Tierra de frontera
XAVIER RIUS-SANT Un total de 6.352 extranjeros, mayoritariamente magreb¨ªes, fueron expulsados de Catalu?a a sus pa¨ªses de origen entre 1997 y 1998, cifra seis veces mayor que las de a?os anteriores. Son expulsiones que se realizan desde el centro de internamiento de la Verneda, donde los extranjeros que son detenidos por carecer de papeles, o por no hab¨¦rseles renovado sus permisos, son recluidos por un periodo de 40 d¨ªas mientras se tramita su repatriaci¨®n. El importante crecimiento del n¨²mero de africanos en Catalu?a se debe no solamente a que es lugar de tr¨¢nsito para los que desean pasar al resto del territorio continental libre de fronteras nacido del Tratado de Schengen, formado, adem¨¢s de Espa?a y Portugal, por Francia, Alemania, B¨¦lgica, Holanda, Luxemburgo, Austria, Dinamarca, Suecia y Finlandia, sino tambi¨¦n a que hay una demanda de mano de obra inmigrante. Es una realidad que en la comarca de Osona las empresas de la construcci¨®n prefieren magreb¨ªes por su habilidad y su disposici¨®n a trabajar los s¨¢bados. Y en otros ¨¢mbitos, como el agr¨ªcola, el servicio dom¨¦stico o el cuidado de ancianos, tambi¨¦n son empleados debido a la poca disposici¨®n de buena parte de la poblaci¨®n juvenil a realizar estos trabajos. Pero mucha de esta poblaci¨®n magreb¨ª o subsahariana no consigue legalizar su situaci¨®n debido a la absurdidad de la legislaci¨®n de extranjer¨ªa. El reagrupamiento familiar es una de las v¨ªas de entrada legal. La otra es la incoherente pol¨ªtica de cupos que establece un n¨²mero anual de extranjeros que pueden venir a trabajar a Espa?a. Te¨®ricamente se deber¨ªa solicitar el permiso en la embajada espa?ola en Rabat, Argel o Dakar, y esperar all¨ª durante meses la respuesta. Pero dado que es impensable que un empresario firme un precontrato a alguien que no conoce y vive en ?frica, de hecho se permite que unos pocos, si sortean todas las contradicciones que impone la ley, consigan regularizar su situaci¨®n y quedarse conservando legalmente el puesto de trabajo que ocupaban desde hac¨ªa tiempo de forma irregular. Aunque la mayor¨ªa, pese a tener empleo, acaban condenados a la ilegalidad, arriesg¨¢ndose a ser devueltos a ?frica tras 40 d¨ªas de estancia en uno de los 12 centros de internamiento que hay en Espa?a. Y de esta pol¨ªtica de extranjer¨ªa se benefician las mafias que trafican con inmigrantes. La pr¨®xima entrada en vigor del Tratado de Amsterdam, y la inclusi¨®n de la pol¨ªtica migratoria en el marco de la cooperaci¨®n policial, no har¨¢ sino criminalizar a los extracomunitarios. Catalu?a, que naci¨® como tierra de frontera, como Marca Hisp¨¢nica entre carolingios y musulmanes, vuelve a ser muralla, filtro, ruleta rusa de los inmigrantes, mayoritariamente musulmanes. Estos d¨ªas, en la exposici¨®n Catalu?a y el Islam, que puede visitarse en el Museo de Historia, se relata c¨®mo Catalu?a fue esa frontera que combati¨® a los ¨¢rabes, entonces una cultura m¨¢s avanzada que la cristiana. Tras las capitulaciones de Tortosa y Fraga, en 1149 la poblaci¨®n fue obligada a convertirse al cristianismo. Y en 1610 los moriscos fueron definitivamente expulsados. La exposici¨®n, que transmite el dramatismo de esa di¨¢spora del siglo XVII, da cifras de moriscos catalanes embarcados hacia Africa: 783 en Ser¨°s, 784 en Asc¨®, 728 en Aitona, 305 en Fraga, y as¨ª un largo etc¨¦tera. La exposici¨®n termina con testimonios de inmigrantes magreb¨ªes y de la primera generaci¨®n nacida en Catalu?a cuyos miembros, llam¨¢ndose Brahim o Laila, se sienten del Bar?a y hablan catal¨¢n con acento de Vic. Tal vez habr¨ªa que a?adir a la exposici¨®n el mapa de fronteras del territorio Schengen, una foto del cuartel de la Verneda y los datos de los miles de expulsados hasta ahora de Catalu?a que s¨®lo pretend¨ªan continuar en la recogida de fresas en Calella, cuidar ancianos en pisos del Eixample o Palam¨®s, o trabajar en la construcci¨®n en un pa¨ªs que vuelve a ser tierra de frontera.
Xavier Rius-Sant es periodista.
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