Jos¨¦ Mar¨ªa Litoral
?ste era su peri¨®dico; escrib¨ªa para ¨¦l, muchas veces infructuosamente, pero consideraba que aqu¨ª estaba su bandera: sobre todo a principios de los ochenta, alert¨® desde aqu¨ª acerca de los peligros irredentos de la derecha, y adivin¨® que ¨¦sta, aupada en los tanques, iba a darle un susto superior a la democracia reci¨¦n estrenada. Le conoc¨ª una noche de ese tiempo sentado al lado de Mario Benedetti, en una cena; escuchaba balanceando la cabeza, y sonre¨ªa silencioso mientras el escritor uruguayo hablaba de los temas de entonces, que eran los de ahora pero con mayor esperanza. ?l era enjuto, trabajador, polemista, un hombre menudo y elegante; supongo que tambi¨¦n fue un buen bebedor: dec¨ªa siempre que lo hab¨ªa abandonado, y deb¨ªa ser cierto porque mostraba ante el alcohol la repugnancia fresca del que lo us¨® en demas¨ªa. Era un idealista, de los antiguos: un republicano capaz de rendir homenaje al Rey, por lo que hizo aquel 23-F que ¨¦l pronostic¨®, y un hombre que cre¨ªa que las palabras -incluso la poes¨ªa- ten¨ªan capacidad para impedir el fascismo...
Jos¨¦ Mar¨ªa Amado. Admiraba tanto la letra impresa de este peri¨®dico que pod¨ªa pensar que nada era cierto hasta que aparec¨ªa en estas columnas: sin que por ello quisiera recibir nada a cambio, era un militante de EL PA?S como pod¨ªa haberlo sido de una ambici¨®n o de una idea. Muri¨® el ¨²ltimo mi¨¦rcoles, a consecuencia de un accidente de tr¨¢fico del que se cur¨® mal; ocurri¨® en Fuengirola, y este peri¨®dico lo public¨® el jueves, con su fotograf¨ªa: lo que nunca hubiera querido ver Amado en el diario que le¨ªa.
Ten¨ªa 81 a?os. En los ¨²ltimos tiempos, su car¨¢cter vitalista conoci¨® las arremetidas de la mala salud. A lo largo de su vida, sin embargo, mantuvo intactas todas las ilusiones; era ingenuo, tanto como para defender contra viento y marea su mayor aventura, Litoral, la revista que ¨¦l reemprendi¨® en 1968. La hab¨ªan fundado Emilio Prados y Manuel Altolaguirre como bandera de la generaci¨®n del 27, y hab¨ªa sufrido el desprendimiento y el vaiv¨¦n del exilio, y Jos¨¦ Mar¨ªa Amado la reinici¨® publicando en aquella fecha a los nuevos poetas espa?oles; nunca renunci¨® al primer esp¨ªritu de Litoral, y desde ella defendi¨® a su pariente Bergam¨ªn, a Rafael Alberti, a Pablo Picasso, hasta que la defensa fue hecha innecesaria como si en cada n¨²mero fuera inscrita la banda republicana...
Pero cuando el rey Juan Carlos sali¨® a defender la democracia en el curso del golpe de Estado de febrero de 1981, Jos¨¦ Mar¨ªa Amado mantuvo desde Marbella un gesto que no s¨¦ si valoraron en su justa medida los que entonces mandaban en la Casa Real: ¨¦l cre¨® con el nombre del Rey un premio de poes¨ªa destinado a subrayar la obra de j¨®venes escritores, y al nombre del premio le dio, en la Espa?a de entonces, el redoble de una apuesta subversiva... Lo que eran las cosas... Luego ha habido muchos premios con el nombre de don Juan Carlos, pero el que inscribi¨® aquel republicano ten¨ªa en ese instante de la vida espa?ola la impronta que este bergaminiano de Fuengirola le daba a todas las cosas que hac¨ªa.
Su apuesta por Litoral queda como su obra principal, porque es tangible. Pero en lo que no queda sino en la memoria de los que le conocimos es su entusiasmo radical, de ciudadano enrabietado con la actualidad viscosa de su pa¨ªs; ¨¦l era descendiente de Arniches, pero del dramaturgo s¨®lo tuvo la simpat¨ªa; su car¨¢cter sentimental, c¨ªvico, estaba m¨¢s emparentado con el de Bergam¨ªn, aunque era menos col¨¦rico, m¨¢s apaciguado que el creador de Cruz y Raya. Pero como editor de Litoral demostr¨® la cualidad est¨¦tica de su apuesta personal por la modernidad de la poes¨ªa; con el concurso verdaderamente magistral de Lorenzo Savall, su yerno chileno, pintor y poeta, y sin romper la ra¨ªz de la revista, convirti¨® Litoral en una ventana insistente, inteligente y abierta, sobre la creaci¨®n po¨¦tica de los ¨²ltimos treinta a?os. Luch¨® por ella como se lucha por una herencia ¨ªntima, y lo hizo como un quijote, y como hac¨ªa las cosas Jos¨¦ Mar¨ªa Amado: sin pedir a cambio otra cosa que un poco de felicidad, cierta gratitud, nada... La colecci¨®n que Lorenzo y ¨¦l fueron capaces de crear es hoy un ejemplo de rigor acosado, de riesgo y de entusiasmo: como si dos locos se hubieran puesto a inventar mientras la gente hablaba y habla alrededor; en silencio, desde un rinc¨®n del sur, Amado se dej¨® la piel y la mirada en Litoral, hasta su muerte. Cuando el jueves ¨²ltimo apareci¨® su foto en las necrol¨®gicas de EL PA?S se representaron en esa misma esquela todos los n¨²meros que fueron su alimento, su ser y su esperanza. Litoral.
Babelia
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