El testimonio vuelve a poner a la Casa Blanca a la defensiva
Un tornado, no natural sino pol¨ªtico, se abati¨® ayer sobre Washington. El regreso de Monica Lewinsky a la "capital del pecado" desde su refugio en el hogar familiar de Los ?ngeles devolvi¨® al esc¨¢ndalo un vigor que las sopor¨ªferas sesiones del Senado le hab¨ªan arrebatado. Todas las cartas volvieron a ponerse encima de la mesa, justo lo que Bill Clinton quer¨ªa evitar. Se alter¨®, nadie sabe por cu¨¢nto tiempo, el ambiente favorable a sus posiciones que el presidente hab¨ªa creado con la campa?a electoralista iniciada con su discurso ante el Congreso sobre el estado de la Uni¨®n.La Casa Blanca teme como a la peste una posible comparecencia de Lewinsky ante el Senado. Y no tanto por lo que pueda decir de nuevo, que probablemente ser¨ªa poca cosa, como por el hecho de que la presencia en el Capitolio de esta joven de 25 a?os puede provocar una reacci¨®n contraria al presidente. Una cosa es leer el testimonio de Lewinsky y otra escucharla en carne y hueso.
Y ese efecto, el de presentarla como un ser humano v¨ªctima de la irresponsabilidad del hombre m¨¢s poderoso del planeta, es, precisamente, el que busca la acusaci¨®n. El regreso de Lewinsky tambi¨¦n devolvi¨® a Washington la fiebre medi¨¢tica que conoci¨® en los momentos m¨¢s espectaculares del caso. Decenas de fot¨®grafos y c¨¢maras de televisi¨®n la asaltaron cuando lleg¨® a la ciudad procedente de Los ?ngeles, en la noche del s¨¢bado. Visiblemente molesta, Lewinsky intentaba cubrir sus ojos con una gorra de b¨¦isbol.
Clinton poco o nada puede hacer para impedir que, de uno u otro modo, su ex amante termine declarando ante los senadores. La Casa Blanca confirm¨® ayer que Clinton no contestar¨¢ personalmente las preguntas que, seg¨²n anunci¨® en la noche del s¨¢bado Trent Lott, l¨ªder de la mayor¨ªa republicana, puede formularle el Senado. Responder¨¢, pero a trav¨¦s de sus abogados.
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