Otra izquierda para Espa?a
?No estamos a comienzos de a?o, a fin de milenio, reci¨¦n regresados a su establo los camellos de los Reyes Magos? Tiempo pues de s¨²plicas al destino, de anhelos proclamados en voz alta sin destinatario preciso o dirigidos "a quien corresponda", como las cartas de los suicidas. El m¨ªo lo cifro en las cuatro palabras que dan t¨ªtulo a esta nota. Pero har¨¢n falta algunas m¨¢s para justificarlo y orientar su alcance.Cuando hablo de "otra izquierda" no me refiero a una nueva formaci¨®n pol¨ªtica -ni la excluyo-, sino m¨¢s bien a un modo diferente de jugar la baza pol¨ªtica, a una interpretaci¨®n distinta de lo que hoy supone hacer pol¨ªtica de progreso y no de mero "mantenimiento" a la defensiva de lo agredido por la reacci¨®n. Una izquierda entendida como combinaci¨®n interactiva de principios ideales y an¨¢lisis pr¨¢cticos, nunca como declamaciones residuales inspiradas en la mentalidad de la difunta guerra fr¨ªa y puestas al servicio sectario de gremios enquistados en la vida parlamentaria. Una izquierda que refuerce, concrete y profundice los valores de la ciudadan¨ªa actual, no que justifique la tendencia a conculcarlos o "superarlos". En fin, me dir¨¢n ustedes que otra vez la cuadratura ret¨®rica del c¨ªrculo caucasiano. Pues disculpen pero ya les he advertido que este es un art¨ªculo pervertido por el idealismo atroz que inspira la convenci¨®n del A?o Nuevo.
Antes de empezar a patinar en el hielo de lo que deber¨ªa ser, empecemos por dar un par de patadas en el firme terreno de lo que ya no puede ser. No puede ser de izquierda racional la actitud que cierra los ojos (o a¨²n peor, que gui?a el ojo) ante el indecoroso enjuague del indulto a los secuestradores de Segundo Marey. Y a¨²n menos si tenemos que leerlo como anuncio de enjuagues venideros, sea en lo referente al caso de Lasa y Zabala o a otros cr¨ªmenes terroristas de signo opuesto. No creo en una reconciliaci¨®n de todos basada en la enemistad optativa de cada cual con el cumplimiento de las leyes que "perjudican" a sus colegas. La mayor¨ªa de las zalemas que ahora se hacen a las v¨ªctimas del terrorismo confunden los derechos del ciudadano con el auxilio a los damnificados, lo c¨ªvico con lo humanitario: porque lo primero que tienen derecho a esperar las v¨ªctimas de ETA o del GAL no es una subvenci¨®n o la bendici¨®n del obispo, sino justicia, es decir, el castigo jur¨ªdicamente adecuado de los culpables. La libertad de Barrionuevo, Vera y los dem¨¢s es la mala noticia con la que se cerr¨® el cincuentenario de la Declaraci¨®n de Derechos Humanos, cuyo momento m¨¢s feliz fue la detenci¨®n de Pinochet. Tampoco puede ser que las declaraciones de la izquierda sigan orientadas en lo internacional de acuerdo con par¨¢metros residuales de la antigua guerra fr¨ªa bipolar. Por ejemplo, en un brindis sueco, Saramago exhort¨® a los ciudadanos a salir a la calle reivindicando sus derechos y deberes; acto seguido corri¨® a mostrar de nuevo su apoyo a Fidel Castro, c¨¦lebre entre otras cosas por encarcelar a los cubanos que se portan como recomienda elocuentemente Saramago. Los turiferarios han alabado al premio Nobel por su coherencia... A otros se les ha o¨ªdo quejarse de que los recientes bombardeos americanos de Irak no hayan despertado tanto rechazo como la guerra del Golfo hace diez a?os. Pero siguen sin ver que entonces una medida discutible aunque justificada (invasi¨®n de Kuwait, amenaza directa a fuentes de energ¨ªa, autorizaci¨®n de la ONU) concit¨® tal tr¨¦molo de improperios que ya no ha quedado ninguno ¨²til para calificar la agresi¨®n actual, unilateralmente decidida en Washington m¨¢s por razones de pol¨ªtica interna que exterior y much¨ªsimo menos presentable. Malgastando la indignaci¨®n ante lo que hacen los americanos regular, nos quedamos luego roncos a la hora de denunciar lo que hacen verdaderamente mal. As¨ª tampoco se va a ninguna parte.
