El Atl¨¦tico gana por pulmones
La Real no supo aprovechar el declive f¨ªsico de los madrile?os, plet¨®ricos hasta la ¨²ltima media hora
El Atl¨¦tico hace virtud de la monoton¨ªa. Con un juego tan anodino como eficaz, resolvi¨® ayer el partido frente a una Real Sociedad que palideci¨® poco a poco. En tres apariciones, que esconden un trabajo incansable y sor do, el conjunto madrile?o se despach¨® con tina victoria que pare ce suficiente.
Cuando el partido no tiene due?o y se pierde tontamente, la Real act¨²a m¨¢s c¨®moda y hace m¨¢s da?o. De salida, el Atl¨¦tico empez¨® con una actitud, que no planteamiento, conservador, a sabiendas de que la eliminatoria tambi¨¦n pasa por Madrid o por acertar en las jugadas cruciales. Esto dio la ocasi¨®n para que los donostiarras bajaran la guardia en la defensa e invirtiera todo el empe?o en romper el dispositivo preparado por Sacchi en el centro del campo. Tantos intentos como fracasos acumul¨® la Real, insistente por dem¨¢s en lanzar pelotazos a Kovacevic y Aldeondo.
El Atl¨¦tico triangul¨® cuando posey¨® el bal¨®n, pero particip¨® en el juego con muchas intermitencias porque disfruta m¨¢s faenando en la presi¨®n, encerrando al adversario en parcelas min¨²sculas de las cuales cuesta dios y ayuda escapar con la pelota controlada. Tan pronto los atl¨¦ticos oscurec¨ªan su figura extendiendo su tela de ara?a como la abrillantaban trenzando paredes. Para eso es muy minucioso Sacchi y obedientes cumplen las ¨®rdenes sus jugadores, no sin correr riesgos cuando, por una casualidad, se perd¨ªa la vigilancia de un delantero.
El primer gol fue de pura punter¨ªa de Jos¨¦ Mari y un ejemplo de la dejaci¨®n defensiva de la Real. El partido as¨ª exig¨ªa otras soluciones en el bando local y las mismas en el visitante. G¨®mez, Jauregi y Gracia responden al perfil del futbolista esforzado y premioso, lo cual relegaba toda la responsabilidad creativa a De Pedro, a quien se le acumul¨® la tarea. En el Atl¨¦tico suced¨ªa otro tanto. S¨®lo Valer¨®n estaba llamado a conducir el bal¨®n, y conducirlo con sentido com¨²n. Como quiera que la clave estaba en la suerte de estos dos jugadores, el partido qued¨® muy simplificado en todo momento.
El conjunto madrile?o engarz¨® otra serie de combinaciones que acabaron en gol y el partido cay¨® fulminado. La Real recurri¨® entonces al car¨¢cter explosivo de Aldeondo, autor de un tanto y protagonista en todas las oportunidades que gener¨® su equipo en la recta final del choque. Cuando sus compa?eros estaban en fase de deterioro, ¨¦l hizo del partido un acto de orgullo.
Otra cosa sucede con Kovacevic, preso de un problema de identidad. Confunde los deseos con la realidad, una camiseta con otra, y ayer lo mismo estaba en el ¨¢rea, en el c¨®rner, que en ninguna parte. Cobra a dobl¨®n y la afici¨®n le recrimin¨® su chiquillada. Desacertado como nunca, tuvo buen cuidado de intentar lo imposible en desagravio por un detalle muy feo.
El Atl¨¦tico tiene el tesoro de la organizaci¨®n como un secreto a voces que desorienta al contrario. Le trae al fresco esperar una eternidad hasta aprovechar un trance imprevisto para sorprender al contrario.
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