El tricornio
El monumento a la Guardia Civil que el Ayuntamiento perpetra para el parque de Berl¨ªn tendr¨¢ como motivo central y prioritario: un tricornio, lo han adivinado, han captado el profundo proceso mental del artista seleccionado, su angustiosa b¨²squeda de la idea inspiradora que concluy¨® en este genial descubrimiento. Un tricornio que por otra parte no es exactamente un tricornio sino un bicornio, porque el cuerno frontal ha desaparecido para dar paso a una forma redondeada. Una contradicci¨®n m¨¢s del benem¨¦rito cuerpo, como la de llamarse civil siendo un instituto militar.El monolito ideado como homenaje a la Guardia Civil puede ser tambi¨¦n contradictorio, contraproducente, contrario a las ben¨¦ficas motivaciones que lo inspiran. El boceto del proyecto publicado en estas p¨¢ginas, con su arco triunfal, su tricornio volador y sus guardias aleg¨®ricos cumpliendo humanitarias funciones, da la medida del pavoroso engendro, 15 metros de arco, 7 de pedestal y 12 de escalinata. El espanto que me produjo la visi¨®n, a escala reducida y sin volumen, del artefacto fue tal que estoy pensando en redactar y pasar a la firma una carta abierta a ?lvarez del Manzano para implorarle que retorne a la estatuaria liliputiense que tanto parec¨ªa gustarle. Si acepta la sugerencia, los firmantes de la ep¨ªstola prometemos no volver a re¨ªrnos de sus figuritas de Bel¨¦n y sus soldaditos de plomo. De veras.
Por lo que se refiere al monumento (sic) en cuesti¨®n, ya se sabe que la cl¨¢sica y severa imagen del cuerpo no cuadra con los experimentos de vanguardia; por tanto, nada de abstracciones geom¨¦tricas ni de borrones simb¨®licos que cada uno pueda interpretar a su aire, el monolito debe ser ante todo monol¨ªtico. Todo un desaf¨ªo creativo, incluso para Juan de ?valos, que demostr¨® su idoneidad y profesionalidad en condiciones extremas trabajando bajo la supervisi¨®n personal¨ªsima del arquitect¨ªsimo Franco en el Valle de los Ca¨ªdos. Pero ?valos acaba de rematar el monumento al Papa para el aparcamiento del arzobispado y el proyecto ha debido de caer en manos de un genio an¨®nimo que, a lo mejor, estaba en la cola del paro. El artista no ha querido correr riesgos con un encargo tan delicado y despu¨¦s de darle algunas vueltas a la cabeza le ha aparecido sobre ella un tricornio, el m¨ªtico, arquet¨ªpico y emblem¨¢tico tricornio que, si nadie con dos dedos de sensibilidad lo impide, dentro de un tiempo supervisar¨¢ desde 20 metros de altura los movimientos de los paseantes del parque, como la pupila vigilante de un c¨ªclope. No s¨¦ por qu¨¦ pero me parece que ¨¦sa no era exactamente la impresi¨®n que quer¨ªan producir los promotores del homenaje con su iniciativa, pero ya se sabe de qu¨¦ material est¨¢n empedradas las calles del infierno. Las buenas intenciones se traducen en este caso en una imagen opresiva y autoritaria que no pueden contrarrestar ni el perrito adiestrado, ni el beb¨¦ en apuros que atienden en sus sol¨ªcitos brazos los guardias representados en el pedestal.
El parque de Berl¨ªn ya soporta otras agresiones estatuarias, pero de menor porte como el piano de granito que recuerda a Beethoven o los an¨®nimos bloques del muro de Berl¨ªn que emergen misteriosamente del estanque formando una alegor¨ªa indescifrable. Pero el grupo escult¨®rico en proyecto supera las peores pesadillas de los pac¨ªficos y sufridos habituales del parque, incluso de los m¨¢s expertos en pesadillas como los escritores Juan Jos¨¦ Mill¨¢s, que tantas veces lo retrat¨® en la novela y en la cr¨®nica, y Alberto Porlan, observador insomne de la flora y la fauna del lugar desde su ventana que se asoma al parque.
La estatuaria urbana durante el periodo "manzanista" ser¨¢ sin duda objeto de estudio, y tal vez de estupefacci¨®n generalizada, en los siglos venideros. La simple enumeraci¨®n de los "homenajes" proyectados o realizados durante su etapa bastar¨ªa para alimentar una suculenta pol¨¦mica. Qu¨¦ sucedi¨® para que la ayer autodenominada capital de la movida se transformase de la noche a la ma?ana en foco de la estatuaria m¨¢s reaccionaria, c¨®mo una urbe que se las daba de "posmoderna" pudo pasar en tan breve lapso de la transvanguardia art¨ªstica a la prehistoria escult¨®rica. La Virgen, Manolete, el Papa, la Violetera, la Guardia Civil, los estudiosos del futuro se volver¨¢n locos para encajar hist¨®ricamente en el ¨²ltimo tercio del siglo XX a un alcalde como ?lvarez, anacronismo vivo y pertinaz enigma.
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