"Doctor No"
Una espesa niebla, un estado de sopor, un embotamiento generalizado, un leve pero pertinaz escalofr¨ªo en la espalda, una flojera de extremidades inferiores. La sensaci¨®n de que no me encuentro en pleno uso de mis facultades f¨ªsicas e intelectuales. Dir¨¢n ustedes: gripe. Es lo que asegura mi m¨¦dico. Afirma que otra gente est¨¢ como yo, y es verdad, he podido comprobarlo antes de encerrarme en casa y guardar cama. S¨ª, hay m¨¢s personas que caminan, vacilantes, en estado de shock. Pero ser¨ªa demasiado sencillo atribuirlo a un virus, una pasa, una epidemia; al tiempo, a la humedad, al viento, al fr¨ªo. A que no me tap¨¦ la boca con una bufanda, a que no puse la calefacci¨®n m¨¢s alta.
Pensar¨¢n que me he vuelto loca, pero lo que estamos sufriendo es una consecuencia congresual. De hecho, me he deslizado del Congreso del PP a mis asuntos sin abandonar en absoluto el estado de lobotom¨ªa serena. Otros congresos de partidos pol¨ªticos se desarrollan ante nosotros como simple noticia; ocupan espacios en los medios, siempre mucho, demasiado, pero no se meten en nuestras vidas de la forma insidiosa en que lo hizo la sofronizaci¨®n del Doctor No (?O era Spectra) a que fuimos sometidos el pasado fin de semana. Aquel mapamundi azul, aquellas oquedades geom¨¦tricas de las que surgi¨®, en forma de proyecto futurista, el m¨¢s avanzado y consistente cursillo de paralizaci¨®n colectiva al que hemos asistido en los ¨²ltimos 25 a?os.
S¨¦ que hemos sido invadidos, que el Doctor No controla nuestros menores gestos, nuestros m¨¢s leves actos. S¨¦ que el moreno que pisa con garbo el mapamundi tiene planes, y que est¨¢n empezando a cumplirse.
Y si no, que me expliquen por qu¨¦ precisamente despu¨¦s de la ca¨ªda de ?lvarez Cascos empezamos a plantearnos todos a la vez la necesidad de suprimir a los perros de ataque.
Es hipnosis. No se cura con Couldina.
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