Urbanismo es cultura
Desde Arist¨®teles a Kant, desde Tom¨¢s de Aquino a Carlos Marx, Descartes, Foucault, o Max Weber, pasando por nuestros Francesc d"Eiximenis y Sanchis Guarner, fil¨®sofos, historiadores, soci¨®logos y eruditos se han ocupado de la ciudad. Alguien la defini¨® como la m¨¢s grande obra ideada y realizada por el ser humano. Casi la mitad de la poblaci¨®n mundial vive en ciudades y desde que Ildefonso Cerd¨¢ inventara el t¨¦rmino urbanismo en el siglo pasado para estudiar cient¨ªficamente el hecho urbano, esta voz abri¨® una nueva rama de las ciencias sociales que hoy se ense?a en la Academia. M¨¦dicos e higienistas, fil¨¢ntropos, arquitectos y humanistas, maestros de obra y artesanos, pintores y escultores, han dejado su huella en esta obra. Desde la Carta de Atenas (1933), con Le Corbusier a la cabeza, hasta la reciente Carta de Aarlborg (1994) todos los pronunciamientos progresistas del presente siglo han coincidido en se?alar, con puntos de vista diferentes, el papel decisivo, ¨²nico, de la ciudad como origen y foco difusor del progreso, de la cultura y en definitiva, como esencia misma de las civilizaciones. No han dejado, sin embargo, de se?alar los peligros de una evoluci¨®n negativa. El p¨¢rrafo inicial del documento de Aarlborg dice: "Nosotras, ciudades europeas, signatarias de la presente Carta, declaramos que en el curso de la historia hemos conocido imperios, estados y reg¨ªmenes y hemos sobrevivido a ellos como centros de la vida social, portadores de nuestras econom¨ªas y guardianes de la cultura, el patrimonio y la tradici¨®n. Junto con las familias y los barrios, las ciudades han sido la base de nuestras sociedades y estados, el centro de la industria, el artesanado, el comercio, la educaci¨®n y el gobierno". Las referencias y citas se har¨ªan interminables si quisi¨¦ramos seguir mostrando que, a lo largo de la historia de la ciudad, su an¨¢lisis ha tenido una componente claramente pluridisciplinar. Por eso resulta dif¨ªcil entender que un organismo como el Consell Valenci¨¤ de Cultura (CVC), integrado por mujeres y hombres de probada trayectoria profesional en el campo de las humanidades y las ciencias, alegue -no de modo un¨¢nime, es cierto- falta de conocimientos urban¨ªsticos para pronunciarse sobre una cuesti¨®n que le plantean los vecinos de El Cabanyal: si est¨¢ de acuerdo con el proyecto de la Administraci¨®n para esta zona. Situ¨¦monos en el mejor de los supuestos bienpensantes y demos por sentado que sus miembros act¨²an con independencia de prejuicios pol¨ªticos. ?Creen acaso, los se?ores consejeros del CVC, que la prolongaci¨®n de la avenida de Blasco Ib¨¢?ez, que implica el derribo de m¨¢s de mil viviendas de El Cabanyal, es un asunto que los t¨¦cnicos resuelven despu¨¦s de aplicar sesudas e inextricables f¨®rmulas f¨ªsicas o metaf¨ªsicas, a las que ellos no pueden tener acceso? ?Creen en definitiva que el urbanismo es una ciencia oculta o esot¨¦rica? Cuando un juez ha de dictaminar sobre una causa en la que hay que aclarar aspectos t¨¦cnicos (un edificio que se viene abajo, por ejemplo) exige actuaciones periciales, y el margen de subjetividad en la decisi¨®n de los t¨¦cnicos suele ser, siguiendo con el ejemplo, escaso. El urbanismo, es decir, la ordenaci¨®n y construcci¨®n de la ciudad admite, en cambio, mayores m¨¢rgenes de subjetividad, pero a fin de cuentas, ha de seguir unas pautas y reglas l¨®gicas, como respetar las leyes, defender lo que previamente se ha establecido como protegible, contar con los afectados... Por todo ello, y con el debido respeto, el dictamen elaborado por el presidente de la comisi¨®n de legado hist¨®rico y art¨ªstico del CVC me parece una tremenda decepci¨®n, por su superficialidad al eludir entrar en el fondo de la cuesti¨®n. Por un lado, pide que se respete la legalidad en materia de bienes protegidos (El Cabanyal lo est¨¢, en parte) de lo cual se puede inferir que, al menos, el CVC dispone de una cierta informaci¨®n sobre el asunto. Al mismo tiempo, aduce falta de conocimientos (de los miembros del CVC) para pronunciarse sobre la prolongaci¨®n de la avenida. ?Tan dif¨ªcil resulta comprobar que esa prolongaci¨®n no se puede llevar a cabo, por muy felices resultados que pretenda, sin derribar un mont¨®n de esos bienes protegidos y partir el barrio en dos? Para acabarlo de arreglar, viene a decir el dictamen, que "en caso de aprobarse dicha prolongaci¨®n (... ) se indemnice suficientemente y con generosidad a los vecinos afectados". La indemnizaci¨®n es un derecho constitucional cuya invocaci¨®n no a?ade valor al dictamen, por su obviedad. En cuanto a la "generosidad", creo que ya han respondido los vecinos diciendo que no necesitan caridad. Resulta inevitable, por la proximidad en el tiempo, la comparaci¨®n con otro asunto reciente, que tambi¨¦n pas¨® a dictamen del CVC, referido a la cuesti¨®n de la lengua. ?Por qu¨¦ no se ha elegido en el caso de El Cabanyal una v¨ªa amplia de consultas, como se hizo en el conflicto ling¨¹¨ªstico? As¨ª que el CVC, cuyo pleno ha de debatir ese dictamen, lo tiene muy f¨¢cil: pocos organismos como ¨¦ste pueden analizar con sosiego y presupuesto los temas que le someten a consulta las instituciones pol¨ªticas y sociales y pocos asuntos como el de El Cabanyal encajan tan bien entre los objetivos del alto ¨®rgano consultivo de la Generalitat en materia de cultura. Porque el urbanismo es cultura. Si no, ?qu¨¦ es?
Joan Olmos es ingeniero de Caminos.
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