Maeso: De h¨¦roe a villano
Juan Maeso (Madrid, 1941) sigue sufriendo su particular descenso a los infiernos. De profesional reputado a sospechoso del gremio, de personaje an¨®nimo a supuesto responsable de uno de los mayores esc¨¢ndalos sanitarios de los ¨²ltimos a?os, de jefe de servicio en el hospital La Fe a ser se?alado como consumidor de opi¨¢ceos por el consejero de Sanidad. En definitiva, de heroe a villano. Y todo en unos d¨ªas. ?C¨®mo ha vivido Juan Maeso este fren¨¦tico proceso? El anestesista no ha querido responder directamente a las preguntas de este peri¨®dico, pero ha accedido, a trav¨¦s de su abogado, Francisco Dav¨®, a contar c¨®mo han sido los ¨²ltimos 12 meses de su vida, el peor a?o de su existencia. 4 de febrero. La hermana Luc¨ªa, responsable de la Casa de Salud, conmina a Juan Maeso, de manera tan diplom¨¢tica como rotunda, a dejar de trabajar de manera temporal en el centro. "Juan siente una mezcla de preocupaci¨®n e incredulidad, pero no est¨¢ alarmado. Es consciente de que no ha hecho nada malo, y su primera preocupaci¨®n son los pacientes que han sido contagiados". 20 de febrero. Los an¨¢lisis confirman que el anestesista es portador del virus de la hepatitis C. Una reuni¨®n de urgencia de parte de la direcci¨®n del hospital La Fe concluye con una decisi¨®n: Maeso se tomar¨¢ unas vacaciones. Los responsables del centro le preguntan por su pretendida adicci¨®n a las drogas. "Su preocupaci¨®n aumenta, pero sigue sin ser consciente de lo que est¨¢ pasando. No se explica c¨®mo puede aparecer relacionado con el brote y, lo primero que hace es someterse a un an¨¢lisis sobre consumo de drogas en el hospital Arnau de Vilanova". El examen da negativo. 3 de abril. El imputado dedica gran parte de su tiempo libre a estudiar todo lo relacionado con la hepatitis. Durante las Fallas va a esquiar y se vuelve a da?ar el menisco. A su vuelta al hospital, la direcci¨®n le comunica que, de momento, est¨¢ suspendido de empleo. "Juan se sume en una profunda depresi¨®n. Sigue sin ser consciente de lo que est¨¢ pasando". Abril-mayo. Telef¨®nica e Iberdrola ya han presentado sendas denuncias porque varios de sus trabajadores han sido contagiados con el virus. Los medios de comunicaci¨®n asedian al anestesista, cuyo rostro aparece reiteradamente en peri¨®dicos y televisiones, y Sanidad empieza a investigar la vida, obra y milagros del facultativo. "Est¨¢ hundido. Limita su vida social al m¨¢ximo, apenas sale a la calle y se recluye en libros cient¨ªficos. Varios de sus conocidos de la profesi¨®n le retiran la palabra, aunque no est¨¢ dolido porque ninguno de sus contados y verdaderos amigos le da la espalda". 18 de mayo. Maeso recibe una notificaci¨®n, a trav¨¦s de los abogados del Colegio de M¨¦dicos, del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 5 de Valencia: est¨¢ imputado por el brote de hepatitis C . "Sufre una gran depresi¨®n. Est¨¢ sobrepasado por los acontecimientos y no sabe como reaccionar". 4 de junio.El anestesista responde durante m¨¢s de cuatro horas a las preguntas del juez, fiscal y acusaciones particulares personadas en la causa. Una nube de periodistas le hostiga a la entrada y salida del juzgado y un hombre, que dice haber sido contagiado, intenta agredirle. "Es el peor d¨ªa de su vida y el inicio de los peores meses. S¨®lo su condici¨®n de m¨¦dico acostumbrado a situaciones l¨ªmite le permite soportar el interrogatorio e intentar sobreponerse a su calvario". 4 de junio-4 de febrero. "Lo han convertido en un paria, y ¨¦l lo sabe. Deja de leer los peri¨®dicos, escuchar la radio y ver la televisi¨®n. Limita sus salidas al m¨¢ximo y, por supuesto, no viaja. De participar en 2.000 intervenciones al a?o pasa a no tener nada que hacer, por lo que dedica gran parte del tiempo a leer. Sus jornadas est¨¢n marcadas por la monoton¨ªa: se levanta relativamente tarde y va a casa de una de sus hijas. All¨ª, dedica las ma?anas a estudiar los historiales cl¨ªnicos de los perjudicados, toda la literatura cient¨ªfica relacionada con la hepatitis y devora libros, su principal ocupaci¨®n durante todos estos meses. Su ¨²nica salida diaria fija es para venir a mi despacho . Ha cenado en casa de amigos en tres o cuatro ocasiones, y de vez en cuando visita a su madre, que vive en Toledo. No va al cine, no sale a cenar ni de compras. Cuando se desplaza al juzgado, viaja en su moto y siempre va cubierto por el casco. Tiene verdadero miedo a que alguien le reconozca y siente pavor cada vez que se cruza con el coche de alguna televisi¨®n".
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