?A gastar, a gastar!
La econom¨ªa de Estados Unidos va viento en popa. El 3,9% de crecimiento del PIB el a?o pasado -aunque seg¨²n previsiones oficiosas esta tasa pueda reducirse a la mitad en 1999- es m¨¢s que suficiente para alimentar la arrogancia con que los responsables estadounidenses han presentado sus ¨¦xitos en el Foro Econ¨®mico Mundial de Davos (Suiza). Sin embargo, lo que actualmente m¨¢s alimenta esta m¨¢quina es una fiebre consumista sin precedentes en Estados Unidos. Hay razones, objetivas o subjetivas, para tal af¨¢n de gasto: la inflaci¨®n y los tipos de inter¨¦s han bajado, junto al paro, y los ingresos reales de las personas han crecido en los ¨²ltimos dos a?os. Y mientras siga subiendo la bolsa en Wall Street, los ciudadanos, por sus inversiones directas o a trav¨¦s de sus fondos de inversiones o pensiones tienen la sensaci¨®n de ser m¨¢s ricos, pese a que vivan endeudados y a que EE UU tenga una tasa de ahorro negativa (- 0,5%), lo que no hab¨ªa conocido desde 1933, y un creciente d¨¦ficit comercial. El vicepresidente Gore ha sido muy claro en Davos: "No podemos ser los consumidores en ¨²ltima instancia". ?Y por qu¨¦ no? Pues de que sigan si¨¦ndolo depende que la econom¨ªa mundial no se derrumbe a¨²n m¨¢s. Especialmente cuando la ca¨ªda que se ha producido en los precios de las materias primas equivale, en opini¨®n de un economista, a una "gigantesca reducci¨®n" de impuestos para los ciudadanos de EE UU, que nunca han pagado menos, por ejemplo, por sus alimentos. Pero, ?ay! esta ca¨ªda de precios ha afectado a¨²n m¨¢s a econom¨ªas maltrechas como la rusa, la surafricana, las de Am¨¦rica Latina y mucho ojo a las consecuencias sociopol¨ªticas que pueda tener para un pa¨ªs "delicado" como Arabia Saud¨ª.
Incluso si el crecimiento econ¨®mico de Estados Unidos es, en parte, una burbuja que se puede reventar, su superavit presupuestario le supone un colch¨®n esencial para afrontar peores tiempos. Por su parte, Europa, la del euro, no va mal (mejor en la periferia que en el centro). Pero aqu¨ª, vista desde Davos, se acaba la historia para 1999. Pues en este momento, aparentemente, son las dos regiones que cuentan. Incluso si se superan las diferencias entre EE UU y Europa, y en los pr¨®ximos meses se va estableciendo una nueva "arquitectura financiera internacional", el pron¨®stico es que 1999 va a ser esencialmente un pas de deux. Especialmente con el d¨®lar y el euro, aunque cada uno con su modelo; y cada uno con su pol¨ªtica de impulso econ¨®mico.
Este a?o, seg¨²n los pron¨®sticos, Jap¨®n, que ha hecho serios esfuerzos de reforma, acabar¨¢ en el mejor de los casos con un crecimiento nulo; algunos pa¨ªses de Asia empezar¨¢n a recuperarse, pero incluso si se afianza esta recuperaci¨®n no cabe olvidar que all¨ª se ha destruido en un a?o una clase media que se hab¨ªa tardado 30 a?os en trabar; Am¨¦rica Latina se ver¨¢ afectada por la crisis brasile?a, pero, aunque se ha hablado mucho de ella, ya no preocupa tanto porque la "contaminaci¨®n" parece limitada. China es la gran interrogante, pero India podr¨ªa tomar su relevo.
Y de Rusia, ni hablemos, pues aunque los rusos han hecho un serio esfuerzo de presentaci¨®n en Davos, no saldr¨¢ del profundo hoyo econ¨®mico en el que ha ca¨ªdo as¨ª que pasen cinco a?os. La preocupaci¨®n por Rusia es pol¨ªtica. Un a?o, pues, para que algunos de los dem¨¢s empiecen a crecer.
En Davos, aunque cautos, los m¨¢s optimistas son los empresarios. Los m¨¢s seguros, incluso voluntaristas son los pol¨ªticos. El ministro de Finanzas brit¨¢nico, Gordon Brown, ha llegado a proclamar el final del "absentismo gubernamental" en la econom¨ªa mundial. Los m¨¢s pesimistas, los expertos; muchos, mas no todos, se equivocaron en el pasado. Pero hoy por hoy, y salvo nuevas sorpresas, la palabra parece estar en el bolsillo roto del consumidor estadounidense, mientras los europeos van algo m¨¢s cautos.
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