Coraz¨®n de cristal
Lleg¨®, por fin, una ¨®pera de Wagner al Teatro Real, lejano ya en el recuerdo aquel intento frustrado de un Parsifal para la inauguraci¨®n con Lorin Maazel-Dieter Dorn-Pl¨¢cido Domingo que, tras varias idas y venidas, dimes y diretes, acab¨® como el rosario de la aurora. El t¨ªtulo elegido para este primer ba?o wagneriano, Tannh?user, est¨¢ en sinton¨ªa con las tendencias actuales de programaci¨®n de esta ¨®pera, dentro de la trilog¨ªa rom¨¢ntica de Wagner. En los ¨²ltimos a?os est¨¢ desplazando a El holand¨¦s errante y Lohengrin, lo que no deja de ser sorprendente dada la enorme dificultad del papel que da t¨ªtulo a la obra y los problemas de una puesta en escena que resuelva el estatismo de la acci¨®n, pero que se explica por la espiritualidad de la obra y el atractivo de algunas p¨¢ginas tan populares como la obertura y el coro de los peregrinos. El Tannh?user que vivi¨® el p¨²blico madrile?o fue un Wagner distante, con el coraz¨®n de cristal (utilizando el t¨ªtulo de una de las mejores pel¨ªculas de Werner Herzog) y dej¨® al descubierto dos defectos funcionales del Teatro Real y la imposibilidad -en el Real y donde sea- de encontrar un reparto vocal en que la declamaci¨®n l¨ªrica sea una continuaci¨®n de la palabra y alcance de lleno los registros po¨¦ticos y emotivos, tal y como Wagner quer¨ªa.
Tannh?user
De Richard Wagner. Versi¨®n de Dresde, 1845. Orquesta Sinf¨®nica de Madrid, Coro Nacional de Espa?a. Director musical: Christof Perick. Director de escena: Werner Herzog. Con Jon Fredric West (Tannh?user), Gabriela Benackova (Elisabeth), Cynthia Makris (Venus), Hans Sotin (Landgrave) y Alan Titus (Wolfram). Teatro Real. Madrid, 4 de febrero.
De hecho, los mejores momentos vocales vinieron de la vieja guardia wagneriana: Alan Titus, Hans Sotin (el Gurnemanz de Bayreuth en los ¨²ltimos 25 a?os). El tenor Jon Fredric West no super¨® las enormes exigencias que requiere el personaje de Tannh?user y cant¨® a tirones, sin excesivo control de la regulaci¨®n, con una utilizaci¨®n abusiva de las apoyaturas y sin dar al personaje la intimidad, el conflicto y la duda que lleva dentro.
Elisabeth, tal vez el papel de soprano m¨¢s l¨ªrico de toda la obra de Wagner, encontr¨® en Gabriela Benackova una soprano dulce, con nobleza y musicalidad, tal vez con un poco m¨¢s de peso vocal del ideal.
En cuanto a la Venus de Cynthia Makris, poco bueno que decir. Ni en tesitura, ni en l¨ªnea de canto, ni en sensualidad, ni en instinto dram¨¢tico, dio un m¨ªnimo perfil de su personaje. Los defectos funcionales a los que antes alud¨ªa provienen de la insistencia en cambiar de coro a cada t¨ªtulo y de la penuria de directores musicales de primera fila que sepan extraer de la Sinf¨®nica de Madrid todas sus potencialidades.
Un coro estable
En esta ocasi¨®n, fue el Coro Nacional de Espa?a quien ofreci¨® una prestaci¨®n a todas luces insuficiente -blanda, sin garra, nada teatral- que deber¨ªa hacer reflexionar a los responsables del teatro sobre la ineficacia de esta pol¨ªtica de coros cambiantes. El Real necesita un coro propio estable, o al menos una soluci¨®n a lo Savonlinna, en que renuevan para cada festival el coro a partir de convocatorias anuales. Ya s¨¦ que no es lo mismo un festival que un teatro, ni el nivel coral de Finlandia es el de Espa?a, pero al menos podr¨ªa ser una soluci¨®n. No aport¨® demasiado Christof Perick a la comprensi¨®n de la obra wagneriana desde el foso. La obertura fue ca¨®tica y el pulso general flojito. Se redimi¨® bastante en el tercer acto -sin duda el mejor-, pero esta orquesta (que mostr¨® detalles de clase en el fraseo de la cuerda) necesita algo m¨¢s. El cineasta Werner Herzog plante¨® Tannh?user desde un romanticismo espectral, fantasmag¨®rico. El simbolismo roz¨® por momentos la simplicidad y la potencia de las im¨¢genes visuales no salv¨® las carencias teatrales. Espectacular pl¨¢sticamente el cuadro inicial del Venusberg y muy lograda la transici¨®n desde all¨ª al espacio terrenal. El viento permanente no aliger¨® el estatismo de las situaciones. En colores rojos para situar el mundo del amor sexual de Venus, y blancos para reflejar el amor espiritual, los peregrinos y el universo de los maestros cantores, Werner Herzog plantea una lectura en cierto modo visionaria, cuyo poder de comunicaci¨®n se centra mucho m¨¢s en lo sugerido cerebralmente que en el impacto directo y evocador de los elementos t¨ªpicamente rom¨¢nticos. El planteamiento conceptual, intelectual, contribuy¨® lo suyo al distanciamiento.
En los aplausos finales, el p¨²blico ovacion¨® a todos los cantantes, el coro y los directores esc¨¦nico y musical, sin excesivas matizaciones. Se puede hablar de ¨¦xito, lo que invita a pensar qu¨¦ habr¨ªa pasado si se hubiese ofrecido un Wagner de m¨¢s entidad interpretativa.
Desde 1980
La producii¨®n de Tannh?user que se present¨® ayer en el Teatro Real se estren¨® en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, y posteriormente se ha podido ver en varios teatros italianos como el San Carlo de N¨¢poles y el Massimo de Palermo. Tannh?user no se ve¨ªa en Madrid desde 1980, a?o en que se represent¨® en el teatro de La Zarzuela, con la compa?¨ªa al completo de la ?pera de Berl¨ªn de la antigua Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana. No parece que Wagner vaya a estar desatendido en el Teatro Real en los pr¨®ximos a?os. El director de orquesta Daniel Barenboim dirigir¨¢ con la ?pera del Estado de Berl¨ªn Unter den Linden nada menos que Trist¨¢n e Isolda en la pr¨®xima temporada, y asimismo el Real tiene la intenci¨®n de programar un ciclo completo de El anillo del Nibelungo en los primeros a?os del siglo XXI.
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