CiU quiere asegurarse de que Esquerra obtenga un buen resultado en las elecciones catalanas
El futuro de Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) se debate entre el PP y Esquerra Republicana (ERC). Las encuestas se?alan, para las pr¨®ximas auton¨®micas, desde un empate (a 50 diputados) entre el PSC y la coalici¨®n nacionalista hasta, en el mejor de los casos, 61 diputados para CiU, a siete de la mayor¨ªa absoluta. "Pujol sue?a con un Ayuntamiento de Barcelona con la entente PSC-CiU, una Generalitat gobernada por CiU con apoyo de ERC y un Gobierno central que precise de los votos de nuestra coalici¨®n para tener mayor¨ªa", subrayan fuentes de la coalici¨®n.
Como un primer paso hacia estos objetivos, algunos dirigentes de CiU han transmitido al director de la Corporaci¨®n Catalana de Radio Televisi¨®n, Jordi Vilajoana, su voluntad de que ERC cuente con un trato medi¨¢tico preferencial respecto a su competencia directa (Iniciativa per Catalunya-Verds y el Partit per la Independ¨¨ncia) y obtenga 10 diputados. En CiU se reconoce abiertamente que se mima a Esquerra. Jugando con el PP en Madrid, con Esquerra en Catalu?a y con el PSC en Barcelona, Pujol lo tendr¨ªa todo bajo control. "?se es el mundo id¨ªlico y de armon¨ªa pol¨ªtica que le gustar¨ªa al presidente de la Generalitat", asegura un dirigente de la coalici¨®n. Pero en este curso pol¨ªtico 1999-2000 todo est¨¢ abierto. Joan Clos puede rondar la mayor¨ªa absoluta, eso al margen de que la "entente" puede ser CiU-PP para desbancarle, seg¨²n defienden algunos sectores nacionalistas; el PP va hacia la consecuci¨®n de una mayor¨ªa m¨¢s c¨®moda que la actual en el Congreso de los Diputados, y Pujol se enfrenta a un duro candidato, Pasqual Maragall. As¨ª que CiU debe matar muchos lobos antes de vender la piel. Y aun dentro de la propia coalici¨®n hay que cauterizar viejas heridas, intentar pactar un puesto m¨¢s razonable que el octavo para el l¨ªder de UDC, Josep Antoni Duran Lleida, y conseguir luego unos buenos resultados que eviten veleidades secesionistas. Pujol es consciente de ello y quiere lograr una mayor¨ªa confortable. Pero no todos coinciden en c¨®mo. En los sectores m¨¢s nacionalistas de CDC se conf¨ªa en que esa mayor¨ªa se logre gracias a ERC y matando dos p¨¢jaros de un tiro: logrando que Esquerra atraiga votos de IC-V, lo que en la pr¨¢ctica supone menos votos para Maragall. Este razonamiento tiene un tal¨®n de Aquiles: si CiU se escora hacia el discurso nacionalista duro, le quita votos a Esquerra y adem¨¢s deja su flanco derecho a merced de que un Partido Popular ¨¢vido de incrementar su patrimonio electoral. Eso opinan los detractores de esa idea, quienes piensan que ya ser¨ªa hora de ir abandonando los discursos nacionalistas, como la Declaraci¨®n de Barcelona, que, a su juicio, asustan a buena parte del empresariado y al electorado m¨¢s moderado. El presidente de la Generalitat, no obstante, no se encuentra en esa l¨ªnea: prueba de ello es que parece decidido a acentuar el alma m¨¢s patri¨®tica de CDC frente a la m¨¢s moderada. De ello ya dio muestras en el discurso que abri¨® el debate de pol¨ªtica general del pasado a?o, en el que pidi¨® la soberan¨ªa compartida y desempolv¨® su acerada cr¨ªtica contra el centralismo. Pacto fiscal El pacto fiscal, el gran argumento de la campa?a, va a reforzar m¨¢s esa l¨ªnea. Esa reivindicaci¨®n es, a juicio de algunos dirigentes de CiU, la gran zanahoria que atraer¨¢ a muchos electores. Pujol sigue, pues, la l¨ªnea dibujada por el aparato de su partido, CDC, lo que se ve muy distinto desde otros sectores convergentes m¨¢s moderados o desde la propia UDC. De momento, Pujol ha prestado o¨ªdos a las reivindicaciones de los alcaldes de su formaci¨®n, que le ped¨ªan elecciones en oto?o. Pero debe quedar claro que la decisi¨®n la ha tomado en solitario, aislado en su Sina¨ª interior con las voces en la lejan¨ªa del secretario general de CDC, Pere Esteve, y del consejero de Presidencia, Xavier Trias. En CDC y en Uni¨® se opina que hay que rectificar la trayectoria para no ofrecer en bandeja al PP el apetitoso bocado del electorado m¨¢s moderado de CiU. ?Y c¨®mo se va a comportar ese sector ante los cantos de sirena de un remozado Partido Popular que presente cara de sensatez centrista? Hay diversidad de opiniones. Algunos analistas sostienen que CiU ya ha pagado el efecto PP por su colaboraci¨®n desde 1996 y que el PP, por tanto, ya ha tocado techo. Pero con una campa?a electoral en marcha y con CiU profundizando en su discurso nacionalista, ?va a seguir siendo v¨¢lido este an¨¢lisis? En CiU se barajan todas estas estas variables para futuros pactos, pero la l¨ªnea de apoyo a ERC es la que cobra m¨¢s fuerza de momento, incluso a costa de haber sacrificado una relaci¨®n pol¨ªticamente m¨¢s f¨¢cil con el Partit per la Independ¨¨ncia, dicen algunos dirigentes de CDC.
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