Un Bar?a-Madrid en el portal de mi casa
Mi primer enfrentamiento Bar?a-Real Madrid sucedi¨® muy lejos de un estadio de f¨²tbol y, sin embargo, fue el protagonista. El portal de mi casa, en el barrio de Cartuja de Granada, ten¨ªa las baldosas muy parejas, pulidas por el tiempo, el uso y el jab¨®n de posguerra con que lo fregaban, por riguroso turno, las mujeres de las seis familias que en ¨¦l viv¨ªamos. Era un lugar ventilado y fresco donde tumbarse con la pandilla a pasar la tarde, mientras la gente dorm¨ªa, en los calores del t¨®rrido verano del sur. El portal se convert¨ªa en un peque?o mercado de cromos y tebeos que compr¨¢bamos en los puestecillos donde se vend¨ªa el tabaco por unidades, las chufas, las almendras garrapi?adas y las piruletas de caramelo. Un amigo trajo para intercambiar, creo que por un tebeo de Haza?as B¨¦licas, unos cromos del Real Madrid que serv¨ªan para pegarse en las chapas de las gaseosas. Mi vecino se qued¨®, por razones estrictamente familiares -un hermano suyo hab¨ªa emigrado a Barcelona y le ten¨ªa querencia-, con los cromos del Bar?a, y all¨ª mismo me ret¨®. Conseguimos las chapas y les quitamos cuidadosamente el corcho, las forramos de tela para que se deslizaran mejor y les pegamos, con harina mojada, las fotos de los jugadores. Conseguimos un bot¨®n de tama?o y peso conveniente y, de rodillas en el suelo, jugamos con los que durante muchos a?os, yo dir¨ªa que por siempre, ser¨ªan nuestros ¨ªdolos. Del improvisado terreno de juego del portal de mi casa, mi amigo y yo nos erguimos para seguir nuestra rivalidad, o la fidelidad a nuestros colores, en el futbol¨ªn. Gan¨¢bamos y perd¨ªamos alternativamente, como casi siempre sucede en esta vida, pero nunca dejamos de respetarnos y de admirar la habilidad del otro, ni de recordarnos que ¨¦ramos los mejores cuando venc¨ªamos. Justo lo mismo que pasar¨¢ hoy.
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