Orfandad popular y fuga de capitales
"Mi padre se est¨¢ muriendo", aseguraba ayer entre lloros, apretando en su mano un pa?uelo, un campesino jordano en las cercan¨ªas del hospital Al Hussein, de Amm¨¢n, donde agoniza desde hace dos d¨ªas el rey Hussein de Jordania. Este hombre, venido desde la localidad cercana de Salt, forma parte de este ej¨¦rcito de ciudadanos que se sienten hu¨¦rfanos y que han decidido asediar con sus l¨¢grimas y plegarias los accesos del centro sanitario para pedir un milagro que permita algo imposible: la recuperaci¨®n del rey.Un estricto cord¨®n policial mantiene desde hace unos d¨ªas a esta milicia dolorida prudentemente alejada del centro cl¨ªnico, mientras otro ej¨¦rcito, ¨¦ste compuesto tambi¨¦n por ciudadanos angustiados, hace pacientemente cola ante las oficinas de cambio de moneda en los barrios residenciales y en las del centro, en un intento de convertir sus dinares jordanos en una moneda mucho m¨¢s segura y firme, sobre todo d¨®lares.
Los temores de una desestabilizaci¨®n del pa¨ªs como consecuencia de la muerte del monarca han provocado en las ¨²ltimas horas importantes fugas de capitales, especialmente hacia Egipto, seg¨²n se asegura en c¨ªrculos econ¨®micos de Amm¨¢n. Los ¨²ltimos datos afirman que la Bolsa ha registrado un incremento de la venta de valores de un 17%, como si al pa¨ªs le hubiera invadido un ansia descontrolada por tener dinero en la mano, a?aden las mismas fuentes financieras.
Todo ello sucede en medio de una ciudad conquistada desde hace d¨ªas por el silencio, donde apenas se escuchan los ruidos habituales de los cl¨¢xones de los coches o los vocer¨ªos de la multitud en las calles. Los vecinos de la capital jordana est¨¢n aprendiendo a vivir en voz baja, con el o¨ªdo pegado a la radio o con los ojos puestos en la pantalla de la televisi¨®n, el ¨²ltimo cord¨®n umbilical que les une a¨²n con su rey.
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