Un puerto de mar junto al Manzanares
Un canal de ensayo y un simulador de maniobras de buques se esconden en una nave del distrito de Usera
Lauro Clariana, de 52 a?os, pr¨¢ctico del puerto de Tarragona, permanece de pie sobre el puente del barco cargado de autom¨®viles. Con ¨¦l intenta atracar en la d¨¢rsena de la ciudad catalana. Muestra atenci¨®n intensa y mira al frente, pendiente de todo. Flanqueado por un capit¨¢n de la marina mercante, le pide virajes sucesivos de tim¨®n: "Veinte a estribor", repite con energ¨ªa. Necesita atravesar un estrechamiento de la d¨¢rsena, de 70 metros de luz, con su buque, que tiene 20 de manga (anchura) y 130 de eslora (longitud). Desde lo alto del puente de mando -18 metros dice un indicador-, con un radar a la izquierda y un tablero cuajado de puntos iluminados de frente, el intento de Clariana parece una maniobra imposible. Por la proa cruza veloz un remolcador. Todo anuncia un choque inminente contra los dos pivotes del puente levadizo que tiene delante. Sopla un viento de levante a 37 nudos, que empuja por el costado al buque. La respiraci¨®n se contiene. Se hace el silencio.El barco entra suavemente en puerto tras sortear el obst¨¢culo. Con pericia, los dos navegantes lo han esquivado. La puerta de la cabina del buque se abre. El pr¨¢ctico y el capit¨¢n salen. Relajados, bajan unas escaleras met¨¢licas y desde lo alto contemplan en toda su amplitud el puerto de Barcelona. Es enorme. A su izquierda se ve la masa discontinua y coloreada de los contenedores de mercanc¨ªas, dispuestos en ordenadas hileras. El agua y las rocas del litoral brillan.
Hay un petrolero de madera fondeado. Con nitidez se ven los grandes diques y espigones, surcados por escolleras, montones de piedras cuadradas. Un oleaje bate el litoral barcelon¨¦s con cierta intensidad. Para intensidad grande, la del mar que el 1 de enero de 1998 hundi¨® 10 barcos en la d¨¢rsena del puerto asturiano de Vega. Ah¨ª mismo se ve el castigado puerto asturiano, muy cerca del de la Ciudad Condal, azotado sin cesar por la marea. Se escucha otro rumor de olas, en un canal cercano. En este momento alcanzan una altura de metro y medio. Infunden respeto.
El temporal, el oleaje rampante y el trasiego de buques surgen, como el puerto de Barcelona, a unos veinte metros en l¨ªnea recta del cauce del r¨ªo Manzanares, en plena calle madrile?a de Antonio L¨®pez, en el barrio de Usera. Habitan dentro de una enorme nave, en este caso industrial, que alberga un canal de ensayo de pruebas mar¨ªtimas, de 90 metros de longitud por 6 de profundidad y 3,5 de anchura; un tanque de oleaje multidireccional, con decenas de paletas independientes unas de otras, que reproducen fielmente el caos del movimiento de las ondas marinas en su arbitrariedad caprichosa; un simulador de maniobras de buques, de ah¨ª el atraque en la d¨¢rsena tarraconense, y la reproducci¨®n a escala de varios puertos espa?oles: Barcelona, los asturiano de Llanes y Vega, Escombreras, entre otros. Todo ello compone el simulacro mejor logrado de cuantos tienen a Madrid por escenario. Se trata de la sede del Centro de Estudios de Puertos y Costas, que dirige el ingeniero navarro Jos¨¦ Mar¨ªa Grassas, de 42 a?os, regido por el Centro de Estudios y Experimentaci¨®n de Obras P¨²blicas, que encabeza el director general del Cedex, Felipe Mart¨ªnez. Las instalaciones se alojan en un edificio de techo verdoso y muros color ocre, que pasa inadvertido junto a la autov¨ªa de circunvalaci¨®n M-30. Dentro se reproducen desde hace d¨¦cadas, de manera discreta y laboriosa, miles de ensayos sobre clima mar¨ªtimo, propagaci¨®n y agitaci¨®n de oleaje de todas clases, maniobras con barcos, de cargas y tonelajes diferentes, bajo inn¨²meras condiciones meteorol¨®gicas. Los simulacros se realizan f¨ªsicamente en playas artificiales, all¨ª reproducidas a escala y provistas de sus sedimentos y componentes, con la ayuda de potentes ordenadores y programas vers¨¢tiles.
Todo acontecimiento de cuantos suceden en los 3.904 kil¨®metros de costas que Espa?a tiene -en su mayor parte desabrigadas por la naturaleza y sometidas a una intensa erosi¨®n- halla en esta nave oportunidad de ser simulado. "Nuestras dos grandes preocupaciones son la seguridad de las personas y la calidad ambiental", explica Jos¨¦ Mar¨ªa Grassa, ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. "En los litorales entran en interacci¨®n el mar, la tierra y la atm¨®sfera. Si a ello unimos la influencia del estado de las playas para la principal fuente de recursos del pa¨ªs, el turismo, m¨¢s la importancia del tr¨¢fico mar¨ªtimo, resulta crucial contar en Madrid con un lugar como ¨¦ste, donde se puede experimentar cuanto puede ser de inter¨¦s para supervisar el comportamiento del mar, los buques y los puertos".
El origen del Cedex, que data de 1957, es herencia de los laboratorios de la C¨¢tedra de Puertos de la Escuela de Ingenieros de Caminos de Madrid. Un centenar de ingenieros, bi¨®logos, ge¨®logos y marinos mercantes guardan all¨ª celosamente su secreto.
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