Clinton propone destinar la mayor parte del super¨¢vit a mejorar el sistema de pensiones
El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, se fue ayer a Buffalo, Nueva York y Philadelphia a hacer campa?a, en el m¨¢s cl¨¢sico estilo electoral, a favor de las propuestas que present¨® ante el Congreso en la noche del martes al mi¨¦rcoles, en su discurso sobre el estado de la Uni¨®n. La principal de esas propuestas, y la que m¨¢s conecta con los sentimientos populares, es la de destinar la mayor parte del super¨¢vit presupuestario que, desde el a?o pasado, conoce Estados Unidos a la creaci¨®n de un fondo de salvaci¨®n del sistema p¨²blico de pensiones de jubilaci¨®n.
La propuesta de Clinton es que EE UU aproveche la ¨¦poca de las vacas gordas en el presupuesto que comenz¨® el pasado a?o, con un excedente de 70.000 millones de d¨®lares, y que puede prolongarse tres lustros, para salvar la Seguridad Social, denominaci¨®n que en este pa¨ªs s¨®lo alude a las pensiones de jubilaci¨®n. Ese sistema, puesto en pie bajo la presidencia del dem¨®crata Franklin Delano Roosevelt, en 1935, puede entrar en bancarrota en las primeras d¨¦cadas del siglo pr¨®ximo, cuando envejezca la generaci¨®n de la explosi¨®n demogr¨¢fica (baby boom) que sigui¨® a la II Guerra Mundial.Como otros pa¨ªses ricos, Estados Unidos se enfrenta al problema de que a comienzos del siglo XXI contar¨¢ con una gran poblaci¨®n jubilada, cuyas pensiones no podr¨¢n pagar los j¨®venes del momento. La idea de Clinton es destinar el 60% del super¨¢vit presupuestario de los pr¨®ximos 15 a?os a llenar las arcas de la Seguridad Social. Un 25% de esos fondos ser¨ªa invertido en los mercados financieros, al igual que lo hacen los fondos privados de pensiones.
Pero hay m¨¢s: Clinton tambi¨¦n propone destinar otro 11% adicional del super¨¢vit a subsidiar unas cuentas de ahorro individuales (Universal Savings Accounts) que reforzar¨ªan las pensiones p¨²blicas. Esas cuentas, de las que s¨®lo podr¨ªa disponerse el d¨ªa de la jubilaci¨®n, contar¨ªan con las aportaciones individuales m¨¢s las del Estado. El Estado pondr¨ªa un m¨ªnimo universal cada a?o (100 d¨®lares, unas 15.000 pesetas) y luego igualar¨ªa las aportaciones de los titulares, pero con l¨ªmites y un criterio de proporcionalidad en relaci¨®n a la renta, para beneficiar a los menos ricos. Todo eso, seg¨²n los c¨¢lculos de la Casa Blanca, significa usar para reforzar las pensiones unos tres billones de d¨®lares de los cuatro billones de d¨®lares de super¨¢vit presupuestario previstos para los pr¨®ximos 15 a?os. El sistema de pensiones estar¨ªa garantizado hasta el 2055.
Otro 15% adicional del super¨¢vit, seg¨²n de Clinton, se destinar¨ªa a consolidar Medicare, el seguro p¨²blico de enfermedad para los ancianos y disminuidos. El resto del excedente presupuestario ir¨ªa destinado a mejorar la educaci¨®n y financiar el mayor programa de gasto militar desde la guerra de las galaxias de Ronald Reagan.
Ese paquete centrista de propuestas reforz¨® el efecto buscado por Clinton en su discurso ante el Congreso: el presidente se preocupa de los problemas concretos de la gente, mientras la mayor¨ªa republicana del Congreso se empecina en cesarle por el caso Lewinsky.
Sin aludir jam¨¢s directamente a su procesamiento y juicio, Clinton us¨® en el Capitolio todos sus trucos de gran actor y comunicador. Describi¨® un pa¨ªs en excelente situaci¨®n econ¨®mica y con la delincuencia a la baja; hizo una catarata de propuestas concretas sobre temas populares, elogi¨® a su esposa, Hillary, que recibi¨® un gran aplauso, y exhibi¨® una amplia galer¨ªa de h¨¦roes estadounidenses, entre ellos un piloto de la Operaci¨®n Zorro del Desierto o la madre de una ni?a que fue v¨ªctima mortal de la oleada de violencia en las escuelas del pa¨ªs.
Aumento de popularidad
El resultado, previsible, fue una nueva subida de popularidad, a tenor de los primeros sondeos efectuados ayer. Pero, aunque efectista, el discurso fue menos brillante que el de 1998, en los primeros d¨ªas del caso Lewinsky, y menos aplaudido en el hemiciclo. Las entusiastas ovaciones con las que los dem¨®cratas le interrumpieron a cada frase, contrastaron con la frialdad en el lado republicano. Como manda la tradici¨®n, los republicanos dedicaron aplausos corteses al presidente y a sus alusiones patri¨®ticas, pero no ocultaron su malestar por tener que escuchar todo un programa electoral de un hombre que quieren destituir. Es dif¨ªcil que las propuestas de Clinton lleguen a buen puerto. Aunque escape a la destituci¨®n por el Senado, es un presidente al que le quedan dos a?os de mandato, y uno de ellos, el pr¨®ximo, electoral, y que se enfrenta a una mayor¨ªa republicana en las dos C¨¢maras del Congreso. De hecho son muy pocas las ideas presentadas por Clinton en su discurso de 1998 sobre el estado de la Uni¨®n que han sido materializadas.
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