La tregua y el PNV
Si no me equivoco, una tregua es una renuncia temporal al uso de la violencia que, no poniendo fin a las hostilidades, las pospone radicalmente. Lo usual es que una tregua interrumpa toda operaci¨®n militar. La amenaza se suspende y las partes pueden abrigar una razonable expectativa de seguridad. La tregua tiene, pues, dos condiciones: que, mientras dura, se interrumpe toda violencia y que su duraci¨®n es sabida, conocida y cierta. La clave de la tregua no es que no haya guerra; es que se sabe que no va a haberla. Desde esta perspectiva, la llamada tregua de ETA ha dejado de ser tal cosa. Mientras cab¨ªa esperar una renuncia simple y total al uso de la violencia, lo fue realmente. Pero cuando ETA o sus portavoces comenzaron a amagar con la idea de que la tregua pod¨ªa acabarse en cualquier momento se empez¨® a desvirtuar el sentido mismo de la palabra, pues todo instante puede ser el ¨²ltimo. Pero el reciente rebrote de la violencia llamada de baja intensidad, que, tras el chantaje del impuesto revolucionario, ha subido de tono para incluir amenazas de muerte, supone de facto la ruptura de la tregua. ?C¨®mo podemos seguir hablando de tal cosa si se amenaza con matar de nuevo en cualquier momento? ?Qu¨¦ debemos creer: las amenazas que formula o la tregua que exhibe? El tema es importante, pues el proceso de paz -sea lo que fuere- s¨®lo tiene sentido plantearlo como continuaci¨®n de una situaci¨®n f¨¢ctica de paz. Pues s¨®lo puede haber "di¨¢logo resolutivo" -por utilizar la jerga- si hay condiciones para el di¨¢logo. As¨ª figuraba en el Pacto de Ajuria Enea. As¨ª fue recogido tambi¨¦n en el Plan de Ardanza. Y as¨ª figura, finalmente, en el Pacto de Estella [Lizarra]. O se habla o se amenaza, pero no se puede jugar con las dos barajas al tiempo. Es por ello de tanta importancia que EH condene toda forma de violencia y comprensible la insistencia del PNV en ello. Pues, de no hacerlo, carece de legitimidad alguna para sentarse en una mesa negociadora. Y, cuando digo que carece de legitimidad, estoy hablando de la que ella misma ha aceptado. Se puede (dif¨ªcilmente) obviar el disparate de empe?arse en que hay nacionalismo vasco donde no lo hay, exportando el problema a medio mundo; pero no se puede pedir di¨¢logo con el arma empu?ada, aunque sin disparar.
Y es por ello de tanta importancia que el PNV recapacite sobre el camino que ha iniciado y las alianzas que defiende. Es indiscutible -y los datos electorales y de opini¨®n lo muestran de modo contundente- que en Euskadi hay una fuerte corriente nacionalista en absoluto comparable con la que puede existir en Catalu?a. ?se es, a mi entender, el verdadero hecho diferencial, el ¨²nico democr¨¢ticamente aceptable y cuya acreditaci¨®n no necesita ni examinar el Rh, ni verificar apellidos, ni indagar en derechos hist¨®ricos. En resumen, el PNV tiene una gran dosis de legitimidad democr¨¢tica ganada en las urnas durante muchos a?os. Pero el apoyo a Josu Ternera como vigilante de los derechos humanos, el estrambote de un Parlamento en el que la mayor¨ªa se bloquea a s¨ª misma, el apoyo a la iniciativa insurreccional de la Asamblea de Ayuntamientos y la m¨¢s rocambolesca cesi¨®n del Parlamento al movimiento kurdo, todo ello, muestra no s¨®lo una gran dosis de ingenuidad e incluso infantilismo en el manejo de los asuntos p¨²blicos, sino que retrotrae al PNV al monte y la carlistada, como si no hubiera conseguido nada en los ¨²ltimos cien a?os.
Pues es simplemente un disparate que erosione ¨¦l mismo la legitimidad constitucional que legalmente le ampara para buscar apoyo en otras m¨¢s que dudosas y discutibles fuentes de legitimidad inconstitucionales. El PNV ha sido siempre parte del problema vasco, pero tambi¨¦n, inevitablemente, parte de su soluci¨®n. El camino iniciado le lleva a ser cada vez m¨¢s problema y menos soluci¨®n y eso no lo dice s¨®lo Madrid, sino sus propios empresarios, que ven con enorme preocupaci¨®n c¨®mo se desliza por la v¨ªa insurreccional. ?Puede alguien creer que, teniendo enfrente a la mayor¨ªa (o casi) de los vascos (y sin duda a la inmensa mayor¨ªa si persisten en ampliar su "territorio" a Navarra y el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s) y a toda la clase empresarial pueden salir gratis del v¨¦rtigo de la independencia? El PNV se est¨¢ jugando su propia existencia y, al menos visto desde aqu¨ª, lo est¨¢ haciendo con notable alegr¨ªa, muy poca serenidad y menos prudencia.
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