Carmelo Ortiz de Elgea resume en una muestra en Vitoria 40 a?os dedicados a la pintura
Una exposici¨®n antol¨®gica formada por 153 pinturas presenta desde hoy en el Palacio de Montehermoso y el antiguo Dep¨®sito de Aguas de Vitoria la trayectoria del pintor alav¨¦s Carmelo Ortiz de Elgea (Vitoria, 1944). La muestra estar¨¢ abierta hasta el pr¨®ximo 28 de febrero. A lo largo de 11 espacios expositivos ofrece un recorrido completo por la obra del artista, desde un cuadro pintado a los 13 a?os que representa la localidad alavesa de Aramaiona, hasta sus ¨²ltimas producciones. Entre ¨¦stas se hallan las 18 obras de la serie Bilbao y sus grandes paisajes urbanos.
El hilo argumental que gu¨ªa la muestra es la recurrente vuelta al paisaje de "un artista caracterizado por la diversidad de su producci¨®n", seg¨²n se?al¨® el comisario de la exposici¨®n, Javier Viar. Fue precisamente esta heterogeneidad lo que dificult¨® la selecci¨®n de las obras presentes en la muestra. La elecci¨®n se realiz¨® finalmente de acuerdo con el citado hilo conductor y con una anterior exposici¨®n del artista titulada Del paisaje al paisaje. Las pinturas son en un 95% propiedad del propio autor, quien ayer se calific¨® como "el mayor coleccionista" de su propia obra. Organizada cronol¨®gicamente, la exposici¨®n comienza con dos salas dedicadas a las pinturas realizadas entre 1958 y 1965, en plena adolescencia y primera juventud del autor. Se trata de paisajes al natural, en los que se percibe una gran profundidad y perfecci¨®n est¨¦tica, "inusuales en un joven y en unas circunstancias sociales adversas al arte y al artista", apunt¨® Viar. La imposibilidad, por su edad y por el momento que se viv¨ªa en Espa?a, de tomar contacto con las corrientes vanguardistas de la pintura internacional propiciaron que el primer contacto con el arte de Ortiz de Elgea se centrase en el paisaje figurativo. En un tercer espacio se aglutinan las obras de mediados de los sesenta, caracterizadas por una tendencia a la abstracci¨®n y la utilizaci¨®n de pinturas gruesas, pero en las que el paisaje contin¨²a siendo protagonista. El periodo termin¨® con una abstracci¨®n total de la producci¨®n, hasta rozar el informalismo de materia, del que T¨¤pies es uno de los m¨¢ximos exponentes. El siguiente m¨®dulo abarca del a?o 1966 al 1972. En una primera parte, las obras reflejan un receso en su trayectoria paisaj¨ªstica con la inclusi¨®n del artista en las corrientes internacionales, concretamente en el pop art. El segundo bloque representa su incursi¨®n en la figuraci¨®n. Tras este per¨ªodo, Ortiz de Elgea regres¨® al paisaje, de acuerdo, en esta ocasi¨®n, con pautas cubistas. El inter¨¦s por lo geom¨¦trico y abstracto queda reflejado en otro apartado de sus obras. Retratos Un nuevo giro lleva al autor hasta el retrato. En una peque?a sala del palacio pueden verse un autorretrato titulado Autorretrato con ¨¢rboles y dos retratos de familia. Del a?o 81 al 89 el autor centra de nuevo su atenci¨®n en los paisajes, "paisajes de madurez", que pueden verse en tres espacios de transici¨®n entre el palacio y el dep¨®sito. Tras una recopilaci¨®n de retratos de amigos realizados durante el a?o 1988, el recorridode la muestra termina con la producci¨®n de los a?os 90, periodo que acoge "un amplio resumen de toda su carrera, caracterizado por la expresi¨®n m¨²ltiple tanto en tama?os como en temas y t¨¦cnicas", se?al¨® el comisario de la exposici¨®n. Esta confluencia se hace evidente al contemplar "cuadros muy ligeros junto a otros muy mat¨¦ricos, con gruesas capas de pasta y pintura", o grandes murales al lado de formatos mucho m¨¢s reducidos de lo que es habitual en la producci¨®n del autor. ?sta es la primera vez en la historia del centro cultural de Montehermoso en que todas sus dependencias est¨¢n dedicadas a una ¨²nica exposici¨®n, lo que "destaca y subraya la importancia del artista", apunt¨® en la presentaci¨®n el alcalde, Jos¨¦ Angel Cuerda. En este sentido, Javier Viar destac¨® que la amplitud del espacio expositivo ha hecho posible la celebraci¨®n de una antol¨®gica que en otras condiciones no hubiera podido hacerse, dada la tendencia del autor hacia "las grandes dimensiones, lo grande, ¨¦pico y tit¨¢nico". Tambi¨¦n el propio Carmelo Ortiz de Elgea reconoci¨® la aptitud del recinto para una exposici¨®n que consider¨® "la mejor y m¨¢s cuidada" de su carrera y de la que destac¨® "la perfecci¨®n con que est¨¢n definidas todas las etapas" de la misma.
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