La crisis que pudo ser J. J. P?REZ BENLLOCH
Dudo que quede algo por a?adir a lo dicho y escrito sobre el desmarque partidario y dimisi¨®n de la ex consejera de Agricultura, Mar¨ªa ?ngels Ram¨®n-Llin. El episodio ha movilizado las plumas y opiniones m¨¢s cualificadas, hasta el punto de exprimirlo e hipertrofiarlo informativamente, otorg¨¢ndole el rango inadecuado de crisis de Gobierno, remodelaci¨®n del Consell o sesgo decisivo en la l¨ªnea pol¨ªtica del mismo. Nada de eso hubo en puridad y, sin embargo, as¨ª lo parece por la cantidad de morbo y especulaci¨®n decantada. Fen¨®meno que revela, en suma, la ausencia de problemas m¨¢s apremiantes. Aun a riesgo de abrumar a los lectores con consideraciones a toro pasado -dem¨¦rito que asumo- me aventuro a formular las siguientes. En primer lugar, las pertinentes a la consejera dimisionaria que, a mi entender, deja tras s¨ª un rastro de sospechas y, especialmente, la de que ha esperado el momento adecuado para golpear a su partido, no tanto por la "esquizofrenia" y "deslealtad" de ¨¦ste para con su socio de Gobierno del PP, como por el ninguneo personal que ha sufrido ella, la aniquilaci¨®n pol¨ªtica a que le abocaba el designio de los dirigentes -Villalba, Artagoitia y Piles- y los trapicheos que, a su pesar, le organizaban en la conselleria. Pero no ha sido p¨²blicamente tan expl¨ªcita. Puesta a romper la baraja, ?por qu¨¦ no ha tirado de la manta? Al fin y al cabo, la esquizofrenia aludida ya dura tres a?os largos. No ha hecho, ciertamente, una confesi¨®n general, pero entre lo que ella ha sugerido y su entorno ha filtrado es bastante para cortarle un traje a UV. Por m¨¢s que hayan celebrado jubilosamente conservar el ¨¢rea de Agricultura, imponiendo a su candidato, la verdad es que han quedado con el culo al aire, por taimados. ?O cre¨ªan que la docilidad de la consejera acabar¨ªa por conducirla a su propio holocausto? Como poco han de cargar con las consecuencias de este episodio y los indicios de sus mangoneos. En cuanto al presidente Zaplana, y al margen del maquiavelismo que le endosan sus cr¨ªticos e inquisidores, en tanto que supuesto mentor de esta ceremonia, coincidimos con Josep Torrent cuando escrib¨ªa en estas p¨¢ginas que el dirigente popular se encontr¨® con una pel¨ªcula para la que no ten¨ªa previsto un gui¨®n. Por eso, y mientras urd¨ªa un desenlace, opt¨® por lo que parec¨ªa m¨¢s obvio: la explotaci¨®n televisiva del trance, con lo que abon¨® la presunci¨®n de que era ¨¦l quien mov¨ªa los hilos y percib¨ªa los dividendos pol¨ªticos del conflicto, sin duda fastidioso para su coaligado regionalista. Sin embargo, no los mov¨ªa ni, a nuestro entender, supo explotar el ¨¦xito que se le brindaba. Sacudido por no pocas indecisiones, opt¨® por la salida menos traum¨¢tica, allan¨¢ndose a las exigencias e incluso intemperancias de los valencianistas, cuanto tuvo en su mano cortar el nudo gordiano y arrojarlos extramuros del poder, de las n¨®minas y de los pesebres. Bastaba no allanarse a sus requerimientos y organizar el Consell como le viniese en gana. ?Alguien cree seriamente en que se hubiera producido una desbandada al o¨ªr la voz de mando de UV ordenando la retirada? Prefiri¨® tender la mano, con lo que desactiv¨® la crisis que pudo ser y que probablemente ensue?a el Molt Honorable. Y una consideraci¨®n final para la izquierda. Tambi¨¦n la izquierda se tropez¨® con este regalo inesperado que le autorizaba a minar la consistencia del Consell y evocar cap¨ªtulos insignes de transfuguismo. Nada hemos de objetar a la sal gruesa del oportunismo, pues tampoco hay otra m¨¢s depurada. Pero la benevolencia tiene un l¨ªmite, que en esta circunstancia lo se?alaban la inepcia de mano con la insensatez. La inepcia, digo, de apuntarse a una moci¨®n de censura casi imposible, como hicieron el dirigente del PCPV, Joan Rib¨®, y el portavoz socialista, Antonio Moreno, y la insensatez que hubiera comportado entronizar al presidente unionista en la Generalitat. Y no tanto por el signo pol¨ªtico del mentado, que no le merma ning¨²n derecho ni aspiraci¨®n, sino por el favor con que se le obsequiaba al PP, convertido en v¨ªctima de una confabulaci¨®n contra natura que le garantizar¨ªa la mayor¨ªa absoluta. ?Menudo error! Y con todo ello llegamos al corolario: ha sido una traca de desprop¨®sitos de la que nadie ha sacado ventaja, pues les sorprendi¨® con el paso cambiado y escasos reflejos. Pronto sabremos si, adem¨¢s del ruido, la pirotecnia ha dejado alg¨²n chamuscado. La taifa del Ivaj Estaba cantado que la Sindicatura de Cuentas le sacar¨ªa los colores de cara al Instituto Valenciano de la Juventud (Ivaj) que dirige el peculiar fil¨®logo Joaqu¨ªn Lanuza, de la reputada cantera de UV. Pocos o ning¨²n organismo como ¨¦ste a la hora de practicar el clientelismo y confundir los recursos p¨²blicos con la faltriquera del partido. Subvenciones, becas, contratos y beneficios se han encauzado a menudo y sin rubor a los amigos. Y, por si faltaba algo, no han sido escrupulosos a la hora de comprobar los n¨²meros y documentos contables. Tan palmaria ha sido la irregularidad como reiterada su denuncia, sin que la gesti¨®n se enmendase. Apostar¨ªamos que desde el Consell se transig¨ªa con esta taifa, sabiendo que en su momento aflorar¨ªan estos desmadres y le ser¨ªan imputados al desahogado socio regionalista. Pues nada, nos damos por enterados: UV administra mal y barre para casa. Confiemos en que reciba su castigo electoral, pues de otro modo habremos hecho un pan como una hostia con dineros nuestros. Y como cada palo ha de aguantar su vela, anotemos que el S¨ªndic de Comptes no estuvo afortunado al divulgar las deficiencias del Ivaj: no era el momento ni, sobre todo, el lugar, tal cual le reprocha la oposici¨®n.
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