Paseo por un ordenado bazar art¨ªstico
El precio de las entradas frena a los visitantes de una feria cada vez m¨¢s comercial
Como un largo r¨ªo tranquilo. La actual edici¨®n de Arco se asemeja a la vida, seg¨²n el t¨ªtulo de un filme franc¨¦s. Apenas ha habido aglomeraciones ni colas. Los espacios y los bancos en los que la gente repostaba casi han desaparecido; igual suerte han corrido los j¨®venes mochileros, y el precio de la entrada ha pasado de 2.000 a 3.000 pesetas durante los fines de semana. Todo ello ha conformado un Arco 99 m¨¢s ordenado que en otras ediciones. Los galeristas est¨¢n euf¨®ricos por su cuenta de resultados y porque el arte contempor¨¢neo "est¨¢ recuperando su credibilidad", dice Juana de Aizpuru.
Cada vez m¨¢s, el p¨²blico de Arco se asemeja al que acude a cualquier museo; o a una feria del mueble, que mira y compra sin mayores sobresaltos. Est¨¢ compuesto por gente de todas las edades, bien vestido (como fuera no se pasa de cinco grados y sopla el viento de la sierra se ven varios abrigos de pieles) y muchos modernos con gafas de pasta negra y aire aplicado. Nada de j¨®venes mochileros que surgen como champi?ones en el suelo. Una docena de guardias jurados (sin porras ni pistolones) vela porque el tr¨¢fico sea fluido. A lo sumo, la benevolencia de las se?oras de la limpieza (que no descansan) permite a algunos sentarse un rato a comer el bocata en las dos ¨²nicas zonas de encuentro de los pabellones 5 y 7 que ocupa Arco 99.Padres tirando de un carrito son una rareza, igual que los ni?os. Y uno de los escasos tumultos que se ha producido ocurri¨® el s¨¢bado en el pabell¨®n 5, en torno a una performance. Un ruido de sirenas alteraba la suave monoton¨ªa ambiental. "Oye, t¨ªo, ?qu¨¦ pasa ah¨ª?" "Nada, un combate de boxeo". "?Pero se pegan hostias de verdad?" "Qu¨¦ dices, se pegan, pero no mucho". "?Y el ruido, de d¨®nde sale?" "De un ordenador". "Qu¨¦ ca?a, t¨ªo", concluye el estudiante de Bellas Artes. ?l y cuatro colegas han llegado en autob¨²s desde Granada. Duermen en una pensi¨®n y se quejan del aumento del precio de las entradas: "El a?o pasado, como estudiantes, nos cobraron 800, y este a?o, 1.500; encima, como ahora llega el metro, han quitado un autob¨²s gratis".
Una de las mayores extravagancias que se ha permitido este Arco 99 (adem¨¢s de dejar fumar) es que el visitante, entre galer¨ªa y galer¨ªa, se puede hacer un lifting facial a cargo de Caja Madrid, en la galer¨ªa Grimes. Dos gemelos de 21 a?os (Ra¨²l y Jorge), embutidos en trajes blancos como para ir a esquiar, se aplican a la tarea. "?Es aqu¨ª donde dan masajes?", les pregunta un joven interesado. "Pues esto no se entiende muy bien", reflexiona a su lado una dama de mediana edad.
"?Has visto?, por ah¨ª va Aitana S¨¢nchez-Gij¨®n", le comenta un chico a su amigo. "S¨ª, pero va de una mala baba... Eso s¨ª, guapa que te mueres, pero enfadada porque le est¨¢n haciendo fotos". No era la ¨²nica famosa de la tarde del s¨¢bado. El presidente del BBV, Emilio Ybarra (sin guardaespaldas a la vista y de sport), acompa?aba a un amigo a comprar el cat¨¢logo de la feria a la sede de Amigos de Arco. Nunca se sabr¨¢ si compr¨® arte contempor¨¢neo, porque en cuanto vio una libreta y un l¨¢piz se volvi¨® espantado. M¨¢s accesible estaba el actor Santiago Ramos, que deambulaba por el mismo sitio sin saber d¨®nde recalar: "Llevo tres horas y estoy mareado, nunca hab¨ªa visto tanto arte junto". Lo m¨¢s pr¨¢ctico, acudir a las dos ¨²nicas cafeter¨ªas de Arco, aunque no lo m¨¢s c¨®modo. Las escasas mesas casi siempre est¨¢n ocupadas.
Una de las galer¨ªas siempre concurrida es la Marlborough, que apuesta por valores seguros (Botero, Saura, Picasso). "He o¨ªdo por la tele que aqu¨ª tienen el cuadro m¨¢s caro de la feria". La mujer se refer¨ªa a Lying figure, de Francis Bacon, que cuesta 430 millones de pesetas. "?Es que se ha muerto pronto?", se preguntaba. Cuando Arco 99 termine ma?ana, se espera que hayan pasado por sus 15.000 metros cuadrados (una extensi¨®n similar a un campo y medio de f¨²tbol) tantos visitantes como poblaci¨®n tiene San Sebasti¨¢n: unos 180.000 habitantes. Esta afluencia y los buenos resultados econ¨®micos convierten a Arco, cada vez m¨¢s, en una cita a mitad de camino entre el comercio y el arte.
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