Una encrucijada en el camino hacia la paz
Hussein utiliz¨® la privilegiada sitaci¨®n geogr¨¢fica de Jordania para convertir su reino en el mediador de la regi¨®n
Jordania, con sus seis millones de habitantes, constituye la principal y m¨¢s importante encrucijada en el camino hacia la paz. Las fronteras que el reino hachem¨ª mantiene con Arabia Saud¨ª, Irak, Siria e Israel convierten a este pa¨ªs en un punto de encuentro de las diferentes culturas ¨¢rabes.El rey Hussein utiliz¨® esta posici¨®n geogr¨¢ficamente estrat¨¦gica para convertir a su pa¨ªs y a la corona en el mediador de la zona, llegando a provocar la envidia de algunos de sus vecinos, que aseguran que, desde el punto de vista pol¨ªtico, "Jordania ha estado sobrevalorada".
El rey Hussein de Jordania, durante sus 46 a?os de reinado, aprendi¨® a vivir en paz con sus vecinos. Lo demuestran su excelentes relaciones con Israel, con el que firm¨® un tratado de paz en 1994, los lazos de amistad y colaboraci¨®n con Arabia Saud¨ª, sus v¨ªnculos con Siria, pero, sobre todo, la calculada y estudiada confraternidad con el presidente iraqu¨ª, Sadam Husein, quien ha venido suministrando a la corona hachem¨ª m¨¢s de 96.000 barriles de petr¨®leo diarios -la mitad de ellos, gratis, y la otra mitad, a precio pol¨ªtico-, reclam¨¢ndole a cambio al rey que mantuviera abierto un corredor hacia la libertad, que permite al r¨¦gimen de Bagdad conectar con el resto del mundo y, sobre todo, romper el bloqueo impuesto por las Naciones Unidas tras la guerra del golfo P¨¦rsico. El dif¨ªcil equilibrio geogr¨¢fico y pol¨ªtico que le ha supuesto para el monarca mantener buenas relaciones con Israel -"es nuestro ¨²nico amigo ¨¢rabe", se asegura en los c¨ªrculos gubernamentales de Jerusal¨¦n- y asegurarse al mismo tiempo la amistad con Irak le ha venido provocando todo tipo de acusaciones, malas interpretaciones e incomodidades, a las que ha podido durante estos a?os hacer frente gracias a su talante diplom¨¢tico y democr¨¢tico.
La pol¨ªtica exterior de Jordania, basada en el permanente equilibrio, se repite en el interior del pa¨ªs, donde la corona hachem¨ª se ha convertido en las ¨²ltimas cinco d¨¦cadas en el punto de encuentro de las comunidades beduinas y palestinas, que se reparten, respectivamente, el 40% y el 60% de la poblaci¨®n.
En perfecta simbiosis, los beduinos han asumido un importante papel en el Ej¨¦rcito, columna vertebral del pa¨ªs, mientras la comunidad palestina lo hac¨ªa en los sectores liberales, pero sobre todo en el mundo de las finanzas y de los grandes negocios.
El equilibrio interno de Jordania est¨¢ reflejado tambi¨¦n en la estructura pol¨ªtica del pa¨ªs, en la que conviven, amparados por la misma Constituci¨®n, las m¨¢s diferentes corrientes pol¨ªticas, incluidos laicos e islamistas radicales, quienes nunca han dejado de dar su apoyo al monarca, incluido alg¨²n que otro ministro en sus Gabinetes. Todo ello, administrado con una calculada generosidad, que le ha llevado en alg¨²n momento al rey Hussein a condenar y castigar a los fundamentalistas m¨¢s rebeldes, para indultarlos o amnistiarlos meses m¨¢s tarde.
Esta compleja y enmara?ada red de balanceos pol¨ªticos y contrapesos personales es lo que le ha permitido al reino hachem¨ª alcanzar la estabilidad interior, convirti¨¦ndose, a pesar de su precaria econom¨ªa, en uno de los pa¨ªses m¨¢s pac¨ªficos y seguros de la zona. La posici¨®n alcanzada por el monarca Hussein durante su reinado cuenta con la garant¨ªa y el apoyo de Estados Unidos, que ha dirigido en los ¨²ltimos a?os hacia Amm¨¢n todo tipo de generosas inversiones.
?sta es la herencia pol¨ªtica que el monarca va a entregar a su sucesor. Las dificultades por continuar administrando perfectamente este legado ya han empezado a preocupar a los pa¨ªses vecinos, especialmente Israel e Irak. La misma incertidumbre crea desasosiego en el interior a beduinos y palestinos, laicos e islamistas, quienes se interrogan mutuamente por su futuro.
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