M¨¢s de 5.000 menores con problemas viven bajo la protecci¨®n de la Comunidad
Uno de cada doscientos ni?os de la regi¨®n vive bajo el amparo de la Comunidad. Son 5.000 menores (un 20% hijos de inmigrantes) que, ante los problemas familiares, desatenciones o incluso el maltrato sufrido en sus hogares, han tenido que ser apadrinados por el Gobierno regional. A un tercio de esos ni?os les han llevado sus padres al Instituto Madrile?o del Menor y la Familia (IMMF) para dej¨¢rselos en guarda, manteniendo ellos la tutela, porque no pod¨ªan hacerse cargo de su crianza. El resto ha llegado a partir de los servicios sociales, sanitarios y escolares o de la polic¨ªa. Su entrada en la red es el final de un proceso administrativo (no judicial) por el que los poderes p¨²blicos acaban asumiendo la tutela sobre ellos.
La directora del IMMF, Esperanza Garc¨ªa, considera que 5.000 ni?os con medidas especiales de protecci¨®n en una regi¨®n donde habitan 1.116.042 menores no es una proporci¨®n desmesurada. "Lo que todos desear¨ªamos es que no se produjesen estas situaciones, pero lo que pasa en Madrid es similar a lo que ocurre en otras grandes ciudades como Barcelona", manifiesta. Cada a?o se toman cerca de mil nuevas medidas de protecci¨®n de menores. La mitad de estos ni?os se queda viviendo en los internados y pisos tutelados oficiales. Se abren m¨¢s expedientes a partir de denuncias o informes de servicios sociales pero buena parte de ellos quedan archivados.
La creciente presencia de los ni?os inmigrantes en la red de protecci¨®n de menores (en 1996 supon¨ªan un 14,8% del total, frente al 20% actual) es, para Garc¨ªa, claro reflejo de los cambios que se est¨¢n produciendo en la sociedad madrile?a. "Muchos inmigrantes viven una situaci¨®n de precariedad y ese es un caldo de cultivo para que surjan problemas en la atenci¨®n a los hijos", a?ade.
Entre las principales causas que llevan a los menores a la red de protecci¨®n est¨¢n las toxicoman¨ªas, encarcelamiento o enfermedades mentales de los padres, los malos tratos, el abandono, la falta de cuidados m¨ªnimos o la mendicidad. Aunque no sea la causa principal es frecuente que se d¨¦ tambi¨¦n una falta de recursos econ¨®micos de la familia.
Los progenitores pueden recurrir la decisi¨®n tomada por las instituciones para sus hijos, pero existe menos de un 1% de impugnaciones, algo que no es de extra?ar al tratarse a menudo de familias con graves problemas de marginaci¨®n y falta de recursos formativos y personales.
De todos estos chavales 1.600 viven en las residencias y pisos tutelados de la Comunidad. Otros dos mil viven al cuidado de sus abuelos o t¨ªos y hay mil m¨¢s que habitan con familias con las que no mantienen ning¨²n lazo de sangre en r¨¦gimen de acogimiento mientras la tutela la mantienen las instituciones.
El baj¨®n de la natalidad tambi¨¦n se nota en la red de protecci¨®n de menores. "Cada vez nos llegan menos ni?os peque?itos y m¨¢s adolescentes, cuando hace diez a?os lo que ocurr¨ªa era lo contrario", afirma Garc¨ªa.
De hecho, el 60% de los chavales que viven el las residencias y pisos tutelados son adolescentes entre los 13 y los 18 a?os y s¨®lo el 15% tienen de 0 a 6 a?os.
"El descenso de la natalidad ha llegado con a?os de retraso a las familias m¨¢s desfavorecidas, pero ha llegado", matiza. En ello influye tambi¨¦n que son los chicos m¨¢s peque?os los que con m¨¢s facilidad abandonan los centros de la red para vivir con padres adoptivos o acogedores.
Caso aparte es el de los adolescentes extranjeros, sobre todo marroqu¨ªes, que emigran solos a Madrid. De los 903 ingresos de chavales que se produjeron en 1997 en el centro de acogida de Hortaleza (el primer lugar donde arriban todos los chicos en una situaci¨®n de desamparo que requiera de una intervenci¨®n urgente), m¨¢s de la mitad (504) eran de extranjeros, sobre todo marroqu¨ªes. En 1995, fueron 133.
Esta situaci¨®n se ha abordado en una reuni¨®n reciente entre el Defensor del Menor, la fiscal¨ªa y entidades de trabajo social con chavales. A menudo esos chicos no tienen la edad que dicen: son mayores que finjen ser menores cuando les detiene la polic¨ªa para evitar que les echen del pa¨ªs ( la actual legislaci¨®n de extranjer¨ªa impide la expulsi¨®n de un menor). Lo m¨¢s habitual es que a las pocas horas de llegar al centro de Hortaleza se marchen porque ellos se sienten adultos (y a veces lo son, porque llevan a?os busc¨¢ndose la vida) y no quieren vivir en una residencia con ni?os.Algunos de ellos pasan varias veces por el centro de Hortaleza al cabo del a?o: les encuentra la polic¨ªa, les lleva, se escapan y vuelta a empezar.
"Vemos que hay que hacer algo para ver si conseguimos ayudar a estos chavales, el problema es que no sabemos bien qu¨¦, porque ellos lo que quieren es trabajar o han venido pensando que ¨¦sto es jauja y es dif¨ªcil echar una mano a quien no quiere saber nada de t¨ª", a?ade Garc¨ªa. Se barajan distintas posibilidades como, por ejemplo, abrir un centro de acogida espec¨ªfico para estos adolescentes emigrantes pero ¨¢un no hay ninguna decisi¨®n tomada. Hay ni?os que pasan casi toda su vida en centros de protecci¨®n de menores. Otros, sin embargo, permanecen en ellos durante un per¨ªodo limitado. ?D¨®nde van despu¨¦s? Existen varias posibilidades. Algunos regresan con su familia, porque la Comunidad de Madrid considera que ya se han superado los problemas que le llevaron a asumir la tutela o la guarda del ni?o. Por ejemplo, un hijo de toxic¨®manos, si ¨¦stos se rehabilitan.
Otros abandonan las residencias para vivir con una familia acogedora. "Normalmente son los m¨¢s peque?os, porque es dif¨ªcil encontrar padres acogedores para adolescentes", explica Esperanza Garc¨ªa. Algunos menores acaban siendo adoptados por esas familias.
Al llegar a la mayor¨ªa de edad todos deben abandonar la red institucional.Un salto dif¨ªcil porque se enfrentan a la precariedad laboral y a la carest¨ªa de la vivienda que sufren numerosos j¨®venes pero sin colch¨®n familiar alguno.
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