Un ciclista en las Cortes Valencianas
Ten¨ªa tres a?os, cuando parti¨® intr¨¦pidamente de Adrall, en su triciclo, y tom¨® el camino de la Seu d"Urgell, a ras de un cielo estampado de cumbres; y el final del camino era su abuelo. Pero no pedale¨® m¨¢s all¨¢ del vell¨®n de las merinas, bajo un alero, donde se acurrucaba el conf¨ªn rural de su aventura. Con el tiempo, aquel infante llegar¨ªa a Valencia, para hacerse ingeniero agr¨®nomo. Primero, descendi¨® de su orograf¨ªa cincelada de rebecos, iglesias rom¨¢nicas, hayales y casta?os, y se sac¨® el grado de bachiller en Barcelona. Luego, a la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia, con dieciocho a?os de edad y las manos curtidas de resinas crudas y heno de los valles, de las aguas trucheras del Segre. Y ya finalmente titulado en ingenier¨ªa, se diplom¨® tambi¨¦n en tecnolog¨ªa de los alimentos. Joan Rib¨®, ecologista de crianza y complicidad con la naturaleza, se domicili¨® en Valencia y se doctor¨® en el Instituto Agroqu¨ªmico, y es el ¨²nico diputado auton¨®mico del pa¨ªs que se desplaza a las Cortes en bicicleta: el mundo es menos ancho y nadas ajeno, y ya no lo detienen los copos de lana ni tan siquiera la peste industrial que desmenuza la fr¨¢gil copa del aire urbano. Joan Rib¨® lleva a las espaldas los decorosos pliegos parlamentarios, en una mochila dise?ada para la intemperie, y los bocadillos de chorizo y tortilla de patatas; y cuando deja la bicicleta, hace senderismo, entre sus se?or¨ªas, hasta alcanzar su esca?o. En aquella ¨¦poca de las postrimer¨ªas, cuando Carrero Blanco, en su vertiginosa subida a la gloria, disolvi¨® a un coro de querubines que cantaban La Internacional; y una panda de gerifaltes esperp¨¦nticos y desmoralizados trataban de apa?ar, con cecina beatificada, esp¨ªritus de almanaque y escombros de b¨²nker, las cuentas en n¨²meros rojos del franquismo, Joan Rib¨® se meti¨® en el ajo por el resquicio de un cristianismo de carretera y manta, investig¨® la qu¨ªmica de las plagas del pulg¨®n y de los ultras, ejerci¨® la docencia universitaria y se apunt¨® al Partit Comunista del Pa¨ªs Valenci¨¤, cuando la Junta Democr¨¤tica era un parapeto de manifiestos, revolucionarios, sindicalistas y registradores de la propiedad. Poco despu¨¦s de que el cad¨¢ver de Franco muriera oficialmente, se tir¨® al cubo de los desperdicios la ruptura democr¨¢tica, y los dirigentes pol¨ªticos se enviaron ramilletes de violetas y jacintos, con juramentos de fidelidad eterna: la transici¨®n ten¨ªa toda la prestancia de unos juegos florales. En los a?os siguientes, Joan Rib¨® se gan¨® una c¨¢tedra de F¨ªsica y Qu¨ªmica de Ense?anza Media y dio clases hasta llegar al Instituto de Meliana, donde a¨²n contin¨²a, mientras ascend¨ªa en la nomenclatura. Por ¨²ltimo, en 1992, en el VI Congreso del PCPV sali¨® elegido coordinador general, en lugar del renovador Pedro Zamora, bajo la suspicaz mirada de Francisco Frutos. Joan Rib¨®, "un ortodoxo moderado", declar¨® entonces que el marxismo no lo arreglaba todo, pero que a¨²n era v¨¢lido, como planteamiento serio para la transformaci¨®n de la sociedad. En octubre del 97, accedi¨® a la coordinaci¨®n de EUPV, que hasta hace poco antes hab¨ªa desempe?ado Albert Taberner. El pasado mes de julio, Joan Rib¨® renunci¨® a la direcci¨®n de los comunistas valencianos, para evitar la duplicidad de funciones, y la comisi¨®n pol¨ªtica design¨® entonces al tambi¨¦n diputado auton¨®mico Alfred Botella. Ahora, con su compa?era y amiga, Gl¨°ria Marcos, independiente y portavoz de EU en las Cortes, pedalean en su t¨¢ndem que muy probablemente se sit¨²e a la cabeza de la lista que ha de templar gaitas, en las pr¨®ximas elecciones a la Generalitat. Joan Rib¨® tiene la mirada clara y el talante conciliador, pero de canto rodado; austero e informal en su vestuario, es un fumador compulsivo, que procura esquivar los compromisos sociales; y, cuando puede, se pierde en las monta?as, en los caminos de la inform¨¢tica o en los pliegues de una agenda electr¨®nica. En septiembre de 1947, Joan Rib¨® Canut naci¨® en una maternidad de Manresa, y sus padres se lo llevaron al pueblo de Adrall, en Lleida. All¨ª se inici¨® en el oficio de vivir. Lo mismo que hab¨ªa hecho Cesare Pavese.
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