Viento en las velas
Si hay un ¨¢mbito econ¨®mico en el que no cabe bajar la guardia ni extender el triunfalismo, ese es el del empleo. El balance de 1998, seg¨²n la Encuesta de Poblaci¨®n Activa (EPA) no puede ser, aparentemente, m¨¢s satisfactorio: la econom¨ªa espa?ola cre¨® durante el a?o 427.000 empleos, el n¨²mero de parados baj¨® en 329.300 personas y el n¨²mero total de desempleados rompi¨® la barrera de los 3 millones para situarse en 2.963.400, con una tasa de paro del 18,17%. Bien puede decirse que el a?o fue excelente en lo que a creaci¨®n de empleo de refiere. Y, sin embargo, a pesar de tan excelentes cifras, la euforia y la autocomplacencia est¨¢n fuera de lugar, porque el aumento del n¨²mero de puestos de trabajo y el descenso del n¨²mero de parados no est¨¢n fundamentados sobre bases s¨®lidas.Un an¨¢lisis desapasionado de las cifras de paro, sea en t¨¦rminos EPA o seg¨²n el paro registrado en las oficinas del INEM, revela que el descenso del n¨²mero de parados se debe a factores que no van a ser permanentes, por desgracia. El primero y m¨¢s importante es la elevada tasa de crecimiento econ¨®mico, que, seg¨²n las estimaciones del Banco de Espa?a, ha sido del orden del 3,8% en 1998. El impacto negativo de la crisis internacional sobre el comercio exterior espa?ol, que ya ha empezado a notarse en la balanza comercial de noviembre de 1998, convierte en temeridad cualquier presunci¨®n de mantenimiento del crecimiento en esos niveles en 1999. Por otra parte, el descenso del paro se ha visto acentuado por un efecto estad¨ªstico, como es la ca¨ªda continuada y significativa del n¨²mero de activos que se incorporan por primera vez al mercado de trabajo. Este premio estad¨ªstico ha permitido que casi todo el volumen de creaci¨®n de empleo se haya convertido en reducci¨®n del paro. Incluso con tasas muy altas de crecimiento econ¨®mico, la creaci¨®n de empleo tiende a disminuir paulatinamente. En tasa anual, durante el cuarto trimestre de 1998 ha sido del 3,3%; pero en trimestres anteriores lleg¨® a alcanzar el 3,6%. Como puede apreciarse, hay razones para suponer que la tendencia a crear puestos de trabajo disminuir¨¢; y que esa tendencia se agudizar¨¢ cuando el ritmo de crecimiento econ¨®mico descienda, es decir, amaine el viento favorable que hoy sopla en las velas de la econom¨ªa espa?ola.
Bienvenidas sean las excelentes cifras de empleo y paro en 1998. Pero, a continuaci¨®n, hay que reclamar dosis muy elevadas de cautela y escepticismo. Sobre todo al Gobierno, que deber¨ªa ser el primer interesado en no trasladar a la opini¨®n p¨²blica la sensaci¨®n de que el problema del paro, que sigue siendo, se quiera o no, el m¨¢s grave al que debe enfrentarse la econom¨ªa espa?ola, est¨¢ ya resuelto o en v¨ªas de resoluci¨®n. Frases como la pronunciada por el secretario de Estado de Econom¨ªa, Crist¨®bal Montoro, que califica el ejercicio pasado como "el mejor a?o en la historia de la democracia en materia de creaci¨®n de empleo", adem¨¢s de equ¨ªvocas -en 1987 y 1989 se crearon m¨¢s puestos de trabajo, por ejemplo-, contribuyen a crear un clima de euforia con el que es muy dif¨ªcil estar de acuerdo.
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