La larga sombra de Racak
Testimonio del desolado escenario de la matanza de 45 kosovares a manos de la polic¨ªa serbia
ENVIADO DE LA CADENA SEREn Racak los perros no ladran ni mueven el rabo cuando llega un extra?o. Simplemente bajan la mirada y huyen. Esta aldea campesina de unos 500 habitantes, situada a 20 kil¨®metros al sur de Pristina, capital de Kosovo, es hoy un pueblo fantasma. Las calles permanecen desiertas. Las casas est¨¢n vac¨ªas, con las puertas y ventanas abiertas. S¨®lo se escucha, de cuando en cuando, el mugido de una vaca hambrienta o el canto de un gallo. Hace tres semanas, el viernes 15 de enero, las tropas serbias asaltaron el pueblo de madrugada y ejecutaron a sangre fr¨ªa a 45 civiles, todos de etnia albanesa. "Ese d¨ªa, cuando empezaron los disparos, muchos vecinos del pueblo escapamos a Petrova. Mi marido y dos de mis hijos se quedaron. Dijeron que no quer¨ªan abandonar nuestra casa y nuestra tierra. Despu¨¦s, cuando vieron que los serbios deten¨ªan a todo aquel que estuviera en su casa, trataron de refugiarse en el bosque, pero tambi¨¦n all¨ª les estaban esperando. Fueron asesinados a balazos y rematados a golpes de hacha. A uno de mis hijos llegaron a sacarle el coraz¨®n del pecho", afirma con rabia Sherife Syla, de 70 a?os.
Sus declaraciones coinciden con la terrible escena que encontr¨® en Racak al d¨ªa siguiente el diplom¨¢tico norteamericano William Walker, jefe de la misi¨®n verificadora de la OSCE (Organizaci¨®n para la Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa), en Kosovo. Su denuncia de la matanza, que calific¨® de "crimen contra la humanidad", provoc¨® la indignaci¨®n internacional y fue el comienzo del proceso diplom¨¢tico que ha facilitado la conferencia de paz de Rambouillet. De las 45 v¨ªctimas de Racak, ocho llevaban el apellido Syla, seg¨²n relata Kadrie, una mujer de 45 a?os que perdi¨® a su hermano Muhamet en la matanza. "Los serbios dicen ahora al mundo que los albaneses muertos en Racak eran soldados del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n de Kosovo. Es falso. De los 45 que mataron s¨®lo media docena pertenec¨ªan a la guerrilla".
La conferencia de ma?ana en Rambouillet llega tarde para muchos albaneses de Kosovo. "No creo que podamos vivir juntos nunca m¨¢s. Los serbios est¨¢n matando a nuestras mujeres y a nuestros hijos. Son como bestias que atacan a sus v¨ªctimas. Quieren expulsarnos de nuestras casas, echarnos de nuestra tierra. Llevan maltrat¨¢ndonos demasiado tiempo", se?ala con gesto sereno Ruzhdi Hadjari, un anciano alban¨¦s de Podujevo. Hace un mes, Hadjari vio morir a su nieta Albana, de cinco a?os. Una bala de ametralladora serbia entr¨® por la ventana y destroz¨® la cabeza de la peque?a cuando ¨¦sta jugaba en las escaleras de su casa.
En Racak, Kadria Syla remata la conversaci¨®n con el periodista con una clara alusi¨®n a la natalidad: "Queremos nuestro Kosovo y vamos a protegerlo. Estamos hablando de la tierra de nuestros antepasados. Nosotras, las mujeres, vamos a tener muchos hijos. Cada mujer kosovar tendr¨¢ 10 o 12 hijos, y entonces Milosevic comprender¨¢ que no puede ganar".
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