La endogamia en la ense?anza y en la investigaci¨®n
El presidente del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), C¨¦sar Nombela, ha abogado recientemente por "suprimir la endogamia en la Universidad espa?ola que impide el acceso de los mejores candidatos". El profesor Nombela tiene raz¨®n y sus declaraciones habr¨ªa que hacerlas extensivas a todas las instituciones p¨²blicas, incluyendo al propio CSIC.Desde la entrada en vigor de la Ley de Reforma Universitaria (LRU), el acceso a los puestos de profesor en la Universidad espa?ola se hace por un sistema peculiar, en el que dos miembros del tribunal son de la propia universidad (en ocasiones propuestos por los propios opositores) y los otros tres son designados por sorteo. Dada la expansi¨®n de la Universidad espa?ola en las ¨²ltimas d¨¦cadas, se ha convocado a concurso un n¨²mero de plazas importante y los candidatos que han optado a las mismas han sido, en su inmensa mayor¨ªa, doctores del propio departamento al que estaba adscrita la plaza. Si a esto se a?ade la barrera ling¨¹¨ªstica que surge en varias comunidades aut¨®nomas, se eliminan de una vez la competencia y el sentido de universalidad que deber¨ªan caracterizar a la Universidad. El resultado es la gran endogamia, el car¨¢cter localista y el empobrecimiento cultural que hoy caracteriza a la Universidad espa?ola.
La situaci¨®n en el caso de otras instituciones, como el CSIC, es pr¨¢cticamente la misma, con la diferencia de que ni siquiera existe oposici¨®n, sino un mero concurso de m¨¦ritos. Es cierto que en los tribunales para cubrir plazas del CSIC participa alg¨²n profesor universitario, pero por mi propia experiencia, el sistema no disminuye la endogamia, porque todos los candidatos a las plazas son doctores del propio CSIC.
La soluci¨®n a estos problemas no reside en el cambio de la LRU, ni de otras leyes que quiz¨¢s se promulgaron pensando en personas determinadas. Las universidades norteamericanas y la mayor parte de las europeas solucionaron hace mucho tiempo el problema siguiendo un principio sencillo, sin necesidad de promulgar ley alguna: ning¨²n doctor puede llegar a ser profesor o investigador en el propio centro donde realiz¨® su tesis doctoral. Ser¨ªa necesario hacer algo de historia sobre el CSIC y de c¨®mo, en muchos casos y en sus or¨ªgenes, se nutri¨® de cient¨ªficos que no lograron acceder a catedr¨¢tico de universidad. Este hecho gener¨® un cierto distanciamiento y resentimiento entre ambas instituciones, que afortunadamente se ha ido disipando con el tiempo.
Pasados los a?os, y con una mejor infraestructura cient¨ªfica en el CSIC que en la universidad, fueron varios los investigadores del CSIC que hicieron oposiciones a plazas de profesor de universidad con ¨¦xito, y sobre todo como consecuencia de sus m¨¦ritos de investigaci¨®n.
Universidad y CSIC han tenido durante su com¨²n existencia vidas paralelas, cuando sus objetivos y planificaci¨®n deber¨ªan haber sido radicalmente diferentes. Hasta los sueldos de su personal son paralelos. As¨ª, los salarios base de los profesores de la universidad -que son una indicaci¨®n del pobre concepto que el pa¨ªs tiene de la instituci¨®n-, se hacen algo m¨¢s decentes con los complementos de docencia y de investigaci¨®n, que claro est¨¢ desaparecen al llegar la jubilaci¨®n. El mimetismo de ambas instituciones es tal que los mismos complementos existen para los investigadores del CSIC, a pesar de que sus miembros no tienen funci¨®n docente. La categor¨ªa de nivel superior en el CSIC tiene incluso el nombre de profesor de investigaci¨®n, un t¨¦rmino de dif¨ªcil traducci¨®n a idiomas anglosajones, cuando se quiere explicar a un cient¨ªfico extranjero lo que significa.
