Tercera v¨ªa a la Roca

La falta de resultados de una pol¨ªtica constructiva frente a Gibraltar ha precipitado al Gobierno espa?ol a tomar medidas de presi¨®n para dificultar la econom¨ªa parasitaria del Pe?¨®n y la vida de los que en ¨¦l habitan. Ya no se trata de conquistar la voluntad de los llanitos, sino de quebrarla. Pero el problema no est¨¢ s¨®lo en la Roca, sino en Londres. El Gobierno ha trazado un camino de dif¨ªcil retorno, puesto que supone un giro de 180 grados respecto a la pol¨ªtica seguida hasta ahora. Por tratarse de una cuesti¨®n de Estado, pide el apoyo de las fuerzas pol¨ªticas, pero eso exige ganarse la confianza de la oposici¨®n.Es evidente que la actitud constructiva no ha dado frutos, como muestra el reciente conflicto pesquero. Que el Reino Unido sea incapaz de aplicar en Gibraltar los acuerdos a los que llega con Madrid indica impotencia o mala fe. El gobernador local, que sigue instrucciones de Londres, parece responder directamente al ministro principal de la Roca, Peter Caruana. Pero dejar la espinosa cuesti¨®n de Gibraltar en manos de los ministros de Exteriores ha sido un error. Resulta un desprop¨®sito que los primeros ministros amigos, Aznar y Blair, no quieran mancharse las manos. ?No hablan nunca de este asunto? ?No deben contribuir a encontrar una tercera v¨ªa, entre el inmovilismo y el enfrentamiento, a la ¨²ltima situaci¨®n colonial en la UE? Se debe encontrar una soluci¨®n enmarcada en el sistema auton¨®mico espa?ol y en una Europa integrada que relativiza el concepto de soberan¨ªa.

El problema de Gibraltar ha ido mutando con el tiempo. No se trata s¨®lo de soberan¨ªa, sino tambi¨¦n del crecimiento de una econom¨ªa parasitaria, con actividades ilegales o irregulares. Aunque tampoco hay que llevarse a enga?o: si en Gibraltar est¨¢n domiciliadas 53.000 empresas es porque numerosos espa?oles las utilizan para evadir impuestos. La polic¨ªa y la Inspecci¨®n de Hacienda deber¨ªan actuar con mayor eficacia. Espa?a ganar¨ªa margen de maniobra si se hubiera volcado en el desarrollo del Campo de Gibraltar para reducir su dependencia del Pe?¨®n. La constituci¨®n de una comisi¨®n interministerial con este fin puede ser positiva, aunque tardar¨¢ en dar resultados y cuenta con precedentes de escaso ¨¦xito.

Para ganar credibilidad, la posici¨®n espa?ola debe vigilar escrupulosamente que las medidas de presi¨®n -controles en la verja, no reconocimiento de los carn¨¦s de conducir o la posible denegaci¨®n de permisos para el sobrevuelo comercial del espacio a¨¦reo espa?ol- se ajusten a la normativa europea. De otro modo se deslegitimar¨ªa la acusaci¨®n de que Gibraltar incumple algunas de las normas comunitarias, cuya responsabilidad es atribuible al Reino Unido. Ni Londres ni Madrid desean una escalada. Menos a¨²n que este contencioso contamine otros, como las negociaciones financieras en la UE. Blair y Aznar deben tomar la Roca en sus manos.