El negro que pasaba por all¨ª
No andan los tiempos para ninguna broma a costa de expresiones racistas. Afortunadamente. A veces se extreman los cuidados, incluso de forma excesiva. El defensor ha sabido que recientemente se cambi¨® el titular de una informaci¨®n que hac¨ªa referencia al ?frica negra -una denominaci¨®n puramente descriptiva- para escribir ?frica subsahariana.
Pero hay ocasiones en que se cuelan de rond¨®n expresiones inaceptables.
El 30 de diciembre pasado, la edici¨®n de Catalu?a incluy¨® en sus p¨¢ginas la informaci¨®n sobre una sentencia de la Audiencia de Barcelona que condenaba a un polic¨ªa nacional a ocho a?os de inhabilitaci¨®n por detenci¨®n ilegal.
Todo empez¨® cuando unos jardineros trataron de ayudar a una mujer que se sinti¨® indispuesta en la Gran V¨ªa de Barcelona. En ese momento llegaron dos polic¨ªa nacionales y uno de los agentes, sin m¨¢s averiguaciones y sin atender las explicaciones de los muchos y estupefactos ciudadanos que se congregaron en el lugar, procedi¨® a detener a varios y los traslad¨® a comisar¨ªa.
Pere Rios, autor de la informaci¨®n, quiso recoger todos los elementos del sorprendente cuadro y escribi¨® que uno de los agentes "se dirigi¨® a un negro que pasaba por all¨ª para pedirle la documentaci¨®n" y que, "al final, los dos jardineros e incluso el negro acabaron en la comisar¨ªa...".
Javier Yearson, periodista argentino, pregunta al defensor si, cuando se habla de "un negro" y "el negro", nos estamos refiriendo a un ser humano.
Inquiere si para el asunto del que se informa importaba el color de la persona, y ¨¦l mismo concluye que es absolutamente indiferente, salvo si se hubiese probado que aquel ciudadano fue detenido por el hecho de ser negro.
Pere Rios, autor de la informaci¨®n, admite que, "a causa de esas dos expresiones, el lector se haya molestado y las considere racistas", pero a?ade que no era ¨¦sa su intenci¨®n.
Rios agrega que la sentencia habla del "ciudadano de color" y que en otro momento declara como probado que uno de los polic¨ªas "se limit¨® a comprobar la identificaci¨®n del ciudadano de color y proceder a su detenci¨®n".
Por ello concluye que "lo que motiv¨® la detenci¨®n de ese ciudadano fue su raza, ya que, siendo una de las muchas personas que hab¨ªa all¨ª, se le detiene por ese motivo". En la informaci¨®n no se menciona este extremo y Rios termina con una disculpa expl¨ªcita: "Es evidente que no supe reflejar esta circunstancia que justificar¨ªa el se?alar especialmente a este ciudadano".
Sin entrar en mayores disquisiciones, y al margen de las expresiones de la sentencia, basta con recordar que el Libro de estilo de EL PA?S, en la voz "negro", establece de forma tajante e inequ¨ªvoca que "el hecho de que una persona sea de raza negra no debe citarse en las informaciones, a no ser que ello constituya un elemento fundamental de la noticia", y que nunca debe mencionarse que el protagonista de una informaci¨®n es negro "si ello no aporta un dato sin el cual perder¨ªa sentido la noticia o cambiar¨ªa radicalmente su significado". Parece claro que en esta ocasi¨®n no concurr¨ªa ninguna de estas exigencias.
Al hilo de estas reflexiones sobre racismo, un suceso m¨¢s reciente ha motivado alguna protesta porque en el editorial del pasado jueves se utilizaba la expresi¨®n "inmigrantes ilegales" para denunciar la falta de asistencia sanitaria que han padecido algunas de estas personas.
El dibujo de Forges de ese mismo d¨ªa, con esta pancarta: "No se dice ilegales para referirse a los ciudadanos indocumentados", anim¨®, sin duda, las protestas de los lectores que ve¨ªan contradictorio el llamamiento forgiano y el editorial.
Al margen de los sentimientos humanitarios que estas personas despiertan, es evidente que se encuentran en situaci¨®n de ilegalidad, de acuerdo con las normas de nuestro pa¨ªs, pero quiz¨¢ pudo extremarse la atenci¨®n para evitar herir susceptibilidades y hablar de "inmigrantes indocumentados".
Sin embargo, las informaciones sobre este mismo asunto, en un intento claro de evitar cualquier agravio, han decidido referirse a los "sin papeles", lo que resulta pol¨ªticamente correcto, pero escasamente afortunado para el idioma. La traducci¨®n literal de la expresi¨®n francesa "sans papiers" se hubiese resuelto mejor con indocumentados.
?Y del defensor...?
El profesor Llu¨ªs Fontbote pregunta, desde Ginebra, ?qui¨¦n nos defiende del defensor? Lo hace porque en la primera columna que firm¨® el nuevo titular, el pasado 24 de enero, se hac¨ªa referencia a la Organizaci¨®n de Nuevos Ombudsman. Organizaci¨®n inexistente, porque se trata de la Organization of News Ombudsmen (ONO); es decir, Organizaci¨®n de Ombudsman de Prensa. El reci¨¦n llegado s¨®lo conoc¨ªa las siglas, manej¨® un extenso trabajo, en castellano, en el que repetidamente se ofrec¨ªa la peor traducci¨®n posible, sin mencionar la denominaci¨®n completa en ingl¨¦s, y se dej¨® arrastrar sin mayores precauciones. Claro que no se escribe esto como justificaci¨®n, que no la tiene, sino como disculpa debida y como respuesta: del defensor pueden salvarse los lectores con su buen criterio al se?alarle errores.
O pueden ayudarle con textos tan agudos como ¨¦ste, del abogado Eduardo Cierco, desde Madrid, que no necesita una sola apostilla: "EL PA?S, 29-I- 99, habla de "televisi¨®n digital terrenal". No estoy muy al tanto de los giros al uso en el mundillo audiovisual, pero tengo entendido (...) que el departamento que dirige Rafael Arias-Salgado es el de Fomento, y no el del Para¨ªso".
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
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