Sabatini, en la Casa de Campo
Cinco obras olvidadas del arquitecto italiano sobreviven en la indiferencia
En un radio de tan s¨®lo un kil¨®metro cuadrado sobreviven en la Casa de Campo cinco obras del arquitecto y paisajista Francisco Sabatini (1722-1797). Pero dejadas de la mano de Dios. A ninguno de estos monumentos se le ha prestado la misma atenci¨®n ni los mismos cuidados que a la Puerta de Alcal¨¢ o a la fachada del Palacio Real, por poner dos ejemplos de la labor de este t¨¦cnico italiano que trabaj¨® 40 a?os, hasta su muerte, en la corte de Carlos III.Muy poco se han mimado estas obras de Sabatini en la Casa de Campo. Tan poco, que son pr¨¢cticamente desconocidos. M¨¢s a¨²n, en los a?os ochenta se derrib¨® una de las puertas de Sabatini que daban acceso a este recinto. Concretamente, la del Zarz¨®n, en la parte noroeste, que debe, o m¨¢s bien deb¨ªa, su nombre a la cantidad de zarzas que la rodeaban. El ¨²nico recuerdo de ese monumento son 15 sillares alineados en el suelo, al alcance de cualquiera que los desee.
Hace tres a?os, los alumnos del Instituto Parque de Aluche (entonces un centro de formaci¨®n profesional), coordinados por Luis de Vicente, ejecutaron un proyecto de investigaci¨®n y divulgaci¨®n de la obra de Sabatini en la Casa de Campo. Bucearon en instituciones como la Biblioteca Nacional, el archivo del Palacio Real o el Servicio Geol¨®gico del Ej¨¦rcito, y lograron identificar y documentar estas cinco piezas de Sabatini, que conviven con la m¨¢s absoluta indiferencia, tanto de las administraciones como de los ciudadanos.
Como la Reja del arroyo Meaques, una de las cinco construidas por Sabatini en la tapia oeste para permitir el paso del agua. Se trata de tres arcos rebajados con unas rejas montadas con un sistema basculante en previsi¨®n de las enormes riadas que se producen en esa zona. Peor suerte ha corrido la Reja del arroyo Prado del Rey: para construir una carretera se elev¨® el nivel del suelo y se cegaron los ojos de sus arcos en un metro y medio. La carretera, adem¨¢s, no tiene arc¨¦n, sino que est¨¢ pegada a la reja. Ello, a pesar de que todo este conjunto est¨¢ declarado monumento hist¨®rico art¨ªstico desde 1931. "La realidad ha demostrado que aqu¨ª no se ha protegido nada", comenta Juan Garc¨ªa, miembro de la organzaci¨®n Ecologistas en Acci¨®n, que continuamente denuncian la destrucci¨®n de estas obras y la pasividad de la administraci¨®n. Es bonito el puente de la Culebra, llamado as¨ª por su sinuosidad. Aunque m¨¢s llamativo resulta su abandono. Tiene cuatro arcos y remates decorativos en el pretil. Y est¨¢ el puente del ?lamo Negro, que, cuando lo construy¨® Sabatini, ten¨ªa tres arcos y era de ladrillo y ahora tiene s¨®lo dos y es gris. "A veces resulta m¨¢s sencillo dar una mano de cemento que realizar una buena rehabilitaci¨®n", ironiza Garc¨ªa. Es dif¨ªcil verlo por la verja del zoo, que casi le toca.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.