Digo que esa izquierda la deseo en principio para Espa?a. Palabra proscrita, que seg¨²n el nuevo diccionario pol¨ªticamente correcto de cierta izquierda condena a sus usuarios a vicios tan nefandos como el "nacionalismo espa?ol" o el "espa?olismo". Me remito sobre esta cuesti¨®n a lo que expuso muy bien Edurne Uriarte en un excelente art¨ªculo (El largo brazo del nacionalismo, EL PA?S, 16 de noviembre de 1998). Porque no puede ser que cada vez que se invoca frente a los nacionalismos la Espa?a constitucional deba soportarse que los "expertos" de cierta izquierda nos recuerden la "Espa?a de Primo de Rivera" o la "fiel infanter¨ªa". Precisamente lo que se reivindica es lo contrario: no una unidad de destino en lo universal, sino de convivencia plural de lo concreto. ?Por qu¨¦ ha de abandonarse el nombre y el proyecto de una comunidad ya democr¨¢tica a la brutalidad xen¨®foba de los ultrasur o a los cuidados de S¨¢enz de Inestrillas? Lo que a tantos nos hizo aborrecer a la "Espa?a" franquista era la permanente pl¨¦tora homogeneizadora de mala ret¨®rica y banderas al viento que obligaba, salvo reproche de traici¨®n, a vivir en una permanente exaltaci¨®n de nacionalismo excluyente: eso es precisamente lo que los nacionalistas intransigentes actuales tratan de imponer en las comunidades que los padecen. ?Es reaccionario entonces defender y proponer s¨ªmbolos comunes m¨¢s abstractos, basados en los derechos de los ciudadanos y no en la esencia disgregadora de pueblos inventados contra ellos? La ¨²nica forma de repeler hoy el retorno de la Espa?a eterna (aunque quiera llamarse ahora Euskadi o Catalunya) es mantener la Espa?a constitucional y constitucionalmente reformable. Los nacionalistas radicales est¨¢n en su derecho al pensar de otro modo, pero ser¨ªa bueno que la izquierda -alguna izquierda- incentivase sin sonrojo el modelo unitario y plural de pa¨ªs incoado hace veinte a?os. Y luego que los electores decidan.
Porque no es reaccionario ni retr¨®grado, sino desesperadamente moderno, incluso futurista en este fin de siglo de refugiados e inmigrantes que luchan por un reconocimiento de sus derechos no vinculado a ego¨ªsmos nacionales, aquel tipo humano descrito por Le¨®n Felipe en versos en 1939: "No tienes patria ni tribu. Si puedes,/ hunde tus ra¨ªces y tus sue?os/ en la lluvia ecum¨¦nica del sol./ Y y¨¦rguete... ?Y¨¦rguete!/ Que tal vez el hombre de este tiempo.../ es el hombre movible de la luz,/ del ¨¦xodo y del viento". El poema de Le¨®n Felipe se titula precisamente Espa?ol.
Creo que hoy la principal diferencia entre izquierda y derecha en las democracias desarrolladas es que la primera sostiene que si ciertos derechos no son garantizados por las instituciones p¨²blicas a todos -a despecho de azares biogr¨¢ficos o intereses mercantiles-, la noci¨®n misma de ciudadan¨ªa se vac¨ªa de contenido. La sociedad puede ser una palestra, pero no el circo romano donde algunos privilegiados tienen seguro el palco cuando salen a la arena los leones; puede ser en ciertos aspectos un casino, pero siempre que un m¨ªnimo de fichas est¨¦ asegurado a cada jugador como punto de partida y que nadie se vea obligado a las primeras de cambio a empe?ar su camisa mientras que otros siempre pueden jugarse hasta la camisa de los dem¨¢s. Nuestras sociedades se mueven hoy en un c¨ªrculo ciegamente vicioso: entre una creciente desregulaci¨®n de la legislaci¨®n social que aumenta el nivel de pobreza efectiva existente, dejando a m¨¢s y m¨¢s individuos en la zona precaria de la que cada vez hay menos probabilidades de salir, y una normativa r¨ªgida que frena la iniciativa privada, obstaculiza el reparto de trabajo y bloquea la posibilidad de actividades alternativas socialmente ¨²tiles. Ser¨ªa deseable desde la izquierda romper este c¨ªrculo estudiando la posibilidad de un ingreso b¨¢sico general de ciudadan¨ªa, entendido no como un subsidio (parados, j¨®venes, ancianos), sino como un derecho de todos, a partir del cual pudiera optarse por trabajos remunerados, servicios sociales voluntarios... o la vida contemplativa. Es un proyecto revolucionario, si se quiere, pero no m¨¢s de lo que fue en su d¨ªa el sufragio universal. Obligar¨ªa a redefinir el mercado de trabajo, la relaci¨®n entre productividad y retribuci¨®n, el sentido de la protecci¨®n social, etc¨¦tera. Tambi¨¦n se alcanzar¨ªa una nueva dimensi¨®n de la responsabilidad individual, entendida desde la libertad y no desde la cruda necesidad.
?Mera concesi¨®n a la utop¨ªa? Est¨¢ de moda el lema de que debemos "actuar localmente y pensar globalmente". Podr¨ªamos complementarlo recomendando "actuar en lo inmediato pero imaginando a largo plazo", porque quiz¨¢ la peor dolencia del pragmatismo es la anemia de imaginaci¨®n. En cualquier caso ya les advert¨ª que hablo intoxicado por la convencional esperanza del a?o nuevo...
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Exclusi¨®n a¨¦rea
- Extrema izquierda
- Nacionalismo
- Guerra Golfo
- Bombardeos
- GAL
- Ataques militares
- Guerra civil
- Irak
- Terrorismo Estado
- Estados Unidos
- Acci¨®n militar
- Pol¨ªtica antiterrorista
- Comunidades aut¨®nomas
- Oriente pr¨®ximo
- Lucha antiterrorista
- Pol¨ªtica exterior
- ETA
- Guerra
- Ideolog¨ªas
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Defensa
- Asia
- Grupos terroristas