El cine catal¨¢n: un poco de sentido com¨²n [HH] FERRAN MASCARELL
Un d¨ªa resulta que es absolutamente necesario que los partidos pol¨ªticos catalanes se re¨²nan para adaptar la ley del catal¨¢n a las disposiciones de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a (TSJC). As¨ª lo asegura el consejero, seg¨²n el cual cualquier negativa a entrar en esta su l¨®gica responde a oscuras motivaciones. Transcurren 24 horas y, al d¨ªa siguiente, el presidente de la Generalitat afirma ante el Parlament que es m¨¢s importante negociar con Hollywood que reformar la ley. Ayer dijeron, hoy desdicen. Ma?ana qui¨¦n sabe. No es descabellado preguntarse qu¨¦ nuevo conejo van a sacar de la chistera el presidente, el consejero de Cultura u otros miembros del Gobierno catal¨¢n en relaci¨®n con la cuesti¨®n del cine. Lamentablemente, nada de lo que se est¨¢ oyendo estos d¨ªas permite suponer que las cosas vayan a cambiar. Todo hace presumir que la pol¨ªtica cinematogr¨¢fica de la Generalitat seguir¨¢ en sus trece, sin rumbo, sin ideas claras, creando una especie de cortina de humo permanente sobre las propias obligaciones de un Gobierno que tiene competencias culturales plenas desde 1980. Desde hace 19 a?os. Por desgracia, nadie del actual Gobierno catal¨¢n parece interesado en dar respuesta a las continuas demandas profesionales y pol¨ªticas sobre un plan de apoyo a la cinematograf¨ªa. Un plan que deber¨ªa proponerse c¨®mo producir m¨¢s cine en Catalu?a, c¨®mo conseguir que se produzca m¨¢s cine en catal¨¢n, c¨®mo consolidar un tejido industrial competitivo. Un plan que deber¨ªa prever la cuesti¨®n de la mejora del uso de la lengua catalana como un aspecto m¨¢s y no como el ¨²nico, como un asunto que requiere delicadeza, sentido com¨²n y un calendario razonable y a medio plazo. Nadie que quiera resolver realmente esta cuesti¨®n puede dejar de proponer iniciativas que tengan en cuenta, a la vez, las tres tendencias l¨®gicas que el sentido com¨²n indica que se deben combinar. En primer lugar, conseguir que en las pantallas de Catalu?a y de otros lugares de Espa?a y del mundo exista cada vez m¨¢s un cine en catal¨¢n, digno y de calidad, que pueda verse. En segundo lugar, que en las pantallas de Catalu?a se favorezca la tendencia natural en todo el planeta de ver el cine en su versi¨®n original. Este fen¨®meno est¨¢ d¨¢ndose tambi¨¦n aqu¨ª, especialmente entre las generaciones j¨®venes. Simplemente, se trata de favorecer, sin prisas pero sin hermetismos mentales, una tendencia que de modo natural crecer¨¢ en los pr¨®ximos a?os. En tercer lugar, y teniendo en cuenta la realidad de varias generaciones de ciudadanos acostumbrados al doblaje a los que ser¨ªa impensable que -de nuevo por decreto- se les prohibiera ver el cine con el que han crecido, habr¨¢ que seguir favoreciendo que se doble a un ritmo sostenido, un ritmo que a medio plazo ir¨¢, con naturalidad, a la baja. Una pol¨ªtica razonable de cine en Catalu?a debe entender y fomentar estas tres tendencias. Debe hacerlo pensando en los sectores afectados: producci¨®n, distribuci¨®n, doblaje. Debe hacerlo pensando en los ciudadanos que creemos tener derecho a que la Administraci¨®n resuelva problemas y no que los cree, o los mantenga en estado cr¨®nico, o los avive sin ton ni son. Por todo ello, plantearse a estas alturas y a toda prisa la modificaci¨®n de la ley es algo que no debe hacerse. Puede modificarse la ley, claro. Todas las leyes pueden ser modificadas. Pero no de cualquier manera y fr¨ªvolamente. En cualquier caso, hay muchas inc¨®gnitas que el Gobierno deber¨ªa despejar antes de intentar meterse por ese camino. La negociaci¨®n con la industria norteamericana se encontraba en un punto extremadamente delicado antes de conocerse la resoluci¨®n del TSJC. Las majors no iban a incumplir la ley, sino que o bien iban a poner en circulaci¨®n menos de 16 copias o bien a enviar solamente pel¨ªculas subtituladas. Con eso cumpl¨ªan la ley: ?a santo de qu¨¦, pues, introducir con tanta prisa e ineptitud unas sanciones que ahora ha revocado la justicia? El presidente ha dicho en el Parlament que se puede llegar a un acuerdo. ?Sobre qu¨¦ bases? ?Y a qu¨¦ precio? Antes de modificar la ley, el Gobierno de la Generalitat ha de dar garant¨ªas a los sectores profesionales y a la oposici¨®n de que cumplir¨¢ los acuerdos ya alcanzados. Esta confianza no se la han ganado el Gobierno ni su consejero de Cultura. Si los acuerdos -presentar un plan para el cine, no sancionar, buscar consenso- no se cumplen, no tiene el menor sentido volver a embarcar a los ciudadanos en una nueva discusi¨®n sobre la ley. A no ser que alguien est¨¦ pensando que a base de provocar discusiones intrascendentes los catalanes dejar¨¢n de percibir la realidad. El cine catal¨¢n est¨¢ en el UVI y los culpables de esta situaci¨®n lamentable son quienes confunden promulgar leyes (adem¨¢s, mal hechas) con tomar medidas razonables y pactadas para sacar adelante un sector clave para Catalu?a y el futuro de la cultura catalana.
Ferran Mascarell es secretario de Cultura del PSC.
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