Zabaleta muri¨® en una operaci¨®n de represalia de 'ultras' atl¨¦ticos, seg¨²n la acci¨®n popular
La muerte de Aitor Zabaleta fue consecuencia de una acci¨®n de represalia minuciosamente preparada por el grup¨²sculo ultraderechista Basti¨®n, seguidor del Atl¨¦tico de Madrid. As¨ª lo sostiene el Movimiento contra la Intolerancia, organizaci¨®n no gubernamental personada en el caso como acci¨®n popular. Esta entidad ofreci¨® ayer una reconstrucci¨®n, elaborada a partir de las declaraciones de testigos, en la que sostiene que en el homicidio participaron unos 50 ultras, que, comunicados con tel¨¦fonos m¨®viles y subidos en coches, acechaban la llegada de los seguidores de la Real Sociedad para darles un escarmiento en venganza por un apedreamiento sufrido en San Sebasti¨¢n.
"?Ver¨®nica, que me han pinchado!". Eran las seis de la tarde del pasado 8 de diciembre. Aitor Zabaleta, de 28 a?os, acababa de recibir un navajazo en el costado. Pese a la herida, a¨²n consigui¨® andar unos metros. Luego, ante su novia, Ver¨®nica Olivares, cay¨® frente a la puerta 6 del estadio de f¨²tbol Vicente Calder¨®n. Nueve horas despu¨¦s falleci¨® en la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz.
La muerte de este seguidor de la Real Sociedad, que hab¨ªa acudido a Madrid junto a otros aficionados donostiarras para ver a su equipo jugar contra el Atl¨¦tico, desat¨® una intensa intervenci¨®n policial. Desde un principio las sospechas se dirigieron hacia el grup¨²sculo Basti¨®n, una facci¨®n ultra escindida del Frente Atl¨¦tico, la hinchada m¨¢s extremista de los rojiblancos.
Su cabecilla, as¨ª como otros integrantes de este grupo violento, fueron detenidos. Entre ellos figuraba el supuesto autor del crimen y ¨²nico imputado que sigue en prisi¨®n, Ricardo Guerra Cuadrado, de 23 a?os, con numerosos antecedentes policiales y que en el momento del arresto cumpl¨ªa por un apu?alamiento una condena en r¨¦gimen de tercer grado (dorm¨ªa en ella de lunes jueves y sal¨ªa los fines de se mana).
Diligencias secretas
Las pesquisas que condujeron hasta su detenci¨®n fueron de claradas secretas en su d¨ªa por la titular del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 40 de Madrid, Mar¨ªa del Rosario Esteban Meilar. Ahora, la acci¨®n popular, que ha presentado una querella por asesinato y asociaci¨®n ilegal, sostiene que ha conseguido recabar los testimonios aportados por testigos del crimen.
El relato enhebrado por Movimiento contra la Intolerancia sostiene que unos 50 o 60 ultras, divididos en peque?os grupos, estaban apostados desde tres horas antes de la celebraci¨®n del partido en las inmediaciones del estadio. Su objetivo era dar un escarmiento a los aficionados donostiarras en venganza por el apedreamiento que sufri¨® un autob¨²s atl¨¦tico en una visita al estadio de Anoeta. "Estaban comunicados por tel¨¦fonos m¨®viles y, cuando vieron a los seguidores de la Real Sociedad entrar en un bar, se avisaron unos a otros y se pusieron en disposici¨®n de ataque", seg¨²n el presidente de Movimiento contra la Intolerancia, Esteban Ibarra.
Algunos aficionados vascos, siempre de acuerdo con esta reconstrucci¨®n, se percataron de la amenaza y decidieron retirarse del bar. Ya en la calle, los donostiarras, unos 30, se encontraron con una avalancha de ultras atl¨¦ticos que se dirig¨ªan hacia ellos.
En ese momento entraron en escena dos coches, de los que descendieron supuestamente seis j¨®venes armados con navajas. "Hubo una intervenci¨®n de la polic¨ªa, pero los agentes fueron desbordados", relat¨® Ibarra.
Al retirarse del lugar, Aitor y su novia vieron c¨®mo los hinchas, en su embestida, arrollaban a una mujer que iba con su hija. Aitor, siempre seg¨²n la reconstrucci¨®n de la acci¨®n popular, se dio la vuelta y recrimin¨® a los ultras su agresi¨®n. Fue entonces cuando recibi¨® la pu?alada en el pecho.
"Aitor fue una v¨ªctima aleatoria, pero de un ataque organizado. Y eso lo vamos a perseguir en este proceso, porque el nuevo C¨®digo Penal nos da un instrumento para buscar el castigo para un grupo ilegal como Basti¨®n. Es un ejemplo m¨¢s de la violencia organizada que rodea el f¨²tbol y que muchas veces es alimentada por los clubes", afirm¨® Ibarra, cuya organizaci¨®n ha mantenido contactos con la familia de Aitor y ha acordado cooperar con la acusaci¨®n particular.
Fuentes cercanas a los familiares de los imputados restaron validez a las afirmaciones de Ibarra y recordaron que la juez mantiene el secreto del sumario.
"No bastan cuatro o cinco testimonios, recogidos no se sabe bien de d¨®nde, para montar una teor¨ªa conspiratoria sobre un grupo que ni siquiera se ha mencionado en las declaraciones", se?alaron.
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