San Mam¨¦s asiste a un simulacro futbol¨ªstico
El Extremadura, colista y hueco, desautoriz¨® al Athletic, autoproclamado candidato a no se sabe qu¨¦ en la presente temporada. El p¨²blico lo sufri¨® con heroicidad absoluta , no tanto por el resultado, sino por el esfuerzo a?adido para adivinar alguna intenci¨®n futbolistica en los lances del partido. Porque partido hab¨ªa, si por ello se entiende el enfrentamiento entre dos colectivos animosos, cada cual uniformado en correspondencia a sus colores y mas o menos repartido por el campo bajo la atenta mirada de un colegiado. La trascendencia de esa disputa al car¨¢cter futbolist¨ªco se qued¨® en pura averiguaci¨®n de intenciones. Los m¨¢s optimistas encontrar¨¢n algunas pistas en dos zapatazos de Guerrero o en la agilidad de un lateral humilde, David, para reducir a cenizas los fuegos artificiales de un acreditado futbolista, Joseba Etxeberria. El resto encontrar¨¢ un continuo maltrato al bal¨®n, malquerido por casi todos los protagonistas, y un desprecio total al trabajo de los porteros, condenados a la congelaci¨®n por pura desidia futbol¨ªstica. El Athletic busc¨® a Amador en un par de ocasiones (Guerrero y Etxeberria) y el Extremadura a Imanol Etxeberria en un diparo lejano y esquinado que se convirti¨® en peligroso por el estado del terreno de juego.
Cuesta creer que en 94 minutos de juego, 22 jugadores (m¨¢s los suplentes) sean incapaces de convenir un par de acuerdos futbol¨ªsticos que se asemejen al gui¨®n elemental de este juego.
El Athletic padece un aturdimiento generalizado que le hace buscar las opciones m¨¢s improbables y prescindir de las m¨¢s preclaras: el primer bal¨®n en el que intervino Julen Guerrero, de espaldas a la porter¨ªa, fue en el minuto 24. El siguiente casi es gol,d e no mediar Amador. El Athletgic prefiere otras opciones m¨¢s previsibles. En pleno desconcierto, Luis Fern¨¢ndez a?adi¨® m¨¢s dudas al partido: prescindi¨® de Urzaiz, cuando se presupon¨ªa un bombardeo a¨¦reo de un equipo impotente, en favor de un ab¨²lico Ezquerro; introdujo a Carlos Garc¨ªa en la posici¨®n que m¨¢s odia por los fracasos que le granjea (extremo derecho). S¨®lo la apuesta de Javi Gonz¨¢lez le procur¨® algun bullicio.
El Extremadura miraba la circunstancia desde la altura que proporciona el ¨¦xito del minimalismo. Le bastaba el trabajo y un cierto orden para sacar adelante el ¨²nico resultado por el que hab¨ªa apostado. No hizo m¨¢s, no intent¨® m¨¢s, porque tampoco estaba capacitado para mayores empresas. Lo suyo pertenec¨ªa al esp¨ªritu industrial de este juego, ese que tranquiliza entrenadores en la misma medida que adormece a los paganos. El p¨²blico agradeci¨® un desliz de Amador en un disparo de Etxeberria: el bal¨®n se col¨® entre sus piernas y reaccion¨® con agilidad. Un instante de emoci¨®n. Todo un exceso.
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