Mil¨¢n se levanta contra la inmigraci¨®n
La escalada de violencia y el auge de las mafias albanesas provoca el rechazo de los milaneses a los 'clandestinos'
La voz del Norte de Italia, la parte m¨¢s pr¨®spera y desarrollada del pa¨ªs, ha llegado este fin de semana a Roma distorsionada por la irritaci¨®n y el p¨¢nico. Decenas de miles de milaneses han acudido a las manifestaciones convocadas por la coalici¨®n de oposici¨®n, el Polo de las Libertades, y la secesionista Liga Norte para pedir m¨¢s control sobre los inmigrantes ilegales. Los nueve asesinatos registrados desde principios de a?o en Mil¨¢n constituyen una cifra sin precedentes que la polic¨ªa atribuye al ascenso imparable de las nuevas mafias albanesas, crecidas al calor de una inmigraci¨®n masiva y desesperada."No queremos una Italia multi¨¦tnica", dec¨ªa el domingo el secretario federal de la Liga Norte, Umberto Bossi, a los miles de manifestantes concentrados en la Piazza della Scala. Bossi reclamaba un refer¨¦ndum sobre la nueva ley que regula el flujo inmigratorio convencido de que "clandestino" es igual a "delincuente". En torno suyo se extend¨ªan pancartas pidiendo la expulsi¨®n de los ilegales. "Inmigranti go homo", dec¨ªa una.
Cierto que no era alban¨¦s, sino italiano, el borracho con antecedentes penales que el 6 de enero dispar¨® a quemarropa contra el due?o de un bar en Lissone, a las afueras de Mil¨¢n, caus¨¢ndole la muerte inmediata. Ni lo eran los tres j¨®venes enmascarados que asesinaron el d¨ªa 9 en la zona de V¨ªa Derna, en otro barrio de la periferia milanesa, a un estanquero de 34 a?os cuando intent¨® impedir que le atracaran.
Pero los nombres extranjeros abundan entre las v¨ªctimas y presuntos verdugos de los nueve asesinatos registrados los primeros nueve d¨ªas de enero. Nadie duda de que la estad¨ªstica de esos d¨ªas no representa m¨¢s que una siniestra an¨¦cdota en la vida de la capital lombarda y, sin embargo, Mil¨¢n ha vivido una semana de histeria antiinmigrantes, a muchos de los cuales la polic¨ªa liga a las nuevas mafias extranjeras que estar¨ªan detr¨¢s de esta escalada de violencia.
La polic¨ªa de la ciudad tiene distribuidos los grupos nacionales por distintos sectores. Norteafricanos encargados de "pasar" droga en torno a Piazza Vetra, mientras en la zona Venezia el mismo negocio est¨¢ a cargo de otros extracomunitarios. Las prostitutas que se ofrecen en las circunvalaciones est¨¢n bajo el control de explotadores albaneses. En Piazza del Duomo mandan los carteristas suramericanos, en piazza Aspromonte y piazza Prealpi, albaneses y eslavos controlan la extorsi¨®n y el juego prohibido al aire libre. Se trata de una delincuencia menor "empleada" por las grandes mafias que, como consecuencia de las detenciones masivas de principios de los noventa, han dejado de ser exclusivamente italianas.
Muchos kosovares desamparados, que llegan huyendo de la guerra desencadenada en esa provincia yugoslava, encuentran "trabajo" en las filas de mafiosos albaneses que operan en Mil¨¢n codo con codo con los calabreses. Albaneses kosovares son los dos j¨®venes que los expertos en la lucha contra la mafia consideran como los jefes m¨¢s peligrosos de esta nueva casta: Agim Gashim, de 34 a?os, e Ismet Dedinca, de 31 a?os. Personajes as¨ª son, como lo fueran los padrinos de Cosa Nostra en Sicilia, protectores y explotadores a un tiempo de las nuevas remesas de inmigrantes sin papeles que llegan a Italia.
Las estad¨ªsticas se?alan que el pa¨ªs acoge a un mill¨®n escaso de inmigrantes con los papeles en regla, una cifra no excesiva, dispersa entre 57 millones de habitantes, sobre todo si se la compara con Francia o Alemania.
El alcalde de Mil¨¢n, Grabiele Albertini, sit¨²a en torno a 60.000 los extracomunitarios ilegales que viven en la ciudad. Pr¨¢cticamente la misma cifra que en Roma, que con 2,6 millones de habitantes duplica la poblaci¨®n milanesa. Seg¨²n el arzobispado, 300 inmigrantes llegan a Mil¨¢n cada d¨ªa con la aspiraci¨®n de una vida mejor y, con frecuencia, s¨®lo encuentran trabajo en las filas de la "malavita".
El fiscal general del Tribunal Supremo italiano, Antonio La Torre, citaba en un reciente discurso la presencia masiva de inmigrantes entre los graves factores que amenazan a la sociedad italiana. En 1997, m¨¢s de 80.000 extracomunitarios tuvieron alg¨²n problema con la justicia italiana, y casi 55.000 fueron formalmente acusados de alg¨²n delito, 14.000 de ellos en la Lombard¨ªa.
El inmigrante clandestino, dice La Torre, termina con frecuencia siendo "presa de organizaciones criminales" debido "a las m¨ªseras condiciones de vida". M¨ªseras eran las condiciones de vida de los 121 "extracomunitarios" residentes en el ruinoso edificio de una antigua f¨¢brica, en el suburbio milan¨¦s de Crescenzago. Sin luz, sin agua, hacinados en habitaciones miserables. La polic¨ªa les desaloj¨® violentamente la madrugada del jueves bajo la presi¨®n, la histeria casi, de los vecinos de la zona.
La psicosis es tan fuerte en la periferia milanesa que se necesitan acciones de este tipo para tranquilizar a los ciudadanos. Se necesitan grandes declaraciones como la de la ministra del Interior, Rosa Russo Jervolino, cuando recalc¨®: "El Estado no ha abandonado a Mil¨¢n", y anunci¨® la llegada de 800 nuevos polic¨ªas. Pero no todo el mundo est¨¢ de acuerdo en que convertir Mil¨¢n en una ciudad sitiada sea la mejor soluci¨®n. Para Piero Ostellino, articulista del Corriere della Sera, la escalada de violencia no es un mero problema de orden p¨²blico. "Si el que asesina lo hace porque no le da la menor importancia a la vida del pr¨®jimo (ni seguramente a la suya propia), el problema es cultural y no se resuelve ni recurriendo al orden p¨²blico. Entran en juego otros factores, entre ellos el de la integraci¨®n de la masa de inmigrantes que llegan a nuestro pa¨ªs".
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