Claudio L¨®pez agujerea al Atl¨¦tico
La velocidad del argentino y los pocos recursos ofensivos rojiblancos dan el triunfo al Valencia
El Valencia tiene una atenci¨®n extrema y tiene, sobre todo, a Piojo L¨®pez. As¨ª, con tanto o con tan poco, seg¨²n se mire, pone de su lado los partidos. Est¨¢ a todo lo que sucede y de lo m¨ªnimo saca un pu?etazo, principalmente cuando se encuentra con un enemigo como el Atl¨¦tico que deja unos cuantos metros entre su portero y la defensa. Da igual d¨®nde y en qu¨¦ situaci¨®n recupere la pelota el equipo de Ranieri: le basta con lanzarla luego en largo y dejar hacer , o correr para ser m¨¢s exactos, a Claudio L¨®pez. El argentino fue una pesadilla ayer para la zaga rojiblanca, que adem¨¢s acus¨® notablemente la ausencia de Chamot. Cada uno de los pelotazos largos del Valencia hizo herida en el Atl¨¦tico, que adem¨¢s confirm¨®, sin Juninho en el campo y con el brasile?o dentro, la peor de sus verdades: no sabe atacar, no puede.Los primeros minutos le sirvieron al Valencia para forzar en el Atl¨¦tico una pronunciada crisis de identidad, una absoluta p¨¦rdida de fe en s¨ª mismo. Durante 10 minutos, los rojiblancos se vieron con el bal¨®n y el mando para determinar el ritmo. El Valencia ni se inmutaba. Al contrario, se frotaba las manos. Y a la primera, derrumb¨® todos los pron¨®sticos que se estaban contruyendo los de casa: Angloma y Mendieta ahogaron de pronto a Correa en una posesi¨®n, el rubio valencianista le arrebat¨® la pelota y la envi¨® luego al frente con violencia. El bal¨®n super¨® por arriba a la zaga del Atl¨¦tico y a su b¨²squeda sali¨® como una bala Piojo L¨®pez. Mucho antes de que a Molina le diera tiempo a tomar una decisi¨®n, el argentino ya hab¨ªa dado caza al cuero, se lo hab¨ªa acomodado y lo hab¨ªa enviado con sutileza junto al rinc¨®n.
ATL?TICO 1
VALENCIA 2Atl¨¦tico: Molina; Aguilera, Santi, Ram¨®n, Toni (Juninho, m. 46); Serena, Ventur¨ªn, Valer¨®n, Roberto (Mena, m. 71); Jos¨¦ Mari y Correa. Valencia: Ca?izares; Bjorklund, Djukic, Carboni; Angloma, Mendieta, Milla (Schwarz, m. 75), Farin¨®s, Juanfran (Roche, m. 85); L¨®pez (Vlaovic, m. 89) y Angulo. Goles: 0-1. M.12. Correa pierde el bal¨®n ante Mendieta, que nada m¨¢s robar env¨ªa en largo para Piojo L¨®pez, quien gana a la defensa en la carrera, controla y bate a Molina en la salida con un toque suave. 1-1. M.18. Jos¨¦ Mari remata de cabeza un c¨®rner cerrado de Correa. 1-2. M.27. Santi se resbala junto al ¨¢rea y deja al bal¨®n libre a Angulo, que avanza y cruza con precisi¨®n al segundo palo. ?rbitro: Prados Garc¨ªa. Mostr¨® tarjeta amarilla a Toni, Juanfran, Jos¨¦ Mari, Carboni y Mendieta. 42.000 espectadores en el Calder¨®n.
El 0-1 tuvo efectos devastadores para el Atl¨¦tico, que a partir de ese instante dud¨® en todas sus maniobras defensivas. Y ni el inmediato empate de Jos¨¦ Mari repuso a su defensa del shock. Cada viaje en largo del bal¨®n abr¨ªa un agujero en la zaga madrile?a. Daba la sensaci¨®n de que por la mente de Santi y compa?¨ªa ya no hab¨ªa hueco para el orden, el acoso, la l¨ªnea y todos esos movimientos sincronizados que Sacchi les ha grabado. Por sus cabezas s¨®lo aparec¨ªa la bajita figura de L¨®pez disfrazada de demonio.
Es probable que por eso llegara el 1-2. L¨®pez no intervino, pero su esp¨ªritu seguro que s¨ª. El bal¨®n ven¨ªa c¨®modo para Santi, pero se resbal¨® al intentar lanzar una mirada de inspecci¨®n para localizar al argentino, que andaba lejos. Se fue al suelo Santi y el Valencia, que est¨¢ a todo, no perdon¨®: lleg¨® Angulo, que nadie sabe c¨®mo pero se hab¨ªa imaginado el tropez¨®n de su rival, y marc¨® con suavidad.
El Valencia sigui¨® a lo suyo, a defenderse con todo muy cerca de su porter¨ªa, a presionar con entusiasmo y a so?ar con la efectividad de su ley del zapatazo, juego frontal lo llaman algunos. En el Atl¨¦tico, con un rival tan encerrado, sali¨® a escena lo peor de su repertorio: la falta de ideas, las carencias t¨¦cnicas, la ausencia de gente desequilibrante. Ya no se trataba de aprovechar los espacios sino de provocarlos, de inventarlos. Pero para esos menesteres anda escaso de personal.
Sacchi se dio por vencido y tras el descanso modific¨® su sistema. Quit¨® a Toni , dio entrada a Juninho y dibuj¨® una especie de 3-4-1-2, con el brasile?o en la media punta, el sitio que tanto tiempo lleva reclamando. El Atl¨¦tico recuper¨® la pelota, se aloj¨® en el campo del rival, pero no descubri¨® caminos para fabricarse ocasiones. Apenas cre¨® peligro. El Valencia, muy juntito alrededor de su ¨¢rea, acept¨® el gui¨®n sin muchos miramientos. Se limit¨® a no dejar jugar al Atl¨¦tico y a tirar tres o cuatro voleones venenosos m¨¢s, a cuyo encuentro ya no fue Claudio L¨®pez con tanta fe.
Finalmente, el Atl¨¦tico perdi¨® su primer partido en el Calder¨®n. Defendi¨® peor que nunca -la combinaci¨®n entre la presencia de L¨®pez y la ausencia de Chamot result¨® letal para sus intereses- y atac¨® tan mal como siempre. Los rojiblancos viven de no dejar jugar a los rivales. Pero cuando ¨¦stos contestan con la misma moneda, el Atl¨¦tico ya no mata, muere.
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