El surrealismo de Matta cruza el siglo
El octogenario artista chileno presenta una retrospectiva de su obra en Barcelona
"Yo sigo ocurriendo. Ocurro como un r¨ªo o un ¨¢rbol, que quiz¨¢ sea el mejor autobi¨®grafo de la naturaleza, todo ¨¦l lleno de cicatrices". Roberto Matta (Santiago de Chile, 1911) ocurri¨® ayer cuando irrumpi¨® con su enorme vitalidad en una rueda de prensa hasta entonces ortodoxa. Rodeado de cerca de 37 pinturas y 32 dibujos que desde ayer y hasta el 5 de abril se exhiben en La Pedrera de Barcelona, Matta rebusc¨® en su memoria y le pareci¨® que algunos cuadros los hab¨ªa hecho su tatarabuelo, de quien dijo: "Un muchacho al que me gustar¨ªa conocer y hablar con ¨¦l".
Matta, de 87 a?os, aparentaba ser ayer el tataranieto canoso de aquel pintor que hacia 1935 empez¨® a desertar de la arquitectura para pasarse primero al dibujo y, unos pocos a?os m¨¢s tarde, a la pintura, para convertirse as¨ª no s¨®lo en uno de los principales representantes del segundo surrealismo, el relacionado m¨¢s directamente con el automatismo ps¨ªquico, sino tambi¨¦n en una de las principales influencias del expresionismo abstracto estadounidense.Hombre culto y cosmopolita, Matta destaca especialmente de sus muchos contactos con Espa?a el impacto que le produjo Federico Garc¨ªa Lorca, a quien conoci¨® en la casa madrile?a de su t¨ªos Bebe Vicu?a y Carlos Morla en 1935. "Hasta aquel momento yo no sab¨ªa que hab¨ªa poetas, cre¨ªa que todo el mundo era como mi pap¨¢", cont¨® ayer el pintor. El nombre art¨ªstico se lo puso otro espa?ol, Dal¨ª, cuando le visit¨® por encargo de Lorca. Al decirle su nombre completo, Roberto Sebasti¨¢n Matta Echaurren, Dal¨ª le espet¨®: "Vamos a arreglar esto". "Desde entonces me llamo Matta", a?adi¨®.
Relatos e historias
Aunque cansado de tanta expectaci¨®n, tanto micr¨®fono y tantas c¨¢maras, Matta parec¨ªa un pozo de an¨¦cdotas y de historias casi siempre hermosas, aunque recurrentes. "Tengo una f¨¢bula muy buena. Todos somos faunos con una flauta con la que podemos tocar nuestra vida. Pero muchos tapan los agujeritos de la flauta y lo ¨²nico que hacen es soplar". O esta otra nacida de su inter¨¦s temprano por la ciencia y el conocimiento m¨¢s all¨¢ del puro positivismo: "Hay una nostalgia del universo que la tienen hasta los animales, y es que tenemos los mismos ¨¢tomos que las estrellas; es una cosa muy rara de familia. Esta relaci¨®n del alma con el universo aparece ahora s¨®lo en las altas matem¨¢ticas, pero como muy poca gente las estudia, a los poetas de las matem¨¢ticas no los conoce nadie".Sobre la reivindicaci¨®n que desde sus inicios hace de la tierra con una perspectiva que hoy se llamar¨ªa ecol¨®gica, cont¨®: "Creo que el ser humano no va a ocurrir. No veo siquiera intenciones de ello. En todo caso, lo que habr¨ªa que hacer es conocer mejor la tierra, dejar de verla como el mapa de una compa?¨ªa de aviaci¨®n y empezar a concebirla como algo genial que en cuanto le pones una semilla germina. Pero no quedan sedes humanos. Hablar de alma est¨¢ prohibido. Ahora mucha gente, a golpe de cine, se ha californizado".
Inventor de palabras adem¨¢s de formas, Roberto Matta ha sido un hombre con suerte que, seg¨²n la comisaria de la exposici¨®n, Ana Beristain, "ha estado en el lugar adecuado en el momento oportuno y ha sabido tomar el tren indicado".
Matta naci¨® en una familia burguesa chilena de origen vascofranc¨¦s. Estudi¨® arquitectura y, al acabar, viaj¨® a Europa, a Par¨ªs, en donde entr¨® a trabajar en el estudio de Le Corbusier. Pas¨® las navidades de 1935 en Madrid, y all¨ª conoci¨® a Lorca y a otros intelectuales como Rafael Alberti, Maruja Mallo y Pablo Neruda. En 1937, Jos¨¦ Luis Sert lo contrat¨® para trabajar en el pabell¨®n espa?ol de la Exposici¨®n Universal y asisti¨® a la creaci¨®n del Guernica. Aquel a?o tambi¨¦n conoci¨® a Andr¨¦ Breton y se integr¨® en el grupo surrealista. Al a?o siguiente, conoci¨® e hizo amistad con Marcel Duchamp, que le influy¨® en su dedicaci¨®n a la pintura. En 1939, junto a otros intelectuales europeos, se exili¨® a Nueva York. Era de los pocos que dominaban el ingl¨¦s, por lo que r¨¢pidamente se hizo amigo de Baziotes, Pollock, Gorky, Motherwell y otros miembros de lo que fue despu¨¦s la Escuela de Nueva York. "Aquella gente no sab¨ªa lo que era el alma", afirma ahora. Las rencillas internas y otras circunstancias acabaron con aquella relaci¨®n y en 1948 Matta regres¨® a Europa.
Se instal¨® primero en Italia y despu¨¦s en Par¨ªs, y durante aquellos a?os mantuvo contacto con los miembros del grupo Cobra y con los situacionistas. De ideolog¨ªa izquierdista, Matta comenz¨® una activa etapa de viajes que le llevaron a colaborar con la revoluci¨®n cubana y el Gobierno de Salvador Allende en Chile. Exposiciones, homenajes, premios, cambios de residencia, viajes, varios matrimonios e hijos, numerosos amigos y una constante preocupaci¨®n por los temas sociales y po¨¦ticos sirven s¨®lo para resumir someramente la biograf¨ªa de su longeva y fecunda "ocurrencia".
Una dif¨ªcil selecci¨®n
La retrospectiva que se inaugur¨® ayer en La Pedrera es la primera colaboraci¨®n entre la Fundaci¨®n Caixa de Catalunya y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sof¨ªa, en donde se exhibir¨¢ entre el 20 de abril y el 20 de junio visiblemente ampliada. En Barcelona, consta de unos 32 dibujos fechados entre 1936 y 1945 y unas 37 pinturas que abarcan desde 1938, con sus primeras pinturas surrealistas, hasta 1998, con un CD-Rom y un v¨ªdeo realizados con ordenador. 63 a?os de trayectoria resumida en unas 70 obras. "No ha sido una selecci¨®n f¨¢cil porque es poeta, escultor, pintor y grabador, y su imaginaci¨®n es desbordante", afirma Ana Beristain.En la obras de Matta aparecen tanto formas org¨¢nicas abstractas como seres a medio camino entre lo humano y la m¨¢quina en escenarios que parecen ciencia ficci¨®n. Los grandes lienzos abigarrados de manchas y composiciones pict¨®ricas compiten con peque?os dibujos de seres copulando. Espacios arquitect¨®nicos se combinan con estructuras biomorfas o con extra?as maquinarias. Contrastan con otras obras de tradici¨®n m¨¢s picassiana en la que, por ejemplo, uno de los centuriones que vigila a Jes¨²s en la cruz le coge las piernas intentando que no suba a los cielos. El humor es otro de sus atributos.
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