En otras ocasiones he escrito que no tiene sentido mantener dos instituciones con funciones similares, compitiendo en investigaci¨®n b¨¢sica, en becarios y en fondos de investigaci¨®n nacionales, para al final dispersarlos a¨²n m¨¢s. No creo que la soluci¨®n del CSIC est¨¦ en que sus doctores accedan a puestos universitarios, aunque ahora sea m¨¢s f¨¢cil, ya que con la presente LRU no hay que saberse siquiera el programa de oposiciones, ni tener experiencia docente alguna.
La soluci¨®n habr¨ªa que buscarla en la forma de operar de los centros hom¨®logos al CSIC en Alemania o en Holanda, por ejemplo. En esos pa¨ªses los centros de investigaci¨®n estatal del hierro y del acero, o en agricultura, disponen del orden de un 30% de financiaci¨®n estatal y el resto han de conseguirlo a trav¨¦s de proyectos con empresas, proyectos multinacionales e incluso impartiendo cursos que requieren una gran especializaci¨®n. Desgraciadamente, en Espa?a son pocas las empresas que incluyen a la investigaci¨®n como parte de su negocio, por aquello de que la tecnolog¨ªa se importa. Pienso, sin embargo, que la colaboraci¨®n con la industria ser¨ªa la direcci¨®n en la que deber¨ªa orientarse el CSIC, que tiene grupos representativos que ya la han seguido hace mucho tiempo y podr¨ªan servir de ejemplo. Cifrar en la Universidad las expectativas de salidas profesionales de los doctores del CSIC, es un cierto reconocimiento del propio fracaso. Es como el pescador de ca?a que siempre piensa que en la orilla opuesta tendr¨ªa m¨¢s ¨¦xito en sus capturas. La Universidad est¨¢ saturada de graduados, de doctores y quiz¨¢s de profesorado, porque el pa¨ªs tiene hipertrofia en todos esos colectivos al no saber qu¨¦ hacer con sus j¨®venes.
Los doctores universitarios, por otra parte, no han tenido el camino f¨¢cil en modo alguno; su director de tesis y ellos mismos han tenido que simultanear docencia e investigaci¨®n, y eso supone un gran esfuerzo para lograr una investigaci¨®n con un m¨ªnimo nivel. Est¨¢ claro que si Espa?a desea tener un desarrollo industrial propio, en el contexto de la Uni¨®n Europea, tendr¨¢ que coordinar alg¨²n d¨ªa su pol¨ªtica cient¨ªfico-tecnol¨®gica.
No se trata, como normalmente se dice, de dedicar m¨¢s fondos p¨²blicos para aumentar el n¨²mero de profesores, investigadores y medios de investigaci¨®n. El problema reside en aumentar el rendimiento de los fondos que actualmente se dedican, en la resoluci¨®n de problemas que tiene planteados el pa¨ªs en distintos sectores. Quiz¨¢s ser¨ªa necesario integrar algunos centros del CSIC en la Universidad, de forma que los profesores universitarios tuviesen la oportunidad de dedicarse alg¨²n tiempo exclusivamente a la investigaci¨®n y los investigadores del CSIC, con deseos de dar clase, tuviesen tambi¨¦n la oportunidad de transmitir sus conocimientos.
En realidad el diagn¨®stico de la situaci¨®n se ha hecho de forma reiterada y desde hace mucho tiempo; el problema siempre reside en dar el tratamiento adecuado. En 1976 ya se public¨® el llamado Manifiesto de Salamanca en el que se hace referencia a la ciencia, a la tecnolog¨ªa, a la Universidad, al CSIC, a la industria y a su coordinaci¨®n. La frase final del informe dec¨ªa: "Ning¨²n problema nacional tolera menos que ¨¦ste la evasi¨®n o las dilaciones". Como puede verse las ha tolerado a lo largo de los ¨²ltimos 23 a?os pero a costa de seguir exportando a Estados Unidos y a Europa a muchos de nuestros mejores graduados y doctores.
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