Memoria de la ignominia Pinochet
Como quitarme del alma, lo que me dejaron negro, palomita verde quiero. "V¨ªctor (Lidio) Jara (Mart¨ªnez), de 40 a?os, cantante, director teatral y miembro del Comit¨¦ Central de las Juventudes Comunistas, es detenido entre el 12 y el 15 de septiembre de 1973 por personas del Ej¨¦rcito. Su cuerpo aparece el 16 de septiembre en las inmediaciones del Cementerio Metropolitano", (del Sumario 19/97-J, Juzgado Central de Instrucci¨®n n¨²mero cinco, Audiencia Nacional, Madrid). Y adem¨¢s le amputaron las manos. Las aguas del r¨ªo Mapocho despachaban residuos de adolescentes, h¨ªgados picados de pobladores, despojos, risas sorprendidas en la geometr¨ªa del disparo, yugulares rajadas de obreros; pa¨ªs bajo una tierra de osamentas ocultas, el 11 de septiembre de 1973, se consum¨® toda la infamia, y el terror ocup¨® Chile: estaba escrito en los posos de la coca-cola. Aquel d¨ªa, poco antes del ataque a¨¦reo, el presidente constitucional Salvador Allende mantuvo una conversaci¨®n con su asesor pol¨ªtico Joan Enric Garc¨¦s, en el patio de invierno del Palacio de la Moneda: le orden¨® que abandonara el edificio: "Ante mi gesto de sorpresa, argument¨® tres razones para explicar su decisi¨®n -escribir¨ªa en Allende y la experiencia chilena", sin revelar las dos primeras- y "por ¨²ltimo, a?adi¨®, alguien tiene que contar lo que aqu¨ª ha pasado y s¨®lo usted puede hacerlo". El doctor Oscar Soto, m¨¦dico personal del presidente, dice en su obra El ¨²ltimo d¨ªa de Salvador Allende (El Pa¨ªs-Aguilar, 1998): "Nadie mejor que Juan Enrique para relatar con fundamento todo el proceso de la Unidad Popular y lo que ¨¦l ha visto esta ma?ana". El presidente de la Rep¨²blica anunci¨® el final, en un postrero mensaje radiado: "Pagar¨¦ con mi vida la lealtad del pueblo". Hacia las 13.45, la barbarie ocupaba las ruinas de la Moneda: el cad¨¢ver de Salvador Allende era una reverberaci¨®n de dignidad y ejemplo, en las talladas cumbres de la cordillera andina. Mientras, por la alameda, por las avenidas, por las calles, de Santiago, flu¨ªa el espanto. Joan Enric Garc¨¦s se asil¨® en el domicilio de su amigo Joaqu¨ªn Leguina; su hermano Vicent, que desde el Ministerio de Agricultura, en la calle de Teatinos, presenci¨® el asalto, tras una arriesgada peripecia, se refugi¨® entre gentes de bien. El embajador de Espa?a, Enrique Hern¨¢ndez, negoci¨® la seguridad de ambos y logr¨®, d¨ªas despu¨¦s, embarcarlos en un avi¨®n que los llev¨® a Palma de Mallorca; y la polic¨ªa franquista los invit¨® a abandonar el pa¨ªs. Una fugaz visita a la familia, en Valencia; y a Par¨ªs. Y de Par¨ªs a Cuba. De Cuba, Joan Enric regres¨® a la Sorbona, donde se hab¨ªa doctorado en Ciencias Pol¨ªticas. Vicent se estableci¨® en Buenos Aires, para trabajar de ingeniero agr¨®nomo, hasta el atentado, perpetrado por la DINA, que cost¨® la vida al ex comandante en jefe del Ej¨¦rcito chileno, exiliado en Argentina, Carlos Prats Gonz¨¢lez, y a su esposa Sof¨ªa Cuthbert. El Plan C¨®ndor era operativo. En 1975, regres¨® a Valencia, y con su hermano, Alfons Cuc¨®, Joan Romero, Manuel Agramunt y varios m¨¢s organizaron el socialismo valenciano, hasta su fusi¨®n con el PSOE. Joan Enric Garc¨¦s, se estableci¨® en Madrid, donde ejerce la abogac¨ªa. Ambos nacieron en Ll¨ªria. En 1944, Joan Enric; y dos a?os m¨¢s tarde, Vicent; de familia de peque?os agricultores, de tarongers, su padre era director de banda de m¨²sica. Joan Enric se licenci¨® en Derecho, en Valencia, y en Ciencias Pol¨ªticas, en Madrid; en tanto Vicent Garc¨¦s estudi¨® en la Escuela T¨¦cnica Superior de Ingenieros Agr¨®nomos. En el auto en que el juez Baltasar Garz¨®n argumenta la extradici¨®n de Pinochet, se dice que el letrado don Juan E. Garc¨¦s Ram¨®n inform¨® en la vista celebrada el 29 del pasado octubre en defensa de do?a Josefina Llid¨® Mengual, de do?a Mar¨ªa Alsina y de la Asociaci¨®n de Familiares de Detenidos Desaparecidos. Lleva adem¨¢s la acusaci¨®n popular en nombre de la Fundaci¨®n Salvador Allende de Espa?a. Veinticinco a?os despu¨¦s, Joan Enric Garc¨¦s espera fr¨ªa y pacientemente su turno y el de la historia. Hoy mismo, los jueces de la C¨¢mara de los Lores entender¨¢n de nuevo si el ex dictador goza de inmunidad. Pero hay un clamor planetario; la memoria de tantas v¨ªctimas exige el banquillo para una criatura de naturaleza perversa y desalmada llamada ignominia Pinochet.
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