L¨¢grimas
JOS? MANUEL ALONSO Las l¨¢grimas de Esperanza Aguirre en su despedida como ministra de Educaci¨®n y Cultura han llenado de lodo la pol¨¦mica y el comentario. La nueva presidenta del Senado (designada de forma dedo-recta) ha sido vapuleada. Se han recordado frases como aquella de V¨ªctor Hugo: "?Llora! Que el llanto tiene ense?anzas. ?Llora! Que el llanto guarda esperanzas". Lo peor es que la mayor¨ªa de quienes han vapuleado a la ex lo han hecho m¨¢s por sus l¨¢grimas que por su nefasta actuaci¨®n como ministra. Durante los a?os de su mandato, educadores y artistas han subrayado los constantes errores, denunciando su gesti¨®n. Pese a esos errores y a sus constantes muestras de ignorancia, Aznar la ha mantenido en el cargo, obsesionado en no demostrar debilidad de gobierno, que es lo cl¨¢sico en toda postura conservadora. Por eso, de lo dicho sobre aquellas l¨¢grimas nos quedamos con una frase de una contertulia de radio: "Me duele Esperanza Aguirre no porque llore al irse del ministerio, sino por lo mucho que nos ha hecho llorar durante su mandato". Evidente, porque las l¨¢grimas de Esperanza fueron, en otras ocasiones, sonrisas. Sonrisas frente a las c¨¢maras de TV (Caiga quien caiga) o frente a los problemas reales de su ministerio. Copiando una idea del ir¨®nico Mark Twain podr¨ªa decirse que las peores l¨¢grimas de Esperanza han sido sus sonrisas. As¨ª, en setiembre del 97, el rector de la UPV, Peio Salaburu, centr¨® su discurso de inicio del a?o acad¨¦mico en una cr¨ªtica a la ministra, porque "nos dice que est¨¢ de acuerdo en todo lo que exponemos los rectores, pero se muestra incapaz de articular medida alguna de soluci¨®n en la pr¨¢ctica (...) Ser¨ªa un grave error seguir manteniendo por m¨¢s tiempo esta situaci¨®n. Un error que lo va a pagar la sociedad entera durante los pr¨®ximos a?os". Por ello, Salaburu reclam¨® a Aguirre que "asuma sus responsabilidades y sea consciente de que existen problemas que no se solucionan s¨®lo con una sonrisa". Vamos, que no basta la sonrisa para ser ministra. Ni tampoco la l¨¢grima para dejar de serlo, no vaya a ser que recordemos a Chopin: "No creo ya en la l¨¢grima porque te he visto llorar".
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