Educar con cuentos
PEDAGOG?AA. L. E., No se trata s¨®lo de que los maestros sepan contar bien un cuento, sino de que cuenten con los cuentos a la hora de formar a sus alumnos. Con este objetivo el Centro de Formaci¨®n del Profesorado (CEP)de M¨¢laga organiza un taller en el que participan 30 docentes -casi todas mujeres, por cierto- de educaci¨®n Infantil, los que trabajan con ni?os de tres a cinco a?os. Dos d¨ªas a la semana los maestros se dejan encandilar por las artes y la experiencia de todo un cuentista: Juan Ignacio P¨¦rez Palomero. Y es que este hombre no s¨®lo ejerce de maestro de ni?os en un colegio de Algeciras, sino que tambi¨¦n es integrante de Simsalabim, un grupo de cuentacuentos que adem¨¢s de narrar historias, forma parte de un proyecto de investigaci¨®n para la recopilaci¨®n y la difusi¨®n de la transmisi¨®n oral de la literatura andaluza. El curso, explica Mar¨ªa del Carmen Espejo, su coordinadora, pretende que los maestros "vean el valor educativo de los cuentos, que sepan buscar para ellos un hueco en los curr¨ªculos, que aprendan las diferentes formas de contarlos y los aspectos que deben de tener en cuenta en la narraci¨®n , as¨ª como que conozcan mejor la tradici¨®n que existe en la transmisi¨®n oral". Todo un reto. Y es que nadie duda del valor pedag¨®gico de la narraci¨®n en la educaci¨®n infantil. "No me refiero a la moraleja ni a la moralina, que es algo que cada vez est¨¢ m¨¢s en desuso, sino como medio para que los ni?os aprendan a relacionarse con el entorno social", explica P¨¦rez. Como si fuera un m¨¦dico, P¨¦rez cita una larga lista de los efectos ben¨¦ficos de escuchar una historia fant¨¢stica: desarrolla la habilidad de escucha e interacci¨®n, estimula a la lectura, aumenta el vocabulario y la capacidad de comprensi¨®n. Transmitir valores Pero una de las funciones principales del cuento es que trasmite valores. Y no como antes, "con una visi¨®n maniquea que divid¨ªa al mundo en buenos y malos", sino ense?ando al ni?o las diferentes posibilidades que tiene la vida y mostr¨¢ndole que todo lo que se hace tiene una consecuencia. "Funciona muy bien con los chavales porque se adaptan perfectamente a su psicolog¨ªa. Enseguida se identifican con el h¨¦roe", dice P¨¦rez. Esa es la raz¨®n por la que funcionan tan bien como recurso pedag¨®gico. "No se trata de pasarse el d¨ªa contando cuentos en la escuela, pero tampoco de rechazarlos". Y da algunos ejemplos: "Al principio de la jornada o despu¨¦s del recreo sirven para que los ni?os se concentren. Antes de ¨¦ste les da pistas para que desarrollen la imaginaci¨®n". En este sentido asegura haber visto jugar en el descanso a princesas y piratas. Como reci¨¦n salidos de una historia fant¨¢stica. Los maestros que acuden al taller no juegan a ser hadas, pero andan embelesados con las posibilidades que ofrece una cuento. "Hay que saber elegirla. No podemos contar cualquiera, sino que ha de ser una que nos llegue, y tenemos que adaptarla seg¨²n las edades de los chavales y a nuestra forma de narrar, pero sin destruirla, teniendo bien claro cu¨¢l es la trama argumental", explica P¨¦rez. Pero eso no es todo. "No hace falta aprend¨¦rsela de memoria, basta con verla mientras la estamos contando. Hay veces que uno se mimetiza del todo". Tambi¨¦n hay recursos que ayudan. "Utilizar una palabra m¨¢gica o inventar alguna que suene ex¨®tica es siempre muy ¨²til y hay que tener en cuenta que no es lo mismo contar una historia que ocurri¨® en Samarkanda que en V¨¦lez-M¨¢laga". Luego est¨¢ la entonaci¨®n y "las onomatopeyas que dan un cierto halo misterio" Un maestro embelesado El maestro de escuela se transforma en un contador de historias. Engola la voz y canta una romancillo sobre una pulga y un piojo. Luego viene una historia sobre cinco hermanos, que no son otros que los cinco dedos de las manos. Surge la magia. Los asistentes abren los ojos y suena una exclamaci¨®n de admiraci¨®n impropia de los mayores. El cuentista conoce bien no s¨®lo el arte de narrar , sino tambi¨¦n los cuentos andaluces. Los viene recopilando desde 1992, interesado en un principio por su valor antropol¨®gico. Seg¨²n dice, las narraciones fant¨¢sticas son universales. "Siempre hay adaptaciones a los lugares o a las caracter¨ªsticas regionales". Pero, en su opini¨®n, lo fundamental permanece aunque una narraci¨®n castellana donde el protagonista es un pastor, te la puedes encontrar en Andaluc¨ªa protagonizada por un pirata.
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