes de marzo) para lograr ese objetivo de la socializaci¨®n de Lizarra. Que nadie se equivoque: no es lo mismo "socializar el sufrimiento" que socializar proyectos pol¨ªticos. La socializaci¨®n del sufrimiento es sencilla e inmediata: basta con amenazar, agredir y amedrentar. La violencia es su mecanismo de extensi¨®n. Basta con golpear para que el sufrimiento exista. En este sentido, la idea de socializaci¨®n se ve reducida a mera extensi¨®n: cuantos m¨¢s sufran, cuanto m¨¢s sufran, mejor. El sufrimiento se impone y no hay nada que des-socialice m¨¢s que la imposici¨®n, nada que desmovilice m¨¢s, que deshumanice m¨¢s, que desmoralice m¨¢s. Esto es algo que fue reiteradamente denunciado por Rosa Luxenburg en sus an¨¢lisis cr¨ªticos de la revoluci¨®n bolchevique, insistiendo en que la pr¨¢ctica del socialismo exig¨ªa una completa transformaci¨®n espiritual en las masas degradadas por siglos de dominaci¨®n burguesa -"instintos sociales en lugar de instintos ego¨ªstas, iniciativa de las masas en lugar de inercia"-, siendo por el contrario los medios utilizados por Lenin (decretos, poderes dictatoriales de los directores de f¨¢brica, penas draconianas, reinado del terror) m¨¦todos que frenaban ese renacer. "El ¨²nico camino que a ¨¦l conduce- opinaba Rosa Luxenburg- "es la escuela misma de la vida p¨²blica, la m¨¢s ilimitada y amplia democracia de la opini¨®n p¨²blica. Es justamente el terror lo que desmoraliza" (La revoluci¨®n rusa, 1918). La socializaci¨®n pol¨ªtica es un proceso largo, complejo, no lineal, que precisa todo menos violencia e imposici¨®n. Quien pretenda socializar sus ideas y objetivos s¨®lo puede pretender convencer a los ciudadanos. No puede jugar s¨®lo a ganar. La met¨¢fora de la bruma no resulta adecuada a una correcta intelecci¨®n de lo que la socializaci¨®n supone y exige. La bruma oculta los obst¨¢culos, distorsiona la percepci¨®n, dificulta la orientaci¨®n. De la bruma no hay protecci¨®n posible; para evitarla s¨®lo cabe dejar la calle y refugiarse en un lugar cerrado. Hay una figura meteorol¨®gica mucho m¨¢s adecuada: ese sirimiri que cae suave pero persistentemente empapando la tierra, que moja sin agobiar, del que puedes dejarte empapar, pero del que igualmente puedes protejerte con facilidad sin abandonar la calle. Lizarra -o la Constituci¨®n, lo mismo vale para cualquier proyecto pol¨ªtico- como sirimiri o como bruma... Esa es la cuesti¨®n.
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